174274.fb2 Los dientes del tigre - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 8

Los dientes del tigre - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 8

CAPÍTULO 6 Adversarios

EL 747-400 aterrizó suavemente en Heathrow cinco minutos antes de lo previsto, a las 12:55 PM. Como el resto de los pasajeros, Mohammed no veía la hora de salir del amplio Boeing. Pasó, sonriendo educadamente, por el control de pasaportes, hizo uso del bailo y, sintiéndose un poco más humano otra vez, se dirigió a la sala de Air France para tomar el vuelo que lo llevaría a Niza. Faltaban noventa minutos para que el vuelo partiera y otros noventa para llegar a destino. En el taxi, exhibió el acento francés que se adquiere en las universidades inglesas. El conductor sólo lo corrigió en dos ocasiones y, al registrarse en el hotel, entregó su pasaporte británico -de mala gana, pero el pasaporte era un documento seguro que ya había usado muchas veces. El código de barras impreso en la portada de los nuevos pasaportes lo preocupaba. El suyo no lo tenía, pero cuando perdiera validez dentro de dos años, debería preocuparse por el hecho de que una computadora registraría todos sus movimientos. Bueno, tenía tres identidades británicas sólidas y seguras y era cuestión de obtener un pasaporte para cada una de ellas, manteniendo un perfil lo suficientemente bajo como para que a ningún policía británico se le ocurriera verificadas. Ninguna fachada era tan sólida como para soportar una investigación casual, mucho menos una que se hiciese en profundidad, y ese código de barras podía significar que algún día el funcionario de migraciones fuese alertado por su computadora, lo que sería seguido por la aparición de uno o dos policías. Los infieles les estaban complicando la vida a los fieles, pero eso era lo que hacían los infieles.

El hotel no tenía aire acondicionado, pero las ventanas se podían abrir, y la brisa del océano era agradable. Mohammed conectó su computadora al teléfono que había sobre el escritorio. Luego, la cama lo convocó, y cedió a sus encantos. Por más que viajase, no había dado con una cura para el jet lag. Por los siguientes dos días viviría a cigarrillos y café hasta que su reloj interno le indicase que ya se había ajustado. Miró su reloj. El hombre con que debía encontrarse tardaría aún cuatro horas, lo cual, pensó Mohammed, era una muestra de consideración. Cenaría cuando su cuerpo esperaba desayunar. Cigarrillos y café.

Era la hora del desayuno en Colombia. Tanto Pablo como Ernesto preferían la versión angloamericana, con tocino o jamón y huevos y el excelente café local.

"Y ¿cooperamos con el bandido de turbante?", preguntó Ernesto.

"No veo por qué no", replicó Pablo, echando crema en su taza. "Ganaremos mucho dinero, y la oportunidad de provocar el caos entre los norteamericanos conviene a nuestros intereses. Hará que sus guardias de frontera estén más atentos al paso de personas que al de mercaderías y no nos perjudicará directa ni indirectamente".

"Y si atrapan vivo a uno de estos musulmanes y lo hacen hablar?"

"Hablar de qué? ¿A quién conocerán más que a unos pocos coyotes mexicanos?", respondió Pablo.

"Sí, así es", asintió Ernesto. "Debes creer que soy una anciana miedosa".

"Jefe, el último que pensó eso de usted está muerto hace tiempo". Esto le ganó a Pablo un gruñido y una sonrisa torcida.

"Es cierto, pero sólo un tonto no es cauteloso cuando las policías de dos países lo persiguen".

"Bueno jefe, les damos a otros para que persigan, ¿no?"

Ernesto pensó que se estaba metiendo en un juego que podía ser peligroso. Sí, llegaría a un acuerdo con aliados de conveniencia, pero estaba usándolos, más que colaborando con ellos, al crear hombres de paja para que los norteamericanos los buscaran y mataran. Pero a estos fanáticos no les importaba si los mataban, ¿verdad? Buscaban morir. De modo que, al usarlos, él les hacía un favor a ellos, ¿no? Incluso podía -con mucho cuidado- traicionarlos entregándolos a los estadounidenses sin que se enfadaran. Además ¿cómo podía dañarlo? ¿En su propio terreno? "¿En Colombia? Difícil. No es que planeara derrotarlos, pero si lo hacía ¿cómo lo averiguarían? Si sus servicios de inteligencia eran tan buenos, no hubiesen necesitado recurrir a él. y si ni los yanquis ni tampoco su propio gobierno lo habían podido atrapar aquí en Colombia ¿cómo iban a hacerlo ellos?

