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La casa de los Zabaleta era una casa de los años veinte.
Muy grande pero un poco triste. En la puerta había dos fotógrafos, dos paparazzi. esperando poder hacer fotos de la viuda. En el jardín, dos perros muy grandes me miraron sin interés. Llamé al timbre y una mujer mayor abrió la puerta.
– Soy Lola Lago. La Sra. Zabaleta me está esperando.
– Pase por aquí, por favor -dijo la mujer.
La casa era magnífica pero un poco fría. «Una casa sin niños», pensé yo, mientras esperaba en la biblioteca. Al cabo de unos minutos, entró una mujer delgada de unos cuarenta años.
– Hola, ¿qué tal? -dijo dándome la mano.
– Encantada -respondí yo.
De pronto me sentí muy mal vestida al lado de la elegantísima Ma Victoria Villaencina de Zabaleta.
– Usted dirá. No creo que pueda ayudarla mucho. Ya sabe: yo estaba en Cuba… -me dijo.
– Sra. Zabaleta, usted fue la última persona que habló con él,¿no?
– La última, no. La última fue el asesino, ¿no cree?
– Claro, claro, ya me entiende… -dije yo poniéndome roja como un tomate. Ma Victoria me daba un poco de miedo, tan bien vestida, tan elegante, tan segura…
– Yo le llamé desde mi hotel en La Habana a eso de las nueve y media hora española.
– ¿Está segura de la hora?
– Sí, segura. Estaba en el bar, tomando unos mojitos [24]. En el bar del hotel, el «Habana Libre», el antiguo «Hilton» [25].
Llamé a casa y no había nadie. Luego llamé a la oficina.
– Y habló con él…
– Exacto.
– ¿Y no notó nada raro?
– No. Estaba como siempre. Luego, por la tarde, fui a ver el espectáculo del cabaret del hotel, un espectáculo muy divertido, por cierto.
– O sea que la muerte fue después de las nueve y media.
– Claro.
– ¿Sospecha de alguien, Sra. Zabaleta?
– No.
Me pareció, entonces, que hablaba de la muerte de su marido como de un partido de tenis o de un nuevo vestido.
– ¿Qué le parece Alberto Sanjuán?
– Es una chico muy inteligente, un poco demasiado ambicioso, quizá… Pero es su cliente, ¿no?
– Sí, es mi cliente. Bueno, no la molesto más.
Tenía ganas de terminar esta conversación. Me sentía incómoda.
– ¿No tiene nada más que preguntarme?
– Ahora, no. Quizá más tarde. Dentro de unos días.
– Cuando quiera -dijo con una sonrisa artificial.
Se quedó callada un momento y luego me miró y dijo:
– No debería llevar ropa de color verde, ¿sabe? No le va nada bien. Pruebe con el rojo.
Otra vez volví a sentirme muy pequeña con mi jersey verde recién comprado en las rebajas [26] de El Corte Inglés.
<a l:href="#_ftnref24">[24]</a> El mojito es una bebida típica cubana a base de ron, hielo y hierbabuena.
<a l:href="#_ftnref24">[25]</a> El Hotel Habana Libre es el hotel más importante de La Habana. Antes de la revolución cubana formaba parte de la cadena Hilton.
<a l:href="#_ftnref26">[26]</a> Dos veces al año, en julio y en enero, todas la tiendas de ropa hacen rebajas, es decir, venden los productos a un precio mucho más bajo por ser fin de temporada. Las rebajas de El Corte Inglés son especialmente populares entre los madrileños.