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Tennessee pasó rápido para quienes dormían en el asiento trasero, pues como Mustafá y Abdulá compartieron el volante durante los trescientos cincuenta kilómetros que separan Memphis de Nashville, Rafi y Zuhaid no hicieron más que dormir. Un kilómetro y tres cuartos por minuto, calculó. Lo que equivalía a… Unas veinticuatro horas más. Pensó aunentar la velocidad, acelerar el viaje, pero no, eso era una estupidez. Correr riesgos innecesarios siempre era una estupidez. ¿No habían aprendido eso de los israelíes? El enemigo siempre esperaba, como un tigre dormido. Despertarlo innecesariamente era una tontería muy grande. Sólo despertabas al tigre cuando tu fusil estaba bien apuntado, de modo que viera que le habías ganado de mano y no podía hacer nada. Que se despertara apenas el tiempo suficiente como para darse cuenta de lo estúpido que había sido, para que sintiera miedo. Estados Unidos conocería el miedo. A pesar de todas sus armas y su astucia, todas estas personas arrogantes temblarían.
Se encontró con que sonreía en la oscuridad. El sol se había puesto otra vez y los faros del auto perforaban conos blancos en la oscuridad, iluminando las líneas blancas de la autopista, que pasaban como flechas por sus ojos mientras avanzaba hacia el este a una velocidad pareja de ciento cuatro kilómetros por hora.
Ahora, los gemelos se despertaban a las seis de la mañana para salir a hacer su cotidiana docena de ejercicios sin supervisión de Pete Alexander la cual, habían decidido, en realidad no necesitaban. La carrera les estaba resultando más fácil a ambos y los demás ejercicios ya eran cosa de rutina. A las siete y cuarto, habían terminado con todo e iban a desayunar y a la primera sesión de entrenamiento mental con su oficial.
"Esas zapatillas no dan más, hermano", observó Dominic.
"sí, asintió Brian echando una triste mirada a sus viejas Nike. "Me han servido bien por unos cuantos años, pero creo que deben irse al cielo de las zapatillas".
"Foot Locker en el centro comercial". Se refería al centro de compras Fashion Square, al pie de la colina de Charlottesville.
"Mmm, tal vez un bistec con queso para la comida de mañana".
"Por mí, genial, hermano", asintió Dominic. "No hay nada como la grasa, la gordura y el colesterol para la hora de la comida, especialmente acompañadas de papas fritas con queso. Siempre que tus zapatillas vivan un día más".
"Eh, Enzo, me gusta el olor. Estas zapatillas me acompañan desde hace tiempo".
"Igual que esas mugrosas camisetas. Demonios, Aldo, ¿no puedes vestirte bien alguna vez?"
"Déjame seguir usando mi ropa de fajina, amigo. Me gusta ser infante de marina. Siempre sabes dónde estás".
"Sí, entre la mierda", observó Dominic.
"Tal vez sea así, pero allí trabajas con gente de categoría". Y no agregó que estaban todos de tu lado y todos llevaban armas automáticas. Les daba una sensación de seguridad que es raro encontrar en la vida civil.
"¿Salen a comer, eh?", preguntó Alexander.
"Tal vez mañana", respondió Dominic. "Luego, necesitamos organizar un funeral decente para las zapatillas de correr de Aldo. ¿Tienes una lata de Lysol por aquí, Pete?"
Alexander lanzó una carcajada. "Creí que nunca me lo preguntarías"-
"Sabes, Dominic", dijo Brian alzando la vista de sus huevos, "si no fueras mi hermano no te lo permitiría".
"¿De veras?", el Caruso FBI le arrojó un muffin. "Juro que ustedes los infantes de marina son pura cháchara. Siempre ganaba yo cuando éramos niños", le comunicó a Pete.
Los ojos de Brian casi saltaron de sus órbitas."iMientes!"
Comenzaba otro día de entrenamiento.
Una hora más tarde, Jack estaba otra vez en su puesto de trabajo. Uda bm Sali había disfrutado otra noche atlética, otra vez con Rosalie Parker. Se ve que ella le gustaba mucho. Se preguntó cómo reaccionaría el saudita si se enterara de que tras cada sesión ella le transmitía un informe pormenorizado al Servicio de Seguridad Británico. Pero para ella, los negocios son negocios, lo cual, de haberse sabido, habría desinflado unos cuantos egos masculinos en la capital británica. Sali sin duda debía de tener un considerable ego, pensó Jack. A las nueve menos cuarto entró Wills con una bolsa de Dunkin'Donuts.
"Eh, Anthony, ¿qué se cuenta?"
"Tú dirás", replicó Wills. "¿Quieres?"
"Gracias, compañero. Bueno, Uda volvió a hacer ejercicio anoche".
"La juventud es maravillosa, pero los jóvenes no saben aprovecharla".
"George Bernard Shaw, ¿no?"
"Sabía que eras culto. Sali descubrió un juguete nuevo hace unos años, y seguirá jugando con él hasta que se le rompa o se le caiga. Debe de ser duro para el equipo de seguimiento saber que mientras ellos están parados bajo la lluvia fría él está engrasando el hurón en su casa". Era una línea de Los Soprano de HBD, que Wills admiraba.