"Pablo, ¿exactamente cómo nos comunicaremos con este individuo?"

"A través de la computadora. Tiene muchas direcciones de correo electrónico, todas de servidores europeos".

"Muy bien. Dile que sí, que el Consejo lo aprueba". No eran muchos los que sabían que Ernesto era el Consejo.

"Muy bien, jefe". y Pablo fue a su laptop. Su mensaje salió en menos de un minuto. Pablo sabía manejar computadoras. Así ocurre con la mayor parte de los delincuentes y terroristas internacionales.

Estaba en la tercera línea del e-mail: ", Juan, María está encinta. Tendrá gemelos". Tanto Mohammed como Pablo tenían los mejores programas de encriptación disponibles -programas que, al decir de quienes los vendían, nadie podía descifrar. Pero Mohammed creía esto tanto como en Santa Claus. Además, usar programas de ésos sólo hubiera hecho que sus e-mails fueran objeto de especial atención por parte de los programas de vigilancia que empleaban la Agencia Nacional de Seguridad, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico y el Directorio General Francés de Seguridad Exterior. Por no hablar de cualesquiera que fueran las agencias desconocidas que intervenían las comunicaciones internacionales, legalmente o no, ninguna de las cuales sentía simpatía por él y sus colegas. El Mossad israelí ciertamente pagaría mucho por su cabeza, aunque no sabían -ni podían saber- acerca de su papel en la eliminación de David Greengold.

Pablo y él habían acordado un código, frases inocentes que podían significar cualquier cosa, que podían ser enviadas por correo electrónico a otras direcciones, que a su vez las reenviaban. Sus cuentas electrónicas eran pagadas mediante tarjetas de crédito anónimas, y las cuentas en sí estaban basadas en grandes y completamente respetables servidores proveedores de Internet con base en Europa. A su modo, Internet era tan efectiva como las leyes bancarias suizas en lo que hace a anonimato. Los mensajes de correo electrónico que atravesaban diariamente el éter eran demasiados como para analizarlos todos, aun con ayuda de computadoras. Mientras no emplease palabras clave fácilmente detectables, pensaba Mohammed, sus mensajes seguirían siendo seguros.

De modo que los colombianos colaborarían -María estaba encinta. y tendría gemelos-, la operación podía empezar de inmediato. Se lo diría a sus invitados a la cena de esa noche, y el proceso comenzaría de inmediato. Era una noticia que hasta merecía uno o dos vasos de vino, a cuenta del clemente perdón de Alá.

El problema con correr por la mañana era que resultaba más aburrido que la página de sociales de un periódico de Arkansas -pero había que hacerlo, y los hermanos usaban ese tiempo para pensar… sobre todo en lo aburrido que era. Sólo duraba media hora. Dominic se estaba por comprar una pequeña radio portátil, pero nunca lo hacía. Nunca lograba acordarse de esas cosas cuando estaba en un centro comercial. y era probable que su hermano disfrutase de esa mierda. Sin duda, la infantería de marina hacía mal a la cabeza.

Luego, el desayuno.

"Bien, muchachos ¿están bien despiertos?", dijo Pete Alexander.

"¿Cómo es que usted no transpira por la mañana?", preguntó Brian. En la infantería de marina se contaban muchas cosas acerca de las Fuerzas especiales, ninguna de las cuales era buena y pocas que fueran verdaderas.

"Hacerse viejo tiene algunas ventajas", replicó el oficial de entrenamiento. "Una de ellas es que hay que cuidarse las rodillas".

"Muy bien. ¿Qué lecciones nos tocan hoy?", bastardo haragán no agregó el capitán."Cuándo tendremos esas computadoras?"

"Muy pronto".

"Dijo que la seguridad de encriptación es buena", dijo Dominic. "Cuán buena es 'muy buena'?"

