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CAPÍTULO 15 Chaquetas rojas y sombreros negros

Dejaron que Jack hiciera el trabajo de computación, cruzando los mensajes de correo electrónico enviados y recibidos por Uda bm Sali ese día. Era un trabajo más bien pesado, ya que Jack tenía técnica pero no alma de contador. Pero no tardó en descubrir que la indicación de depositar dinero en la cuenta provino de alguien llamado SóMoHa@eurocom. net, quien se había conectado desde Austria mediante un número telefónico 800.

No podían seguir el rastro más allá de esto, pero ahora tenían un nuevo nombre en Internet al que estar atentos. Era la identidad cibernética de quien le daba órdenes a alguien de quien se sospechaba -se sabía- que era banquero de los terroristas, y eso era lo que hacía que Só[email protected] fuese particularmente interesante. A Wills le correspondía ocuparse de que la NS lo rastreara, a no ser que ellos mismos no la hubieran ya catalogado como "nickname interesante", como se llamaba a tales identidades. En la comunidad de quienes se manejan por computadora se da por sentado que tales identidades son casi totalmente anónimas, y así es, pero una vez que eran conocidas por las agencias relevantes, se las podía vigilar. Usualmente esto se hacía por medios ilegales, pero si la delgada línea entre la conducta legal e ilegal en Internet podía ser aprovechada por bromistas adolescentes, lo mismo podía decirse de la comunidad de inteligencia, cuyas computadoras eran difíciles de ubicar y aún más difíciles de intervenir. El problema más inmediato era que Eurocom.net no mantenía un almacenamiento a largo plazo de su tráfico de mensajes, y una vez que éstos caían de la RAM del servidor -al ser leídos por el destinatario al que iban dirigidos- esencialmente, se podía considerar que habían desaparecido para siempre. Tal vez la NSA tomaría nota de que este personaje le había escrito a Uda bm, pero lo hacían muchos otros, por temas vinculados al mercado cambiario y ni siquiera la NSA tenía suficientes recursos humanos como para leer y analizar cada mensaje de correo electrónico que se cruzaba en su camino virtual.

Los gemelos llegaron poco antes de las once de la mañana, guiados por las computadoras de GPS de sus automóviles. Sus idénticos Mercedes clase e fueron dirigidos al pequeño estacionamiento para visitantes ubicado exactamente detrás del edificio. Allí los recibió Sam Granger, les estrechó la mano y los hizo pasar al interior. Inmediatamente se los proveyó de pases que debían llevar prendidos en la solapa para que sortearan el control de seguridad, que Brian identificó de inmediato como suboficiales retirados de las fuerzas armadas.

"Bonito lugar", observó Brian mientras se dirigían a los ascensores.

Bell sonrió. "Sí, en la industria privada contratamos mejores decoradores". También ayudaba si uno compartía el gusto artístico de los decoradores en cuestión, lo cual, en su caso, afortunadamente era así.

"Hoy serán informados a fondo", dijo Bell preguntándose cuán cierto sería lo que acababa de decir.

La música funcional que sonaba en los ascensores no era más repugnante de lo habitual, mientras que el vestíbulo del piso superior – donde siempre estaba el jefe- no tenía nada fuera de lo común, aunque su aspecto anodino era más bien distinguido que vulgar.

"¿Así que diste con esto hoy?", preguntó Hendley. El nuevo chico, pensó, realmente tenía el olfato de su padre.

"Sólo lo vi en la pantalla y me llamó la atención", replicó Jack. Más o menos lo que cualquiera diría, pero la información había aparecido en su pantalla, no en la de otro. Los ojos del jefe se dirigieron a Wills, cuya habilidad analítica conocía bien. "Jack vigila a este tipo Sali desde hace un par de semanas. Pensábamos que podía tratarse de un jugador de las divisiones inferiores, pero hoy ha pasado a la primera, tal vez más arriba", especuló Tony. "Tiene un vínculo indirecto con lo ocurrido ayer". "La NSA ya dio con esto?", preguntó Hendley.

Wills meneó la cabeza. "No, y no creo que lo hagan. Es demasiado indirecto. Ellos y Langley están atentos a este tipo, pero como barómetro, no como participante". A no ser que alguno de ellos tenga un momento de lucidez, no necesitó agregar. A veces eso ocurría, sólo que no con mucha frecuencia. En ambas burocracias, los atisbos de procedimientos alternativos a menudo se perdían en el sistema o quedaba sepultados por aquellos a quienes no se les había ocurrido. Todos los sitios del mundo tienen su ortodoxia y guay de quienes pretendan desviarse de ella.