¿Crees que son los mismos a quienes ella entrega su informe?"
"No, ésa es tarea de los muchachos de Thames House. Después de un tiempo debe de perder encanto. Así y todo, es una pena que no nos envíen las transcripciones", agregó con una risita. "Tal vez fuera bueno para hacernos circular la sangre por la mañana".
"Gracias, siempre puedo comprarme una revista Hustier si me siento lujurioso por la noche".
"El nuestro no es un negocio limpio, Jack. La gente que investigamos no es de la que invitarías a cenar a tu casa".
"Eh, me recuerda a la Casa Blanca. La mitad de los invitados a la Cena de Estado, papá apenas si podía estrecharles la mano. Pero el secretario Adler le dijo que había que hacerlo, de modo que papá fue amable con los hijos de puta. La política también atrae gente de la hez".
"Amén. ¿Alguna novedad con respecto a Sali?"
"Todavía no repasé los movimientos de dinero de ayer. Eh, si Cunningham da con algo importante, ¿qué ocurre?"
"Eso lo deciden Gerry y el personal jerárquico". No dijo tu categoría es demasiado baja para que te andes preocupando por eso, pero de todos modos Junior entendió el mensaje.
"¿Y, Dave?", preguntaba Gerry Hendley en ese momento.
"Lava dinero y se lo envía a personas desconocidas. Banco de Liechtenstein. Si debiera adivinar, te diría que es para cubrir cuentas de tarjetas de crédito. Ese Banco suministra Visa o MasterCard, de modo que bien podría ser para cubrir tarjetas de crédito para personas desconocidas. Puede tratarse de una amante o un amigo íntimo o alguien en quien tengamos un interés directo".
"¿Hay forma de averiguarlo?", preguntó Tom Davis.
"Usan los mismos programas de contabilidad que cualquier otro Banco", respondió Cunningham, lo cual significaba que, con un poco de paciencia, el Campus podía meterse y averiguar más. Claro que había dispositivos contra la intrusión. Era una tarea que era mejor dejarle a la NSA, que la destinaría a uno de sus magos de la computación. Ello implicarfa falsificar una solicitud de la CIA para que se hiciese el trabajo y eso, le parecía al contador, era un poco más difícil que sólo tipear una nota en la terminal de una computadora. También sospechaba que el Campus tenía personas dentro de ambas agencias de inteligencia que podían realizar la falsificación sin dejar registro documental alguno.
"¿Es estrictamente necesario?"
"Tal vez en aproximadamente una semana más pueda encontrar más datos. Este Sali puede ser sólo un chico rico que está jugando a la pelota en medio de la calle, pero… mi olfato me dice que es un participante de alguna clase", admitió Cunningham. Había desarrollado buen instinto con el correr de los años, que había contribuido a que dos jerarcas de la mafia se alojaran ahora en dos solitarias celdas en Marion, Illinois. Pero sus anteriores y actuales jefes confiaban en sus instintos más que él mismo. Aunque era contador de carrera y tenía la nariz de un sabueso, era modesto al referirse a sus propias habilidades.
"¿Te parece que una semana?"
Dave asintió con la cabeza. "Aproximadamente".
"¿Qué tal el joven Ryan?"
"Buenos instintos. Dio con algo que la mayoría de la gente no habría notado. Tal vez sea porque es joven. Objetivo joven, sabueso joven. Generalmente, eso no funciona. Esta vez…, pareciera que tal vez sí. Sabes, cuando su padre designó a Pat Martin como Fiscal General, oí algunas cosas con respecto a Jack padre. A Pat realmente le caía bien y trabajé lo suficiente con el señor Martin como para respetarlo mucho. Este muchacho puede llegar a tener una buena carrera. Claro que tomará unos diez años saber si realmente es así.
"No se supone que nosotros creamos en la selección genética, Dave".
"Los números son números, señor Davis. Algunos tienen olfato, otros no. No se puede decir que ya lo tenga, pero va en esa dirección". Cunningham había participado en la creación de la Unidad Especial de Contabilidad del Departamento de Justicia, que se especializaba en rastrear dinero de los terroristas. Todos necesitan dinero para operar y el dinero siempre deja un rastro en algún lugar, pero era más fácil dar con ese rastro después de cometido el hecho que antes. Era bueno para investigar, pero no tan bueno como defensa activa.
"Gracias, Dave", se despidió Hendley. "Manténnos informados, por favor".
"Sí, señor". Cunningham recogió sus papeles y se marchó.
"Sabes, sería un poco más efectivo si tuviera personalidad", dijo Davis quince segundos después de que se cerrara la puerta".
"Nadie es perfecto, Tom. Es el mejor que hubo en Justicia para este tipo de cosas. Apuesto a que cuando pesca, al irse no deja nada en el lago".
"No lo discuto, Gerry"
"De modo que este caballero, Sali, ¿puede ser un banquero de los malos?"