"La NSA puede descifrarla, si ponen a trabajar sus megacomputadoras una semana entera sólo en eso. Si tienen tiempo, pueden descifrar cualquier cosa. Pueden descifrar casi todos los sistemas comerciales. Tienen un acuerdo con la mayor parte de los programadores", explicó. "y éstos están de acuerdo en colaborar… a cambio de unos pocos algoritmos de la NSA. Otros países podrían hacer lo mismo, pero entender a fondo la criptología requiere mucha experiencia y son pocos los que tienen suficientes recursos o el tiempo de adquirirla. De modo que un programa comercial puede hacerte las cosas difíciles, pero no demasiado difíciles si tienes el código fuente. Es por eso que nuestros adversarios procuran transmitirse los mensajes en encuentros personales o emplean códigos en vez de cifras, pero como eso lleva tanto tiempo, de a poco van dejando ese sistema de lado. Cuando se trata de material que transmiten con urgencia, a menudo lo podemos descifrar".

"Cuántos mensajes circulan por la web?", preguntó Dominic.

Alexander lanzó un suspiro. "Eso es lo difícil. Son miles de millones y los programas que tenemos para recorrerlos aún no son lo suficientemente buenos. Probablemente nunca lleguen a serio. Se trata de identificar la dirección del objetivo y centrarse allí. Lleva tiempo, pero la mayor parte de los malos no se cuidan mucho en la forma en que se conectan al sistema -y es difícil mantener muchas identidades distintas. Esos tipos no son superhombres, no tienen microcircuitos implantados en la cabeza. Así que cuando obtenemos alguna de sus computadoras, lo primero que hacemos es imprimir su libreta de direcciones. Eso es como encontrar una yeta de oro. Aunque a veces transmiten cosas sin sentido, lo que hace que Port Meade pase horas -hasta días- tratando de descifrar algo que no quiere decir nada. Los profesionales solían enviar nombres de la guía de teléfonos de Riga. No significan nada en ningún idioma que no sea elletón. Pero el mayor problema son los lingüistas. No tenemos suficiente gente que hable en árabe. Están trabajando en eso en Monterrey y en otras universidades. En este momento, los muchos universitarios que estudian árabe están recibiendo dinero. Pero no del Campus. Lo bueno es que nosotros obtenemos las traducciones de la NSA. No necesitamos muchos lingüistas".

"De modo que no estamos aquí para recoger inteligencia, ¿verdad?", preguntó Brian. Dominic ya había deducido la respuesta por su cuenta.

"No. Si consiguen algo, bien, veremos cómo lo usamos, pero nuestra tarea es actuar según la inteligencia que recibamos, no acumularla".

"De acuerdo, pero entonces volvemos a la pregunta original", observó Dominic. "De qué demonios se trata la misión?"

"Tú qué crees?", preguntó Alexander.

"Creo que es algo que no le hubiera gustado al señor Hoover".

"Correcto. Era todo un hijo de puta, pero cuidaba de los derechos civiles. En el Campus, no somos as!".

"Siga hablando", sugirió Brian.

"Nuestra tarea es actuar a partir de información de inteligencia. Tomar acciones decisivas':

"El término no es 'acción ejecutiva'?"

"Sólo en las películas", respondió Alexander,

"Por qué nosotros?", preguntó Dominic.

"Mira, el hecho es que la CIA es una organización del gobierno, Muchos caciques y pocos indios. ¿Cuántas agencias de gobierno incitan a sus agentes a que arriesguen la vida?", preguntó. "Aun si tienes éxito, los abogados y contadores, como patos, te picotearán hasta matarte. Así que si hay que sacar a alguien de este valle de lágrimas, la autorización tiene que venir del extremo de la línea, de la punta de la cadena de mandos. Gradualmente -bueno, no tan gradualmente- las decisiones se fueron haciendo responsabilidad del Gran Jefe que vive en el Ala Oeste. y no son muchos los presidentes que quieren que ese papel en particular aparezca en sus archivos personales, donde algún historiador puede encontrados y armar un escándalo. Así que nos alejamos de ese orden de cosas".

"Y no son muchos los problemas que no puedan resolverse con una bala de,45 en su debido tiempo y lugar", dijo Brian, como buen infante de marina que era.

Pete asintió: "Correcto".

"De modo que hablamos de asesinato político? Eso puede ser peligroso", observó Dominic.

"No, eso tiene demasiadas ramificaciones políticas. Cosas así no han ocurrido desde hace siglos, y ni siquiera entonces eran muy frecuentes. Sin embargo, hay personas que sería bueno que se reuniesen con Dios a la brevedad posible. y a veces, nos toca a nosotros combinar la cita".

"Maldita sea", dijo Dominic.