Los ojos de Hendley barrieron las dos páginas del documento. "Cómo se mueve, ¿eh?" Luego, su teléfono sonó y lo atendió. "Bien, Helen, que pasen… Rick Bell viene con estas personas de las que hablamos", le explicó a Wills.

La puerta se abrió y los ojos de Jack Jr. se abrieron en una expresión de sorpresa.

También los de Brian. "¿Jack? ¿Qué haces aquí?"

Un instante después, la expresión de Dominic también cambió. "iEh, Jack! ¿Cómo va?", exclamó.

En cuanto a Hendley, su rostro tomó una expresión de incomodidad. No había pensado a fondo en esto, un error infrecuente por tratarse de él. Pero la habitación sólo tenía una puerta, si uno no contaba la de su baño privado.

Los tres primos se estrecharon las manos, ignorando por el momento a su jefe, hasta que Rick Bell se hizo cargo de la situación.

"Brian, Dominic, éste es el gran jefe, Gerry Hendley". Los recién llegados y Gerry se estrecharon las manos.

"Rick, gracias por traer esa información. Ambos han hecho un buen trabajo", dijo Hendley como despedida.

"Bueno, vuelvo a la terminal. Nos vemos, muchachos", les dijo Jack a sus primos.

Lo sorprendente del momento no se disipó de inmediato, pero Brian y Dominic tomaron asiento y dejaron de lado por el momento lo que les pareció una "casualidad" deliberada.

"Bienvenidos", les dijo Hendley, reclinándose en su silla. En fin, se habrían enterado tarde o temprano, ¿no? "Pete Alexander me dice que se desempeñaron muy bien en la grania".

"Fue un poco aburrido", respondió Brian.

"Así es entrenar", dijo Bell con educada compasión.

"¿Qué me cuentan de lo ocurrido ayer?", preguntó Hendley.

Brian fue el primero en hablar. "No tuvo nada de divertido. Se pareció mucho a esa emboscada en Mganistán. iBum! comenzó y tuvimos que hacerle frente. Lo bueno es que los malos no eran demasiado inteligentes. En vez de actuar como equipo, lo hicieron como agentes libres. Si hubiesen estado debidamente entrenados – si hubieran actuado con un equipo con seguridad adecuada- habría sido distinto. Como ocurrieron las cosas, sólo fue cuestión de eliminarlos de a uno. ¿Alguna idea de quiénes eran?"

"Lo que el FBI sabe hasta ahora es que parecen haber entrado en el país vía México. Su primo ha identificado su fuente de financiación. Es un saudita que vive en Londres, que posiblemente será uno de sus respaldos. Todos ellos eran árabes. Cinco de ellos fueron identificados positivamente como saudíes. Las armas fueron robadas hace unos diez años. Los cuatro grupos alquilaron sus autos en Las Cruces, Nuevo México, y probablemente fueron hasta sus objetivos en forma independiente. Hemos rastreado sus trayectos a través de sus compras de combustible".

"¿Motivos estrictamente ideológicos?", preguntó Dominic.

Hendley asintió. "Religioso; su versión de eso, sí. Así parece".

"¿El Buró me está buscando?", preguntó Dominic.

"Hoy debes llamar a Gus Werner para que pueda cumplir con su papeleo, pero no creas que te llamarán la atención. Ya tienes una historia de fachada".

"De acuerdo".

Brian habló: "Supongo que para esto nos estuvieron entrenando. Para cazar a gente de ésta antes de que puedan causar más daño aquí.

"Es más o menos así, confirmó Hendley.

"De acuerdo", dijo Brian, "estoy dispuesto a hacerlo".

"Se pondrán en campaha juntos, bajo la fachada de que se dedican a la banca y los negocios. Los instruiremos en lo que deban saber para mantener la fachada. Operarán sobre todo desde una oficina virtual vía computadora portátil".

"¿Y la seguridad?", preguntó Dominic.

"Ése no será un problema", le aseguró Bell. "Las computadoras son tan seguras como pueden serlo, y pueden servir de teléfono vía Internet cuando sean necesarias comunicaciones verbales. Los sistemas de encripción son altamente seguros", enfatizó.

"De acuerdo", dijo Dominic, dudando. Pete le había dicho más o menos lo mismo, pero no confiaba del todo en los sistemas de encripción. Los sistemas de radiotransmisión del FBI, aunque se suponía que eran seguros hablan sido violados una o dos veces, por delincuentes inteligentes o por enfermos de las computadoras, de los que llamaban a la delegación de campo del FBI para comunicarles lo astutos que eran. "¿Y nuestra protección legal?"

"Lo mejor que podemos ofrecer es esto", dijo Hendley, alcanzándole un legajo. Dominic lo tomó y lo hojeó. Sus ojos se abrieron.