"Parece una posibilidad. Langley y Fort Meade aún tienen dudas sobre qué está pasando", prosiguió Hendley.
"Vi la documentación. Mucho papel y pocos datos duros". En el negocio del análisis de inteligencia, se llegaba muy rápido a la fase especulativa, al momento en que analistas expertos comenzaban a aplicar el miedo a los datos con que contaban, siguiéndolos hasta Dios sabe dónde, tratando de leer las mentes de personas que no hablaban mucho, ni siquiera entre sí. ¿Podía haber personas ahí fuera que llevaran ántrax o viruela en un frasquito en su neceser? ¿Cómo demonios podían saberlo? Una vez, les habían hecho eso a los Estados Unidos, pero cuando uno se ponía a pensar en todas las cosas que les habían hecho a los Estados Unidos, cosas que le habían dado al país y a su gente la confianza para enfrentar prácticamente cualquier cosa, pero que también les habían hecho darse cuenta de que podían pasar malas cosas aquí mismo y que no siempre sería posible identificar a quienes las hacían. El nuevo Presidente no ofrecía ninguna seguridad de que se podría detener o castigar a esa gente. Eso, en sí y de por sí, era un grave problema.
"Sabes, somos víctimas de nuestro propio éxito", dijo quedamente el ex senador. "Nos las hemos compuesto para lidiar con todo estado-nación que se nos haya cruzado en el camino, pero estos bastardos invisibles que trabajan para su visión de Dios son más difíciles de identificar y rastrear. Dios es omnipresente. También lo son sus agentes pervertidos".
"Gerry, amigo, si fuese fácil, no estaríamos aquí'.
"Tom, gracias a Dios que puedo contar contigo para que me des sostén moral.
"Vivimos en un mundo imperfecto, sabes. No siempre llueve lo suficiente como para que crezca el grano y cuando llueve, a veces se desborda el río. Me lo enseñó mi padre".
"Siempre te lo quise preguntar, ¿cómo demonios fue a dar tu familia a Nebraska?"
"Mi bisabuelo era soldado montado, Noveno de Caballería, regimiento negro. No tuvo ganas de regresar a Georgia cuando cumplió con su tiempo de enganche. Pasó algún tiempo en Fort Crook, cerca de amaha, y no le gustó mucho el invierno. De modo que se compró un trozo de tierra cerca de Seneca y se dedicó a cultivar maíz. Así comenzó la historia para nosotros los Davis".
"¿No había Ku Klux Klan en Nebraska?"
"No, se quedaban en Indiana. De todas formas, las granjas de allí eran más pequeñas. Cuando mi bisabuelo comenzaba, cazó algunos bisontes. Sobre el hogar de casa cuelga una cabeza enorme. Aún hoy huele. Ahora, papá y mi hermano cazan más que nada antílope de cuernos largos, allí lo llaman 'chivo veloz'. Nunca me gustó el sabor".
"¿Qué te dice tu olfato sobre esta nueva información, Tom?", preguntó Hendley.
"No tengo intención de ir a Nueva York por ahora, compadre".
Al este de Knoxville, la ruta se dividía. La 1-40 iba hacia el este. La 1-81 iba hacia el norte, y ésta es la que tomó el Ford alquilado, atravesando las montañas que exploró Daniel Boone cuando la frontera occidental de los Estados Unidos apenas si perdía de vista el océano Atlántico. Una señal indicaba un desvío que conducía a la casa de alguien llamado Davy Crockett. Quién sabe quién sería, pensó Abdulá mientras conducía montaña abajo por un bonito desfiladero. Finalmente, al llegar a una ciudad llamada Bristol, llegaron a Virginia, última frontera territorial importante. Calculó que faltarían unas seis horas. Aquí, bajo la luz del sol, la tierra era de un lozano verdor, y había potreros y granjas lecheras a uno y otro lado del camino. Hasta había iglesias, por lo general edificios de madera pintados de blanco con torres coronadas de cruces. Cristianos. Estaba claro que dominaban el país.
Infieles.
Enemigos.
Objetivos.
Debían ocuparse de las armas que llevaban en el maletero. Primero, al norte por la 1-81 hasta la 1-64. Hacía tiempo que conocía el trayecto de memoria. Sin duda, los otros tres equipos ya estarían en sus puestos. Des Moines, Colorado Springs, Sacramento. Cada una era lo suficientemente grande como para tener al menos un buen centro de compras. Dos eran capitales de provincia. Ninguna de ellas, sin embargo, era una ciudad importante. Eran parte de la llamada "América Media", donde vivía la "buena" gente, donde los estadounidenses "comunes" y "laboriosos" establecían sus hogares, donde se sentían a salvo, lejos de los grandes centros de poder -y corrupción. Pocos judíos, tal vez ni uno, vivían en esas ciudades. Bueno sí, tal vez algunos. Los judíos solían tener joyerías. Tal vez incluso en los centros comerciales. Sería un premio adicional, pero sólo para ser recogido si se ofrecía por casualidad. Su verdadero objetivo era matar estadounidenses del común, los que se sentían a salvo en el vientre más común de los Estados Unidos. Pronto aprenderían que la seguridad en este mundo es ilusoria. Aprenderían que el rayo de Alá los alcanza a todos.
