173996.fb2 La llama de Alejandr?a - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 6

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AGRADECIMIENTOS

Hará un año, en este mismo apartado expresé mi deseo de que la gran aventura de Sarah Kincaid continuara y de tener ocasión de desvelar más cosas sobre la siniestra conspiración que se fragua en la niebla de la época victoriana. Si he podido cumplir ese deseo ha sido sobre todo gracias a mis fieles lectores y por eso quiero mencionarlos en primer lugar. Naturalmente, también agradezco todos los elogios y los ánimos que me han llegado tanto por escrito como en las lecturas de La maldición de Thot. La idea de crear algo en una novela que ofrezca a los lectores la posibilidad de sumergirse en otra época y en otros mundos es lo que sigue fascinándome más del oficio de escritor; en este sentido, espero haberlo logrado también esta vez.

A algunos quizá les extrañará que el segundo volumen de las aventuras de nuestra intrépida heroína se desarrolle con anterioridad, pero después de los sucesos ocurridos en La maldición de Thot, me pareció importante aclarar los dramáticos sucesos de Alejandría y mostrar cómo Sarah se convirtió en la persona que los lectores conocen y, al mismo tiempo, desvelar algo más sobre las fuerzas que trabajan ocultas…

En esta ocasión, el viaje conduce desde las tortuosas callejuelas parisinas de Montmartre hasta la siniestra costa de un islote y la lejana Alejandría, y puedo decir que escribir esta novela también ha sido una gran aventura que me ha deparado mucho placer y me ha mantenido en vela más de una noche.

Igual que Sarah Kincaid, yo también he contado con el apoyo de compañeros leales que querría nombrar en este apartado: mi editor, Stefan Bauer, al que doy las gracias por su compromiso y una magnífica colaboración amistosa; Daniel Ernle, el dibujante de trazo genial que siempre sabe qué ilustración me imagino; Simone Brack, que se ha encargado de la traducción de los pasajes en francés; mi agente, Peter Molden, que siempre está dispuesto a escucharme; las bodegas de Franco Martinetti y su fantástico Montruc…

Y, evidentemente, también doy las gracias como siempre a mi familia y a mis amigos, especialmente a mi maravillosa esposa y a mi hija pequeña, que no deja de asombrarme todos los días.

MICHAEL PEINKOFER