"iVaya! ¿Cómo demonios consiguió esto?", preguntó. El único indulto presidencial que hubiera visto estaba en un libro de texto legal. Aunque éste estaba firmado, estaba en blanco. ¿Un indulto en blanco? Caramba.

"Dímelo tú", sugirió Hendley.

La firma le dio la respuesta y recordó sus estudios de abogacía. Ese indulto era indiscutible. Ni la Suprema Corte podría rechazarlo, porque la autoridad soberana del presidente para indultar era tan explícita como la libertad de expresión. Pero no serviría de mucho fuera del país. "De modo que deberemos eliminar gente aquí".

"Es posible", confirmó Hendley.

"¿Somos los primeros tiradores del equipo?", preguntó Brian.

"Correcto", respondió el ex senador.

"¿Cómo lo haremos?"

"Eso dependerá de la misión", respondió BelI. "Para la mayor parte de ellas, contamos con una nueva arma, ciento por ciento efectiva y muy discreta. Probablemente mañana sepan todo al respecto".

"¿Tenemos prisa?", preguntó Brian.

"Ya nos quitamos los guantes del todo", les dijo Bell a ambos. "Su blanco serán personas que han hecho, planean hacer o apoyan misiones destinadas a provocar serios daños a su país y sus ciudadanos. No estamos hablando de asesinatos políticos. Nuestros blancos serán exclusivamente personas comprometidas en actividades criminales".

"La cosa va más lejos. No somos los verdugos oficiales del estado de Texas, ¿verdad?", preguntó Dominic.

"No, no lo son. Eso va por fuera del sistema legal. Procuraremos neutralizar fuerzas enemigas mediante la eliminación de personal relevante- Ello debiera, por lo menos, entorpecer su capacidad de operar, y esperemos que también fuerce a sus dirigentes a asomar la cabeza, de modo que también nos podamos ocupar de ellos".

"De modo que esto – Dominic cerró el legajo y se lo devolvió a su anfitrión- es un permiso de caza, sin límite para cobrarse piezas y de temporada permanente".

"Así es, pero dentro de límites razonables".

"Está bien", observó Brian. Recordó que sólo veinticuatro horas atrás había tenido en sus brazos a un chiquito agonizante. "¿Cuándo comenzamos el trabajo?"

Hendley se hizo cargo de la respuesta:

"Pronto".

"Eh, Tony, ¿qué hacían aquí?"

"Jack, yo no sabía que vendrían hoy".

"No me has contestado". Los ojos azules de Jack tenían una dureza poco habitual.

"Ya has deducido para qué existe este lugar, ¿no?"

Y eso era respuesta suficiente. Ajá. ¿Sus propios primos? Bueno, uno era infante de marina, y el del FBI -el abogado, como Jack lo había considerado alguna vez- había sacado del medio a un pervertido en Alabama. Lo había leído en los diarios, y hasta lo había comentado brevemente con su padre. Era difícil desaprobarlo, siempre que hubiera ocurrido dentro de los límites de la ley, pero Dominic siempre había respetado las reglas -ése era prácticamente el lema de la familia Ryan. Y era probable que Brian hubiese hecho algo en la infantería de marina que le ganó notoriedad. En la secundaria, Brian había sido el típico jugador de fútbol, mientras su hermano había tendido más bien al equipo de debates. Pero Dominic no era cobarde. Al menos un delincuente había aprendido esto por las malas. Tal vez hubiera personas que necesitaban aprender que no se jode con un país grande que tiene hombres de verdad a su servicio. Todo tigre tiene dientes y garras…

Y en los Estados Unidos, los tigres eran grandes.

Alcanzada esa conclusión, decidió volver a buscar a Só[email protected]. Tal vez los tigres fueran a buscar alimento. Eso le dejaba a él el papel de perdiguero. Le gustaba. Había algunas aves a las que tenían que retirarles el carné de vuelo. Se las ingeniaría para investigar esa identifición a través de los intervenciones de la NSA en la jungla de las cibercomunicaciones del mundo. Todo animal dejaba un rastro y él lo seguiría con el olfato. Bueno, pensó Jack, a fin de cuentas este trabajo tenía cosas divertidas, ahora que veía cuál era el objetivo.