"¿Así que aquí está?", preguntó Tom Davis.
"Sí, aquí lo tiene", replicó el doctor Pasternak. "Tenga cuidado. Está cargado. ¿Ve el indicador rojo? El que tiene indicador azul está vacío".
"Qué contiene?"
"Succinylcolina, un relajante muscular, esencialmente una forma sintética y más poderosa del curare. Bloquea todos los músculos, incluido el diafragma. No te permite respirar, hablar ni moverte. Estás totalmente consciente. Sería una muerte horrible", agregó el médico en tono frío y distante.
"¿Por qué?", preguntó Hendley.
"No puedes respirar. El corazón entra rápidamente en anoxia, esencialmente se trata de un ataque al corazón generalizado inducido. No debe ser agradable".
"¿Luego qué?"
"Bueno, los síntomas tardarán unos quince segundos en aparecer. En treinta segundos más, se presentan los efectos totales de la droga. La víctima se desplomará a los, digamos, noventa segundos de la inyección. El corazón quedará sin oxígeno. Tratará de latir, pero no estará enviando oxígeno a ninguna parte del cuerpo, ni a sí mismo. El tejido cardíaco tardará en morir unos dos o tres minutos -que serán muy dolorosos. En aproximadamente tres minutos sobrevendrá la inconsciencia, a no ser que la víctima se haya estado ejercitando inmediatamente antes, en cuyo caso el cerebro estará lleno de oxígeno. Por lo común, el cerebro cuenta con unos tres minutos de oxigenación para seguir funcionando sin ingreso adicional de oxígeno, pero más o menos a los tres minutos -a partir de la aparición de los síntomas, es decir unos cuatro minutos y medio después de la aplicación- la víctima perderá la conciencia. La muerte cerebral completa tendrá lugar unos tres minutos más tarde. Después, la succinylcolina se metabolizará en el cuerpo, aún después de la muerte. No del todo, pero sí tanto como para que sólo un patólogo muy alerta la detecte en un examen toxicológico, y eso sólo si espera encontrarla. El único truco es lograr inyectar al objetivo en las nalgas".
"¿Por qué ahí?", preguntó Davis.
"La droga funciona en forma óptima mediante inyección intramuscular. Cuando llegan cadáveres para exámenes forenses, están boca arriba, de modo de poder ver y extraer los órganos. Es raro que den vuelta un cuerpo. Ahora bien, esto de la inyección deja una marca, pero es difícil distinguirla, aun bajo circunstancias ideales y entonces, sólo si uno sabe dónde buscarla. Ni siquiera los adictos a las drogas -ésa sería una de las cosas que verificarían- se inyectan en el trasero. Parecerá un ataque al corazón inexplicado. Ocurren a diario. Infrecuentes, pero de ningún modo desconocidos. Puede desencadenarlos, por ejemplo, una taquicardia. El bolígrafo inyector es similar a la jeringa que usan los diabéticos de Tipo 1. Sus mecánicos la disimularon muy bien. Hasta sirve para escribir, pero cuando se rota el cañón, cambia de bolígrafo a jeringa. Una carga de gas contenida en la parte superior inyecta el agente de transferencia. Es probable que la víctima lo note, como un aguijonazo, pero menos doloroso, pero un minuto y medio más tarde ya no se lo comentará a nadie. Lo más probable es que -a lo sumo- diga 'iAy!' sin mucho vigor y se frote el punto. Como si te picara un mosquito en el cuello. Tal vez le darías una palmada, pero no llamarías a la policía".
Davis tomó el bolígrafo seguro "azul". Era un poco grande, como el que podría usar un niño de seis años que llega a su primer bolígrafo después de un par de años de lápices gruesos y lápices de cera. Así que uno se acercaba al sujeto, la sacaba del bolsillo de la chaqueta, la movía como acuchillando de revés y seguía su camino. Tu apoyo vería cómo el sujeto caía en la acera, hasta tal vez se detuviera a prestar asistencia, vería cómo el hijo de puta moría, se incorporaría y seguiría su camino -o tal vez llamaría una ambulancia para poder enviar el cuerpo al hospital para que lo desarmaran bajo adecuada supervisión médica.
"¿Tom?"
"Me gusta, Gerry", replicó Davis. "Doc, ¿cuánto confía en que esta sustancia se disipa una vez que el sujeto cae?"