"Un minuto. ¿Quién lo autoriza?", preguntó el mayor Caruso,

"Nosotros".

“¿No el Presidente?"

Negó con la cabeza. "No. Como dije, no hay muchos presidentes con los cojones como para aprobar una cosa así. Se preocupan demasiado por los diarios".

"ay la ley", preguntó, como era de esperar, el agente especial Caruso.

"La ley es, como tan memorablemente dijiste una vez, que si le pateas el culo a un tigre, será mejor que tengas un plan para lidiar con sus dientes. Ustedes serán los dientes".

"Sólo nosotros?", preguntó Brian.

"No, no sólo ustedes, pero no necesitan saber qué otros pueda haber o no".

"Mierda Brian se reclinó en la silla.

"Quién creó este lugar, el Campus?"

"Alguien importante. Tiene una autorización que no puede ser reconocida. El Campus no tiene vínculo alguno con el gobierno. Ninguno", enfatizó Alexander.

"De modo que, técnicamente, vamos a balear gente por cuenta propia"

"No habrá muchos disparos. Tenemos otros métodos. Es probable que no usen muchas armas de fuego. Son difíciles de transportar, de pasar por aeropuertos".

"¿En acción sin armas?", preguntó Dominic. "Sin fachada alguna?"

"Tendrán una buena leyenda de fachada, pero no protección diplomática de ninguna especie. Vivirán según su ingenio. Ningún servicio de inteligencia extranjero tendrá forma de encontrarlos. El Campus no existe. No está en el presupuesto nacional, ni siquiera en el capítulo clandestino. Así, nadie puede rastrearnos a través del dinero. Claro que ésa es la forma de hacerlo. Es una de las formas que hay para rastrear a las personas. La fachada de ustedes será la de hombres de negocios internacionales, del rubro banca e inversiones. Se los educará en la terminología de modo que puedan, por ejemplo, mantener una conversación en un avión. La gente así no habla mucho de lo que hace, y así mantiene sus secretos de negocios. Así que si no eres muy comunicativo, a nadie le llamará la atención".

"Agente secreto, dijo quedamente Brian.

"Escogemos gente capaz de pensar sobre la marcha, que se maneje sola y que no se desmaye cuando ve sangre. Ustedes dos han matado. En ambos casos, se enfrentaron a lo inesperado y ambos manejaron la situación eficientemente. Ninguno tuvo remordimientos. Esa será su tarea".

"Con qué protección contaremos?", preguntó el del FB!.

"Como en el juego del Monopoli: toca una tarjeta de salga-de-la-cárcel gratis a cada uno".

"Y una mierda", dijo Dominic. "Eso no existe".

"Un indulto presidencial firmado", aclaró Alexander.

"Embromar Brian pensó por un momento. "Fue el tío Jack, ¿verdad?"

"No puedo responder a eso, pero si quieren, pueden ver sus permisos antes de ponerse en acción"

Alexander puso su taza de café sobre la mesa. "Bien, señores. Tienen unos días para pensarlo, pero tienen que tomar una decisión. No Es pido poca cosa. Esto no será entretenido, fácil ni agradable, pero será una tarea en servicio de su país. Es un mundo peligroso. Hay alguna gente con la que será necesario tratar en forma directa",

"Y si eliminamos a la persona equivocada?"

"Dominic, eso puede llegar a ocurrir, pero, se trate de quien se trate, te prometo que nunca te ordenaremos que mates al hermanito menor de La Madre Teresa. Somos muy cuidadosos al escoger nuestros objetivos. Sabrán quién es, además de cómo y por qué deben hacerlo antes de partir a la misión".

"Hay que matar mujeres?", preguntó Brian. Eso no hacía parte de la ética de la infantería de marina.

"Hasta donde sé, eso no ocurrió nunca, pero, en teoría, es posible. así que si con esto es suficiente para el desayuno, los dejo para que lo piensen".

"Caray", dijo Brian una vez que Alexander dejó la habitación. "¿Cómo será entonces el almuerzo?"

"Te sorprende?"

"No del todo, Enzo, pero la forma en que lo dijo…

"Eh, hermano ¿cuántas veces te preguntaste por qué no podíamos encargarnos nosotros mismos de las cosas?"

"Tú eres el poli, Enzo. Se supone que tú eres el que tiene que decir a la mierda, lo recuerdas?"