Mohammed trabajaba en su computadora. Detrás de él, la televisión seguía repitiendo lo de la "falla de inteligencia", lo cual lo hizo sonreír. Sólo tendría como resultado disminuir aún más la capacidad de la inteligencia estadounidense, especialmente con las distracciones operativas que indudablemente producirían las audiencias del Congreso de los Estados Unidos. Era bueno tener aliados como ésos en el país-objetivo. No eran muy distintos de los jerarcas de su propia organización, quienes procuraban que el mundo coincidiera con lo que ellos opinaban más que con las realidades de la vida. La diferencia era que sus jerarcas al menos lo escuchaban a él, porque él obtenía resultados verificables, que, afortunadamente, coincidían con las visiones abstractas de ellos sobre la vida y la muerte. A Mohammed no le importaba que fueran estúpidos. Había que emplear las herramientas disponibles y, en este caso, lo que tenía eran martillos con que aplanar los clavos cuyas cabezas sobresalían en el mundo.

Miró su correo electrónico para ver si Uda había obedecido sus instrucciones con respecto al aspecto bancario. Estrictamente hablando, habría podido dejar que las cuentas de Visa simplemente se extinguieran, pero en ese caso cabía la posibilidad de que algún comedido empleado bancario hurgara para ver por qué no había sido pagada la última remesa de cuentas. Mejor, pensó, dejar un poco de dinero de más en la cuenta y dejarla activa, pero latente, porque a un Banco no le incomodaría tener un exceso de efectivo en una bóveda electrónica y si esa cuenta quedaba latente, a ningún empleado bancario se le ocurriría investigarla. Cosas como ésa pasaban todo el tiempo. Se aseguró de que el número de cuenta y la clave de acceso permanecieran ocultas en su computadora, en un documento que sólo él conocía.

Consideró la posibilidad de enviarles una carta de agradecimiento a sus contactos colombianos,pero los mensajes no esenciales eran una pérdida de tiempo, además de una invitación a la vulnerabilidad. Los mensajes no se enviaban para entretenerse o para mostrar buena educación. Sólo cuando era estrictamente necesario y de la forma más breve posible. Sabía lo suficiente como para temer la capacidad de los estadounidenses para obtener inteligencia electrónica. Los medios de prensa occidentales hablaban mucho de "escuchas", de modo que su organización había abandonado por completo el empleo de los teléfonos satelitales que tan prácticos les habían resultado. En lugar de eso, confiaban en mensajeros, que transmitían información que memorizaban cuidadosamente. Era incómodamente lento, pero tenía la ventaja de ser completamente seguro… a no ser que el mensajero resultara corrompido de alguna manera. Nada era totalmente seguro.Todo sistema tenía sus debilidades. Pero de lo disponible, lo mejor era Internet. Las cuentas individuales eran maravillosamente anónimas, dado que podían ser obtenidas por terceros no identificados, tras lo cual las identidades eran transferidas a los verdaderos usuarios finales, que por lo tanto sólo existían en forma de electrones o ratones -tan parecidos entre sí como los granos de arena del Cuadrante Vacío, seguras y anónimas hasta lo imposible. y había literalmente miles de millones de mensajes de Internet por día. Tal vez Alá estuviera al tanto de cada uno de ellos, pero sólo porque Alá conocía la mente y el corazón de todos los hombres, capacidad que no había transmitido ni siquiera a Los Creyentes. De modo que Mohammed, que rara vez se sentía a salvo quedándose en el mismo lugar por más de tres días, se sentía libre para usar su computadora a discreción.

El Servicio de Seguridad Británico, cuyo cuartel general estaba en Thames House, río arriba del Palacio de Westminster mantenía literalmente cientos de miles de intervenciones telefónicas -las leyes de privacidad del Reino Unido eran mucho más amplias que las de los Estados Unidos… en lo que hace a las agencias del Estado- cuatro de las cuales se centraban en Uda bm Sali. Uda se aplicaba a su teléfono celular, que rara vez daba algo valioso. Las cuentas de correo electrónico de su trabajo en el distrito financiero y de su casa eran las más valiosas, ya que desconfiaba de las comunicaciones verbales y prefería el correo electrónico para todos sus contactos importantes con el mundo exterior. Esos incluían los mensajes de y a su país natal, que en general eran para asegurarle a su padre de que el dinero de la familia estaba seguro. Curiosamente, no se molestaba en usar un programa de encripción, pues daba por sentado que el mero volumen de mensajes que manejaba la web bastaba para excluir la posibilidad de vigilancia oficial. Además, había muchas personas en Londres que se dedicaban al negocio de la preservación de capitales -muchas de las propiedades más valiosas de la ciudad estaban a nombre de extranjeros- y el tráfico de dinero era algo que la mayor parte de las personas que estaban en el juego encontraba aburrido. El alfabeto del dinero tenía pocas letras y al fin y al cabo su poesía no conmovía el alma.

