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Todo empezó un miércoles por la mañana. Yo estaba en mi oficina, en la agencia de detectives privados. Sonó el teléfono y Margarita, la secretaria, respondió de mal humor. Margarita siempre se pone de mal humor cuando suena el teléfono y no es Tony, su novio, su gran amor.
– Lola, una llamada para ti, de «Publimasen» o «Publimagen» o algo así-dijo al pasarme la llamada.
– ¿Lola Lago? -preguntó una voz conocida.
– Sí, soy yo, ¿con quién hablo? -pregunté yo.
– Soy Alberto.
– Perdona, ¿Alberto qué? Ahora mismo no…
– Alberto Sanjuán.
Alberto es un antiguo novio mío, de cuando éramos estu-diantes. Él estudiaba Arquitectura y yo. Derecho. Ahora es un importante ejecutivo. Trabaja en una empresa de publi-cidad.
– ¡Alberto, hombre! ¿Qué tal? ¿Qué es de tu vida? [1]
– Bien, bien, bien…-dijo nervioso-. Mira, Lola, la verdad es que te llamo como amiga pero también como detective.
Te necesito. Ha pasado algo horrible: han asesinado a mi jefe.
– ¿Al director de la agencia de publicidad?
– Sí, a Ignacio Zabaleta. Parece que fue anoche. ¿Puedes venir ahora mismo?
– Sí, sí puedo. ¿Dónde estás?
– Aquí en la agencia, en «Publimagen». Paseo de La Habana, 5.
– Voy para allá. ¿Ha llegado ya la policía?
– Sí. Esto está lleno de policías.
– Bueno, pues, hasta ahora.
– Gracias, Lola. ¿Sabes…? La policía cree que yo… Bueno, nada, luego te explico.
Alberto Sanjuán, mi viejo amigo, estaba asustado. Y Alberto no se asusta fácilmente. Lo conozco muy bien.
<a l:href="#_ftnref1">[1]</a> ¿Qué es de tu vida? Es un saludo que se utiliza en situaciones informales cuando encontramos a alguien que hace mucho tiempo que no hemos visto.