"Confío", respondió el doctor Pastemak, y sus interlocutores recordaron que era profesor de anestesiología de la Facultad de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia. Probablemente, supiera lo que hacía. Además, habían confiado en él lo suficiente como para iniciarlo en los secretos del Campus. Ahora era un poco tarde para dejar de confiar. "Es simplemente bioquímica básica. La succinylcolina está compuesta de dos moléculas de acetilcolina. Las esterasas del cuerpo descomponen esa sustancia en acetilcolina bastante rápido, de modo que es muy probable que sea indetectable, aun por parte de un integrante del Columbia Presbyterian. Lo único difícil: hacerlo sin que nadie lo note. Por ejemplo, si alguien lo llevara al consultorio de un médico, bastará con inyectarle clorhidrato de potasio. Eso haría fibrilar el corazón. Cuando las células mueren, de todas maneras producen potasio, de modo que no se detectaría el incremento relativo, pero sería difícil ocultar una marca de inyección intravenosa. Hay muchas formas de hacer esto. Sólo tuve que buscar una que pueda ser aplicada en forma conveniente por alguien que no tenga un entrenamiento especial. En lo práctico, ni un patólogo realmente bueno podría dictaminar con exactitud la causa de la muerte -y se daría cuenta de que es así, y eso lo inquietaría- pero eso sólo ocurriría si quien examina el cadáver es muy talentoso. No hay muchos así. Digo, el mejor que tienen en Columbia es Rich Richards. Realmente detesta no saber algo. Es un verdadero intelectual, le gusta resolver problemas y es un bioquímico genial además de excelente médico. Le pregunté acerca de esto y me dijo que sería muy difícil aun si tiene algún indicio de qué dirección seguir. Por lo común, hay elementos externos en juego, la química específica del cuerpo de la víctima, qué comió o bebió, la temperatura ambiente sería un factor importante. En un día frío de invierno, al aire libre, tal vez las esteras no puedan descomponer la succinylcolina debido a la disminución de los procedimientos químicos".
"¿Así que no hay que usarla en enero en Moscú?", preguntó Hendley. Toda esa ciencia le costaba un poco, pero Pastemak.conocía su oficio.
El profesor sonrió. Cruelmente. "Correcto. Ni en Minneápolis".
"¿Muerte horrible?", preguntó Davis.
"Decididamente desagradable".
"¿Reversible?"
Pastemak meneó la cabeza. "Una vez que la succinylcolina está en el torrente sanguíneo, no se puede hacer nada… bueno, en teoría podrías poner al tipo en un respirador artificial y hacerlo respirar así hasta que metabolice la droga -he visto eso con el Pavulon en el quirófano- pero sería un caso extremo. Es teóricamente posible que sobreviva pero muy, muy poco probable. Hay gente que sobrevivió a un tiro en el entrecejo, señores, pero no ocurre muy a menudo que digamos".
"¿Cuán fuerte deberías pinchar a tu objetivo?", preguntó Davis.
"No mucho, sólo un buen pinchazo. Lo suficiente como para atravesarle la ropa. Un abrigo grueso representaría un problema, debido al largo de la aguja. Pero un traje de calle normal no representa un problema'
"¿Puede haber alguien inmune a esa droga?", preguntó Hendley, "No a ésta. Sería un caso entre mil millones".
"¿No hay posibilidades de que emita algún sonido?"
"Como expliqué, sería, como máximo, una picadura de abeja -más que la de un mosquito, pero no lo suficiente como para gritar de dolor. A lo sumo, puede esperarse que la víctima se muestre desconcertada, que se dé vuelta para ver qué le pasó, pero el agente seguirá andando normalmente, no corriendo. En esas condiciones, sin tener a quién gritarle, y como la incomodidad inicial es transitoria, la reacción más probable sería frotarse el lugar del pinchazo y seguir andando… unos, digamos, diez metros más"
"De modo que de acción rápida, letal e indetectable, ¿verdad?"
"Las tres cosas", asintió el doctor Pastemak.
"¿Cómo se recarga?", preguntó Davis. Maldita sea, ¿cómo la CIA nunca inventó algo así de bueno? Por cierto, tampoco la KGB.
"Desatornillas el cañón, así -mostró- "y lo desarmas. Con una jeringa normal, inyectas otra dosis de droga, y cambias la carga de gas. Estas capsulitas de gas son lo único difícil de manufacturar. Arrojas la usada al tacho de la basura o a la alcantarilla -sólo tienen cuatro milímetros de largo y dos de ancho- y pones una nueva. Cuando atornillas el reemplazo, una pequeña púa al fondo del cañón lo perfora y recarga el sistema. Las cápsulas de gas están cubiertas de una sustancia pegajosa que hace difícil que se caigan de la mano". y en un instante, la azul quedó lista para actuar, claro que sin succinylcolina. "Por supuesto que hay que tener cuidado con la jeringa, pero habría que ser muy estúpido para pincharse. Si en el dossier de tu hombre incluyes que sea diabético, tendrás una explicación para que emplee jeringas. Hay una tarjeta identificatoria que te permite obtener nuevas dosis de insulina en cualquier lugar del mundo, y la diabetes no tiene síntomas externos".
"Dígame, doctor", observó Tom Davis, "¿Se puede administrar otra sustancia de esta forma?"
"La toxina del botulismo es igualmente letal. Es una neurotoxina; bloquea las transmisiones nerviosas y provoca la muerte por asfixia, también bastante rápido, pero es fácilmente detectable en la autopsia y su presencia sería un poco difícil de explicar. Se consigue con bastante facilidad, pero en dosis de microgramos, porque se usa en cirugía cosmética".