Pero su correo electrónico nunca sonaba sin producir un eco en Thames House y esos fragmentos de señales iban al Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno -GCHQ- en Cheltenham, al noroeste de Londres, desde donde eran transmitidas vía satélite a Fort Belvoir, Virginia, desde donde iban por fibra óptica a Fort Meade, Maryland, para ser inspeccionadas ante todo por una de las supercomputadoras alojadas en el sótano enorme y extrañamente parecido a una prisión del cuartel general. Desde allí, el material que se consideraba importante iba al cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, tras pasar por el techo plano de cierto edificio, tras lo cual las señales eran digeridas por otra serie de computadoras.

"Algo nuevo del señor 56", dijo Junior casi para sí mismo, refiriéndose a Só[email protected]. Tuvo que pensar durante algunos segundos. Consistía ante todo en números. Pero uno de los números era la dirección electrónica de un Banco comercial europeo. El señor 56 quería dinero, al parecer, y ahora que sabían que el señor 56 era un "jugador", tenían una nueva cuenta bancaria que vigilar. Lo harían al día siguiente. Podía llegar incluso a conducirlos a un nombre y una dirección, según cómo fueran los procedimientos internos del Banco. Pero lo más probable era que eso no ocurriera. Todos los Bancos internacionales tendían a adoptar idénticos procedimientos para mantener ventajas comparativas con respecto a la competencia, de modo de que el campo de juego fuese totalmente llano y lo más atractivo posible para los depositantes. Cada persona tiene su propia versión de la realidad, pero el dinero de todos es igualmente verde -o naranja, en el caso del euro, decorado con edificios nunca construidos y puentes jamás cruzados. Jack tomó las notas necesarias y apagó su máquina. Mañana a la noche cenaría con Brian y Dominic, más que nada para ponerse al día con asuntos de familia. Había un nuevo restaurante especializado en pescado en la U.S. 29 que quería probar. y su jornada laboral había terminado. Jack tomó algunas notas para la mañana del lunes – no tenía intención de ir a trabajar el domingo, emergencia nacional o no. Uda bm Sali merecía ser seguido muy de cerca. No estaba seguro de cuán cerca, pero había comenzado a sospechar que Sali se encontraría con una o dos personas que conocía bien.

"¿Cuándo?" En boca de Brian Caruso, había sido una pregunta un poco inapropiada, pero viniendo de Hendley, era bastante más urgente dar una respuesta.

"Bueno, tenemos que elaborar alguna clase de plan", replicó Sam Granger. A todos los que trabajaban les ocurría lo mismo. Lo que en abstracto parecía muy simple se volvía más complejo cuando había que ocuparse de aspectos prácticos. "Primero, necesitamos una lista de blancos lógicos, luego, un plan para ocupamos de ellos en forma lógica también".

"¿Concepto operativo?", se preguntó Tom Davis en voz alta.

"La idea es moverse con lógica -desde nuestro punto de vista, pero para quien lo vea desde fuera tiene que parecer aleatorio- de blanco en blanco, hacerles sacar la cabeza de a uno, de modo que podamos encargamos por turno. Es un concepto simple, pero difícil de poner en práctica". Era mucho más fácil mover piezas en un tablero que manejar personas para que fueran, siguiendo órdenes, al cuadrado deseado, hecho frecuentemente ignorado por quienes dirigen películas. Algo tan prosaico como perder el autobús o un accidente de tránsito, o la necesidad de orinar podía desbaratar el más elegante plan teórico. Uno debía recordar que ei mundo opera en forma análoga, no digital. y "análogo" en realidad significa "desprolijo'.

"De modo que crees que necesitamos recurrir a un psiquiatra".

Sam meneó la cabeza. "Los tienen en Langley. No les ha servido de mucho.

"Ya lo creo que es cierto", dijo Davis. Pero no era momento de humoradas. "Velocidad", observó.

"Sí, cuanto más rápido mejor", asintió Granger. "Que no tengan tiempo de reaccionar ni pensar"

"También sería bueno que no se den cuenta de que se trata de una operación planificada", dijo Hendley.

"¿Que desaparezcan?"

"Si muchas personas sufren aparentes ataques cardíacos. alguien comenzará a sospechar".

"¿Crees que tengan infiltrada alguna de nuestra agencias?", se preguntó en voz alta el ex senador. Los otros dos dieron un respingo al oirlo.

