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Al rato llegaron mis dos socios. Paco y Miguel. Paco, comiendo bombones «made in Canadá», naturalmente.
En unos minutos les expliqué todo lo que yo sabía del caso Zabaleta: quién era Alberto, quién era Ignacio Zabaleta, la puerta cerrada con llave de la oficina, la carta de despido, el anónimo,…
– Y eso es todo lo que sabemos -terminé diciendo.
Los tres nos quedamos callados un momento. Los tres sabíamos que era un caso importante y, probablemente, difícil.
– ¿Por dónde empezamos? -preguntó Paco con la boca llena de chocolate canadiense.
– Hay que hablar con todos, con la secretaria… ¿Cómo has dicho que se llama? -dijo Miguel.
– Blanca Fanjuí -dijo Paco.
– Eso, con Blanca Fanjuí, con la mujer, con los otros empleados de «Plublimagen»…
– Quizá también con el político, con Juárez -añadió Paco.
– Yo sé cómo llegar hasta él. Un compañero mío de la Universidad es su asesor de imagen -dijo Miguel.
– ¡Caramba! ¡Qué compañeros de Universidad tan importantes tenéis! -dijo Paco comiéndose otro bombón.
– Entonces tú, Miguel, te ocupas de Juárez y su partido.
¿Y tú Paco?
– Yo puedo hablar con el Inspector Gil. Lo conozco un poco. No es mala persona pero no le gustan las «defectivas» -dijo Paco mirándome a mí.
– El clásico machito español, vaya.
– Eso.
– Pues, vale, de acuerdo, habla tú con él. Será lo mejor.
– Hay que saber que ha dicho el médico forense. Tenemos que saber a qué hora murió y si fue o no un suicidio. Yo voy a hablar con la secretaria, con Blanca Fanjuí, y con la mujer de Zabaleta -dijo Miguel.
– La rica heredera… -comentó Paco.
– Mucho dinero, ¿no? -añadió Miguel.
– Sí, muchísimo. Y un seguro de vida muy alto, según me ha dicho Alberto -dije yo.
– ¿Crees que puede haber sido la mujer? -preguntó Miguel.
– Estaba en La Habana…
– ¿Seguro?
– Creo que sí.
– Tengo una idea -dijo Paco de pronto-. Yo tengo una amiga en La Habana, una bailarina: Ifigenia López. ¡Qué mujer! Inteligente, guapa…
– ¿Fabricante de chocolate? -pregunté yo.
– No, eso no. La conocí el pasado año cuando estuve de vacaciones en Cuba [16].
Paco suspiró. Se pone romántico cuando se acuerda de alguno de sus amores.
– Vale. Entonces tú. Paco, te pones en contacto con la bailarina cubana…
– Ifigenia.
– Eso, con «tu» Ifigenia.
– Seguro que puede ayudarnos.
<a l:href="#_ftnref16">[16]</a> Muchos españoles suelen elegir Cuba como destino de vacaciones.