"¿Los doctores les inyectan eso en la cara a las mujeres, verdad?"
"Sólo los estúpidos. Saca las arrugas, pero como mata los nervios de la cara, tampoco puedes sonreír mucho que digamos. No es exactamente mi campo. Hay muchas sustancias tóxicas y letales. Lo que hizo que esto fuera un problema era que debía combinar acción rápida con detección difícil. Otra forma rápida de matar a alguien es clavar un cuchillo pequeño en la base de la columna vertebral, donde la médula espinal entra en el cerebro. El asunto es que tienes que ponerte detrás de la víctima con un cuchillo y lograr que no se te atasque entre las vértebras -a esa distancia, ¿por qué no usar una pistola.22 con silenciador? Es rápido pero deja huellas. Este método puede pasar fácilmente por un ataque cardíaco. Es casi perfecto", concluyó el médico, con voz tan fría que casi hacía caer nieve sobre la alfombra.
"Richard", dijo Hendley, "te mereces tus honorarios".
El profesor de anestesiología se puso de pie y miró su reloj. "No hay honorarios, senador. Hago esto por mi hermano menor. Hágame saber si me necesita para algo más, tengo que tomar el tren de regreso a Nueva York"iPor Dios!", dijo Tom Davis cuando el médico partió, "Siempre supe que los médicos pensaban maldades".
Hendley tomó el paquete de su escritorio, Contenía diez "bolígrafos", con instrucciones impresas por computadora para su empleo, una bolsa de plástico llena de cápsulas de gas y un lote de jeringas descartables. "Su hermano y él debían de ser muy amigos"
"¿Lo conocías?", preguntó Davis.
"Sí. Buen tipo, esposa y tres hijos. Se llamaba Bemard, graduado de la Harvard Bussiness School, inteligente, muy buen agente de Bolsa. Trabajaba en el piso noventa y siete de la Torre Uno. Dejó mucho dinero, al menos, su familia quedó bien provista, Algo es algo",
"Es bueno tener a Rich de nuestro lado", pensó Davis en voz alta, conteniendo el escalofrío que le produjo su opinión. "Ya lo creo", asintió Gerry.
Debía haber sido un trayecto agradable. El tiempo era bueno y claro, la ruta estaba despejada y se dirigía al noroeste casi siempre en línea recta. Pero no era agradable. Mustafá no paraba de oír "¿Cuánto falta?" y "¿Ya llegamos?" desde el asiento trasero donde viajaban Rafi y Zuhayr, al punto de que en varias ocasiones pensó en detener el auto y estrangularlos. Tal vez ir en el asiento trasero fuera difícil pero él era quien debía ¡conducir el maldito auto!!! Tensión, la sentía, y probablemente también ellos, de modo que respiró hondo y se ordenó mantener la calma. Estaban a apenas cuatro horas de su destino, y ¿qué era eso en comparación a su viaje transcontinental? Ciertamente era más que lo que el Santo Profeta nunca hubiese andado ni cabalgado de Medina a La Meca y viceversa, pero detuvo ese pensamiento de inmediato. No tenía la estatura como para compararse con Mahoma, ¿verdad? No, claro que no. De una cosa estaba seguro, Cuando llegara a destino, iba a bañarse y a dormir cuanto pudiera. Cuatro horas hasta que pueda descansar se repetía a sí mismo, mientras Abdulá dormía en el asiento del acompañante.
El campus tenía su propia cafetería, cuya comida provenía de distintos proveedores, Hoy, venía de un deli de Baltimore llamado Atman's. cuya carne era buena, aunque no de categoría neoyorquina – decirlo podía llevarlo a tomarse a puñetazos, pensó mientras se servía una porción. ¿Qué beber? Ya que se trataba de una comida neoyorquina, bebería ice cream soda y también las papas fritas marca Utz, que eran locales y que comían en la Casa Blanca, porque su padre insistía en que así lo hicieran. Seguramente ahora comieran algo de Boston allí. No era exactamente una ciudad famosa por sus restaurantes, pero toda ciudad, hasta Washington DC, tiene un comedero decente.
Tony Wills, su habitual compañero de la hora de comer no estaba por ningún lado. De modo que miró alrededor y vio a Dave Cunningham comiendo solo, lo cual no era sorprendente. Jack se dirigió a él.
"Dave, ¿te molesta si me siento aquí?"
"Toma asiento", dijo Cunningham en tono bastante cordial.
"¿Cómo van esos números?"
"Excitantes", fue la increíble respuesta. Se explayó. "Sabes, es asombroso el acceso que tenemos a esos Bancos europeos. Si el Departamento de Justicia tuviese un acceso así, realmente limpiaría todo… el problema es que se trata de información que no puede presentarse en un tribunal".
"Sí, Dave, a veces la Constitución es un problema. Y esas malditas leyes de derechos civiles".