"Depende de qué quieras decir", respondió Davis. "¿Un agente infiltrado? Eso sería difícil de implementar, a no ser que se hiciese con un soborno bien jugoso, y aun en ese caso no sería fácil, a no ser que haya alguno en la Agencia que se dirija a ellos en busca de dinero. Tal vez sea una posibilidad", agregó tras reflexionar por un momento. "Los rusos siempre fueron mezquinos con el dinero -no tenían muchas divisas fuertes para repartir. En cambio esta gente, bueno, tiene más de las que necesita. Así que… quizás…"

"Pero eso nos favorece", afirmó Hendley. "No hay demasiada gente en la Agencia que sepa de nuestra existencia. De modo que si comienzan a creer que la CIA está liquidando gente, podrían usar a su agente infiltrado, en caso de que éste exista, que les dirá que no es así.

"De ese modo, hasta sus mejores recursos les jugarían en contra", especuló Granger.

"Pensarían que se trata del Mossad, ¿no?"

"¿Quién si no?", respondió Davis. "Su propia ideología trabaja contra ellos". Se trataba de un ardid empleado en raras ocasiones -algunas de ellas exitosas- contra la KGB. No hay nada mejor que hacer que el otro se crea muy listo, y si les complicaba la vida a los israelíes, ello no les quitaría el sueño a muchos integrantes de la comunidad de inteligencia estadounidense. "Aliados" o no, los israelíes no eran muy amados por sus colegas estadounidenses. Incluso había ocasiones en que los espías sauditas colaboraban con ellos, porque en ocasiones los intereses nacionales se superponían en formas totalmente inesperadas. Pero para esta jugada, los estadounidenses sólo cuidarían de su propio país, y lo harían en forma totalmente extraoficial.

"Los blancos que tenemos identificados ¿dónde están?", preguntó Hend ley.

"En toda Europa. Tienden a ser banqueros o gente del área de comunicaciones. Mueven fondos o transmiten mensajes. Hay uno que parece recoger inteligencia. Viaja mucho. Tal vez haya seleccionado los objetivos atacados ayer, pero no lo seguimos desde hace suficiente tiempo como para saber si es así. Tenemos algunos blancos dedicados a las comunicaciones, pero queremos dejar a ésos en paz. Son demasiado valiosos- Otra preocupación es evitar los blancos cuya eliminación pueda indicarle al enemigo quién los entregó. Tiene que parecer aleatorio. Creo que en algunos casos hay que hacer que parezca que se cambiaron de bando- Que aceptaron dinero y desertaron -se dedican a la buena vida y desaparecieron de la faz de la tierra. Hasta podemos dejar mensajes de correo electrónico que apunten en esa dirección".

¿Y si tienen un código que demuestra que los mensajes realmente son de ellos y no de alguien que se ha apoderado de sus computadoras?", preguntó Davis.

"Eso juega en contra pero también a favor de nosotros. Arreglárselas para desaparecer de modo que los demás crean que uno ha sido eliminado es una jugada natural. Nadie va a salir a buscar un muerto, ¿verdad? Esa debe ser una de sus preocupaciones. Nos odian porque corrompemos sus sociedades, de modo que deben de saber que su gente puede ser corrompida. Deben de tener gente valiente, y otra cobarde. No son todos iguales. No son robots. Claro que algunos son verdaderos creyentes, pero otros están metidos porque lo encuentran excitante, divertido o glamoroso, pero cuando las cosas se ponen feas, les atraerá más la vida que la muerte". Granger conocía a las personas y a sus motivaciones y sabía que no, no eran robots. De hecho, cuanto más inteligentes fueran, menos los atraerían las motivaciones simples. Era interesante que la mayor parte de los extremistas musulmanes o estaban en Europa o se habían educado allí. En esa confortable matriz, habían quedado aislados de su medio étnico -pero también habían sido liberados de las sociedades represivas de donde provenían. La revolución siempre fue hija del aumento de las expectativas -no un producto de la opresión, sino de la protoliberación. Esta era una época de confusión en lo personal, una época en la que se buscaban nuevas identidades, un período de vulnerabilidad psicológica en que era necesaria un anda a la que uno se aferraba, fuera cual fuera. Era triste tener que matar a personas que, básicamente, estaban confundidas, pero habían elegido su senda libre, ya que no inteligentemente y, si la senda los llevaba a un mal destino, ello no era culpa de sus víctimas, ¿verdad?"

El pescado estaba muy bueno. Jack probó el pescado costero, róbalo listado de la bahía de Chesapeake. Brian optó por el salmón y Dominic por la perca de mar hojaldrada. Brian escogió el vino, un blanco francés del valle del Loira.

"Entonces, ¿cómo demonios llegaste a este lugar?", le preguntó Dominic a su primo.

"Estaba buscando algo, y esto me interesó. De modo que lo investigué, y cuanto más cosas sabía, más raro me parecía. De modo que vine a hablar con Gerry y lo convencí de que me diera un trabajo".

"¿Un trabajo de qué?"

