173997.fb2
A nuestra oficina, por la tarde, vino Alberto Sanjuán.
– Han confesado, ¿no? -le pregunté.
– Sí, todo pasó como tú pensabas. Lola… no sé cómo darte las gracias… Eres maravillosa, como detective y como mujer.
Yo…
– De momento invítame a cenar esta noche, ¿vale? Pero nada de hamburguesas, ¿eh?
– ¡No! Si ya no como hamburguesas… No te lo vas a creer.
He aprendido a cocinar. Es mi hobby. Ahora estoy haciendo un curso de cocina tailandesa.
– ¡No puede ser!
– Quedamos a las nueve en tu casa, ¿vale?