Cunningham estuvo a punto de ahogarse con su ensalada de huevo en pan blanco. "No empieces con eso. El FBI lleva adelante varias operaciones que son un poco dudosas -por lo general, porque algún informante nos da algo o por qué alguien preguntó, o no, y logran realizarlas- pero dentro de los límites de la justicia criminal. En general, es como parte de una negociación de apelación. No hay suficientes abogados deshonestos como para satisfacerlos a todos. Me refiero a los tipos de la mafia".
"Conozco a Pat Martin. Papá lo estima mucho".
"Es honesto y muy, muy inteligente. En realidad, debería ser juez. Esa es la tarea adecuada para los abogados honestos".
"No les pagan muy bien". El salario oficial de Jack en el Campus estaba bien por encima del de cualquier empleado del gobierno. Nada mal para ser el trabajo de más bajo nivel.
"Ése es un problema, pero…"
"Pero no hay nada de admirable en ser pobre, dice mi papá. Consideró la idea de reducir a cero los salarios de los funcionarios electos, para que aprendan qué es trabajar de verdad, pero finalmente decidió que los haría más vulnerables a la corrupción".
El contador tomó la posta: "Sabes, Jack, es increíble con qué poco puedes sobornar a un integrante del Congreso. Hace que sea difícil identificar los sobornos", refunfuñó. "Es como quien se mete entre la hierba para eludir un avión".
"¿Y nuestros amigos los terroristas?"
"A algunos les gusta vivir cómodos. Muchos vienen de familias adineradas y les gusta el lujo".
"Como Salí. Tiene gustos caros. Su auto cuesta mucho dinero. Muy poco práctico. El kilometraje que le suma debe de ser atroz, especialmente en una ciudad como Londres. Allí el combustible es muy caro".
"Pero se mueve sobre todo en taxis".
"Se lo puede permitir. Probablemente sea lo razonable. Estacionar en el distrito financiero también debe de ser caro y los taxis de Londres son buenos". Alzó la mirada. "Lo sabes. Has estado mucho en Londres".
"Un poco", asintió Jack. "Bonita ciudad, buena gente". No necesitó agregar que la protección del Servicio Secreto y de la policía local ayudaban. "¿Alguna otra idea sobre nuestro amigo Salí?"
"Debo estudiar más los datos pero, como dije, actúa como si estuviera en el juego. Si fuera un sospechoso de la mafia de Nueva York, diría que es un aprendiz de consíguere".
Jack estuvo a punto de atragantarse con su refresco: "¿Tan arriba?"
"La Regla Áurea, Jack. El que tiene el oro, hace las reglas. Salí tiene acceso a muchísimo dinero. Su familia es más rica de lo que puedas concebir. Está hablando de cuatro o cinco mil millones de dólares".
"¿Tanto?", se sorprendió Ryan.
"Échale otro vistazo a las cuentas que está aprendiendo a administrar. No ha especulado siquiera con el quince por ciento del total. Probablemente su padre limite lo que puede hacer. Recuerda que su especialidad es la conservación de capital. El dueño del dinero, su padre, no le va a dar el total para que juegue, por más títulos universitarios que tenga. En el negocio de las finanzas, lo que cuenta es lo que aprendes después que has colgado tu diploma en la pared. El muchacho promete, pero aún sigue su bragueta a todos lados. Eso no es raro en un joven rico, pero cuando uno tiene todos esos millones en el bolsillo, conviene controlar de cerca a quien los maneja, aunque sea tu propio hijo. Por otra parte, lo que parece estar financiando no es algo que realmente necesite mucho capital. Tú detectaste algunas especulaciones sobre los márgenes. Eso es astuto. ¿Notaste que para ir a Arabia Saudita alquila un jet privado?"
"Eh, no", admitió Jack. "No investigué ese aspecto. Simplemente di por sentado que va siempre en primera clase".
"Y así es, como lo hacían tu padre y tú. Verdadera primera clase. Jack, nada es tan pequeño que no merezca ser investigado".
"¿Qué opinas de su uso de tarjetas de crédito?"
"Totalmente rutinario. Pero eso en sí es digno de nota. Podría acreditar cualquier cosa que quisiera, pero parece pagar en efectivo muchos gastos, y gasta menos que la que distrae para usos propios. Como lo que gasta en esas putas. A los sauditas eso no les importa, de modo que paga en efectivo porque quiere, no porque debe hacerlo. Trata de mantener ocultos algunos aspectos de su vida por razones que a primera vista no están claras. Tal vez sea sólo por práctica. No me sorprendería enterarme de que tiene más tarjetas que las que conocemos -cuentas sin uso. Hoy por la tarde voy a dedicarme a sus cuentas de Banco. Aún no sabe cómo ocultarlas. Demasiado joven, demasiado inexperto, sin entrenamiento formal. Sí, creo que está en el juego y que espera pasar pronto a primera división. Los jóvenes ricos no se caracterizan por ser pacientes", concluyó Cunningham.
Me tendría que haber dado cuenta antes, se dijo Junior. Tengo que pensar más a fondo en esto. Otra lección importante. Nada es demasiado pequeño como para no ser investigado. ¿Con qué clase de persona estamos tratando? ¿Cómo ve el mundo? ¿Cómo quiere cambiar el mundo? Su padre siempre le decía que es importante ver el mundo a través de los ojos del adversario, meterse en su cerebro y sólo entonces mirar hacia afuera.