"Lo llaman análisis, pero es más bien como leer mentes. Hay un tipo en particular, de nombre árabe, especula en Londres. Más que nada dinero de su familia, trata de proteger el capital de su padre -un bonito capital", les aseguró Jack a sus compañeros. "Invierte en bienes inmuebles. Buena forma de preservar el capital. El mercado de Londres no da indicios de caer, ni siquiera a largo plazo. El duque de Westminster – uno de los individuos más ricos del mundo. Es el dueño de la mayor parte del centro de Londres. Nuestro amiguito busca emular a Su Gracia".

"¿Qué más?"

"Depositó dinero en cierta cuenta de Banco que es la fuente de pagos para un lote de tarjetas Visa, a cuatro de cuyos usuarios ustedes conocieron ayer". Aún no se había cerrado el círculo, pero el FBI no tardaría en hacerlo. "En su correo electrónico se refirió a los 'maravillosos sucesos' de ayer".

"¿Cómo accediste a su correo electrónico?", preguntó Dominic.

"No puedo decírtelo. Tendrás que preguntarle a otro".

"Apuesto que a unas diez millas en esa dirección", dijo Dominic señalando al noroeste. La comunidad de espías tendía a trabajar en líneas que normalmente le estaban vedadas al Buró Federal de Investigaciones Como sea, el primo Jack mantuvo una expresión razonablemente vacua que no le habría sido demasiado útil en una mesa de póquer en que se jugara fuerte.

"Así que financia a mala gente", dijo Brian.

"Correcto".

"Entonces, él no debe de ser buena gente", continuó razonando Brian.

"Probablemente no", asintió Junior.

"Tal vez nos reunamos con él ¿Qué más puedes decimos?", continuo Brian.

"Vive en un lugar caro, una casa sobre Berkeley Square – bonita parte de Londres, a un par de cuadras de la Embajada de los Estados Unidos. Le gusta divertirse sexualmente con putas. En particular una muchacha llamada Rosalie Parker. El Servicio de Seguridad Británico lo mantiene vigilado y cada tanto reciben un informe de su chica favorita -la Parker. Le paga bien, en efectivo. Al parecer, la señorita Parker es muy apreciada por gente de dinero. Supongo que hará bien su trabajo", dijo Jack con desagrado. "Hay una nueva foto en el legajo de la computadora. tiene más o menos nuestra edad, cutis trigueño, una especie de barba -como la que alguien se dejaría para parecer sexy, ¿sabes? Anda en un Aston Martin. Buen auto. Pero normalmente se desplaza por Londres en taxi. No tiene residencia de campo, pero los fines de semana se suele ir a hoteles en el campo, con la señorita Parker o alguna otra novia de alquiler. Trabaja en el centro, en el distrito financiero. Tiene una oficina en el edificio de seguros Lloyd's, creo que en el tercer piso. Hace tres o cuatro operaciones a la semana. Creo que más que nada está ahí sentado mirando los indicadores de Bolsa y la TV, lee los diarios, cosas así.

"De modo que es un chico rico en busca de un poco de excitación para su vida", resumió Dominic.

"Correcto. El problema es que sale y juega en la calle, en medio del tránsito".

"Eso es peligroso, Jack", señaló Brian. "Puede costarle a alguien una píldora para el dolor de cabeza calibre 356". Brian se estaba metiendo en el juego, anticipando el momento en que conocería al tipo que financió la muerte de David Prentiss.

Y, de pronto, Jack se dio cuenta de que a la señorita Rosalie Parker de Londres tal vez ya nadie le regalaría más bolsos de Louis Vuitton. Bueno, lo más seguro era que ya tuviera planeado un confortable retiro, si era tan astuta como creía la gente del Servicio de Seguridad y de la División Especial.

"¿Cómo está tu padre?", preguntó Dominic.

"Escribe sus memorias", respondió Jack. "Me pregunto cuánto podrá contar allí. Saben, ni siquiera mamá sabe mucho acerca de lo que él hizo en la CIA, y lo poco que yo sé… bueno, hay muchas cosas acerca de las cuales no puede escribir. Hasta hay cosas que ya no son de actualidad, pero que de todas formas no puede contar como realmente fueron".

"Como cuando logró que desertara el jefe de la KGB. Ésa debe de ser una buena historia. El tipo salió por TV. Supongo que aún está furioso con tu papá por haberle impedido apoderarse de la Unión Soviética. Probablemente cree que podría haberla salvado".

"Tal vez. No hay duda de que papá tiene muchos secretos. Al igual que algunos de sus compañeros de la agencia. Hay uno en particular, un tal Clark. Mete miedo, pero papá y él son muy amigos. Creo que ahora está en Inglaterra, al frente de esa nueva unidad antiterrorista de la que la prensa habla más o menos una vez al año, la que llaman 'los hombres de negro'

"Existen", dijo Brian. "Están en Hereford, Gales. No son tan secretos. El jefe de nuestra fuerza de reconocimiento estuvo allí entrenando con ellos. Yo nunca fui, pero conozco a dos tipos que estuvieron. Ellos y las SAS británicas. Son soldados en serio".

"¿Cuánto llegaste a meterte, Aldo?", le preguntó su hermano.

"Eh, la comunidad de operaciones especiales es muy unida. Entrenamos en forma combinada, compartimos equipos nuevos, todo eso. Lo más importante es cuando nos reunimos a beber unas cervezas y compartir historias de guerra. Cada uno tiene su forma de ver los problemas y, sabes, a veces la del otro es mejor que la tuya. La gente del equipo Arco Iris -ése es el nombre de lo que la prensa llama 'hombres de negro'- sabe mucho, pero ha aprendido una o dos cosas de nosotros a lo largo de los años. El asunto es que son lo suficientemente astutos como para escuchar nuevas ideas. Su jefe, este Clark, se dice que es muy inteligente".

"Lo es. Lo conozco. Papá cree que es lo máximo". Hizo una pausa antes de continuar. "Hendley también lo conoce. No sé por qué no está aquí. Lo pregunté el primer día que estuve aquí. Tal vez sea demasiado viejo".

"¿Es de los que aprietan el gatillo?"

"Un día se lo pregunté a papá. Papá me dijo que no podía decírme lo es su forma de decir sí. Será que lo pesqué desprevenido. Lo curioso de papá es que no sabe mentir bien".

"Supongo que por eso le gustaría tanto ser Presidente".

"Sí, creo que ése fue el principal motivo de su renuncia. Supuso que el tío Robby podría hacerlo mejor que él.

"Hasta que ese chiflado hijo de puta lo mató", observó Dominic. El asesino, un tal Duane Farmer, estaba por ser ejecutado en Mississippi Los diarios lo llamaron "el último integrante del Klan", y lo era, un fanático prejuicioso de sesenta y ocho años que no toleraba la idea de un presidente negro, de modo que lo mató, con el revólver que usaba su abuelo en la Primera Guerra Mundial.

"Eso fue malo", asintió John Patrick Ryan Jr. "Saben, de no haber sido por él, yo no habría nacido. Es una de las grandes historias de mi familia. La versión del tío Robby era particularmente buena. Era bueno para relatar. Papá y él eran muy amigos. Después que mataron a Robby, los desgraciados de los políticos no sabían qué hacer. Algunos de ellos querían que papá volviera a la lid, pero no lo hizo y supongo que de esa forma contribuyó a que eligieran a ese Kealty. Papá no lo soporta. Ser amable con la gente que odia es otra cosa que nunca aprendió. Simplemente no le gustaba mucho vivir en la Casa Blanca".

"Era buen Presidente", opinó Dominic.

"Díselo tú. A mamá tampoco le molestó renunciar. Esa tarea de Primera Dama le impedía trabajar como doctora y realmente detestaba lo que les hacía a Kyle y Katie. Saben, hay un dicho que dice que el lugar más peligroso es la distancia entre una madre y sus hijos, y es cierto. La única vez que la vi perder los estribos -papá lo hace mucho más a menudo que mamá- fue una vez que alguien le dijo que, por sus compromisos oficiales, no podría ir a un desfile en la guardería de Kyle. Se enloqueció de veras. Como sea, las niñeras eran una ayuda -y los periodistas la machacaban por ello, decían que no era propio de una estadounidense, todas esas cosas. Sabes, si alguien hubiera tomado una foto de papá meando, apuesto a que alguien había dicho que no lo hacia bien".

"Para eso están los críticos, para decir cuánto más inteligentes son que la persona que critican".

"Aldo, en el Buró los llamamos abogados u Oficina de Responsabilidad Profesional", les informó Dominic a todos. "Se les extrae el sentido del humor mediante un procedimiento quirúrgico cuando entran en funciones".

"Los infantes de marina también sufrimos a los reporteros -y apuesto a que ni uno de ellos pasó por nuestro campo de entrenamiento". Al menos los tipos de Inspección General habían pasado por el Entrenamiento Básico.

"Tendríamos que alegrarnos", afirmó Dominic, tomando su vaso de vino. "A nosotros nadie nos criticará".

"Si quiere vivir", agregó Jack con una risita. Al diablo, pensó, ¿qué demonios dirá papá cuando se entere de que yo trabajo aquí?