En lo que respecta a mujeres, Salí es un hombre guiado por sus pasiones ¿pero había algo más en eso? ¿Les pagaba a sus putas porque le gustaba joderlas o porque creía que así jodía al enemigo? Para el mundo islámico, los Estados Unidos y Gran Bretaña eran esencialmente el mismo enemigo. Mismo idioma. misma arrogancia, prácticamente las mismas fuerzas armadas, dado que británicos y estadounidenses cooperaban tan estrechamente en tantas cosas. Eso era digno de ser tomado en cuenta. No des nada por sentado si no miraste antes con sus ojos. No era un mala lección para una comida.
Roanoke pasó por la derecha y quedó atrás. A ambos lados de la 1-81 se veían ondulantes colinas verdes, más que nada granjas, muchas de ellas lecheras, a juzgar por las vacas. Carteles indicadores verdes conducían a lugares que, para sus propósitos, ni siquiera existían, y más de esas iglesias con aspecto de caja pintada. Pasaron autobuses escolares, pero no autos de policía. Había oído decir que en algunos estados de la Unión la policía caminera andaba en autos sin identificación, parecidos al suyo, pero, probablemente, provistos de antenas de radio.
Se preguntó si quienes los conducían aquí también llevarían sombreros de vaquero. Eso desentonaría visiblemente, a pesar de las muchas vacas que había en la región. "La Vaca", Segunda Sura del Corán, pensó. Si Alá te dice que sacrifiques una vaca, hazlo sin preguntar demasiado. Ni una vaca vieja, ni una vaca nueva, sólo una vaca que le agrade al Señor. ¿No complacían a Alá todos los sacrificios, en tanto no fueran hechos para jactarse? Sin duda que sí, si los Creyentes los ofrecían con humildad, pues Alá recibía con beneplácito y se complacía en las ofrendas de los verdaderos Creyentes.
Si.
Y él y sus amigos harán más sacrificios cuando matarán a los infieles.
Si.
Luego vio el indicador que anunciaba la CARRETERA INTERESTATAL 64. pero ésta era la oeste, no la que él debía tomar. Mustafá cerró los ojos y recordó el mapa que había mirado tantas veces. Al norte durante más o menos una hora, luego al este. Si.
"Brian, esas zapatillas se desintegrarán de aquí a pocos días".
"Mira, Dom, con ellas corrí por primera vez una milla en cuatro minutos y medio". Momentos como ése eran dignos de ser recordados y atesorados.
"Tal vez sea así, pero la próxima vez que lo intentes, se harán pedazos y te vas a joder el tobillo".
"¿Lo crees? Te apuesto un dólar a que te equivocas".
"Hecho", dijo Dominic de inmediato. Se estrecharon las manos para sellar formalmente la apuesta.
"A mí también me parecen bastante deshechas", observó Alexander.
"¿También me vas a comprar nuevas camisetas, mami?"
"Un mes más y se autodestruirán", pensó Dominic en voz alta.
"Sí, claro. Bueno, tiré bastante mejor que tú con mi Beretta esta mañana"
"A veces se tiene suerte", dijo Enzo. "Ve si logras repetirlo".
"Te apuesto cinco dólares a que sí.
"Hecho". Otro apretón de manos. "Me podría hacer rico así, dijo Dominic. Luego, llegó la hora de pensar en la cena. Esa noche tocaba ternera piccata. Le gustaba la buena carne de ternera y las carnicerías locales eran buenas. Pobres animales, pero no era él quien les cortaba el cuello.
Ahora sí: 1-64 en la próxima salida. Mustafá estaba lo suficientemente cansado como para cederle el volante a Abdulá, pero quería terminar él, y le parecía que podía aguantar una hora más. Se dirigían a un paso en la siguiente cadena montañosa. El tránsito era intenso, pero iba en dirección opuesta. Tomaron la carretera hacia… sí, ahí había un paso de montaña bajo, con un hotel del lado sur y luego un panorama a un muy agradable valle al sur. Un cartel proclamaba su nombre, pero las letras le parecieron demasiado confusas para que su cabeza las organizara en forma de palabra coherente. Sí observó el paisaje que se extendía a su derecha. Ni el paraíso podría haber sido más bonito -hasta había un lugar donde detenerse, bajar del auto y disfrutar del paisaje. Pero claro que no tenían tiempo para eso. Era adecuado que el camino que quedaba fuese una suave pendiente, que cambió por completo su estado de ánimo. Faltaba menos de una hora. Un cigarrillo más para festejar la sincronización. Atrás, Rafi y Zuhayr estaban despiertos otra vez, disfrutando del paisaje. Era la última vez que podrían hacerlo… Un día para descansar y reconocer -tiempo para coordinar vía correo electrónico con los otros tres equipos- y la misión quedaría cumplida. Luego vendría el Abrazo de Alá en Persona. Un pensamiento muy feliz.