"Sí, pero ése que maté en Alabama… Bueno, ahí me pasé un poquito de la raya, ¿sabes? Durante todo el camino a DC me pregunté cómo se lo explicaría a Gus Werner. Pero ni parpadeó".

"Así que, ¿qué piensas?"

– Aldo, quiero escuchar más. En Texas dicen que hay más hombres que merecen morir que caballos que merecen ser robados".

Esta inversión de sus papeles le resultó más que sorprendente a Brian, y al cabo, él era el temerario infante de marina. Enzo era quien estaba entrenado para leerles sus derechos a los tipos antes de esposarlos.

Que ambos hubieran podido matar sin que ello Es produjera pesadillas no le parecía raro, pero esto era ir un poco más lejos. Era asesinato premeditado. Brian solfa ir al frente con un francotirador de primera bajo sus órdenes y sabía que lo que hacía en esas ocasiones no era muy distinto de asesinar. Pero vestir de uniforme hacía que las cosas fueran diferentes. Es confería una suerte de autorización moral. El blanco era un enemigo, y en el campo de batalla cada uno tenía la obligación de cuidar su propia vida y si no lo hacía, bueno, la culpa era suya, no del que lo mataba. Pero esto iba más allá. Perseguirían a individuos con la deliberada intención de matarlos y no lo habían educado ni entrenado para eso. Iría vestido de civil -y matar gente de esa manera hacía que fuese un espía, no un oficial del Cuerpo de infantería de marina de los Estados Unidos. Eso era honroso; lo otro, poco y nada, o así al menos lo había acostumbrado a pensar su entrenamiento. El mundo ya no tenía un Campo de Honor y la vida real no era un duelo en el que los contendientes tenían idénticas armas y un campo abierto donde usarlas. No, lo habían entrenado para planificar sus operaciones de modo de no darle oportunidad al enemigo, porque tenía bajo sus órdenes a hombres cuyas vidas había jurado preservar. El combate tenía reglas. Sin duda, reglas duras, pero reglas al fin. Ahora, se le pedía que las dejase de lado y se convirtiera en… ¿qué? ¿Un asesino a sueldo? ¿Los dientes de una fiera imaginaria? ¿El vengador enmascarado de una vieja película que daban en la televisión de trasnoche? Eso no encajaba en su prolija visión de lo que era el mundo real.

Cuando lo destinaron a Afganistán, no había… ¿no había qué? No se había hecho pasar por alguien que vendía pescado por las calles de la ciudad. No había calles de la ciudad en esas condenadas montañas. Había sido más bien como una partida de caza mayor en la que las presas también tuvieran armas. Y una cacería como ésa era honrosa, y por sus esfuerzos, se había ganado la aprobación de su patria: una condecoración al valor, que podía exhibir, o no.

En conjunto, era mucho para analizar mientras tomaba su segunda taza de café de la mañana.

"Caray, Enzo", susurró.

"Brian, ¿sabes cuál es el sueño de todo policía?", preguntó Dominic.

"¿Violar la ley sin ser castigado?"

Dominic negó con la cabeza. "Hablé con Gus Wemer. No, no de violar la ley, sino, por una vez ser la ley. Ser la Espada Vengadora de Dios, fue lo que él dijo; abatir a los culpables sin abogados ni otra mierda que se interponga en tu camino, ver cómo se hace justicia por ti mismo. Dicen que no ocurre muy a menudo, pero, sabes, fue lo que hice en Alabama y fue una buena sensación. Sólo tienes que estar seguro de que estás matando a quien debes"

"¿Cómo puedes estarlo?", preguntó Aldo. "Si no lo estás, no llevas a cabo la misión. No pueden ejecutarte por no cometer un asesinato, hermano:'

"De modo que se trata de asesinato".

"No, si el tipo se lo merece". Era una cuestión de estética, pero tenía Importancia para alguien que ya había asesinado al amparo de la ley sin experimentar remordimientos.

"De inmediato?"

"Sr. ¿Cuántos hombres tenemos ya?", preguntó Mohammed.

"Dieciséis".

"Ajá". Mohammed tomó un sorbo de buen vino blanco del valle del Loira. Su interlocutor bebía Perrier con limón. "Habilidades lingüísticas?

"Creemos que suficientes".

"Excelente. Diles que se preparen para viajar. Irán por avión a México. allí se encontrarán con nuestros nuevos amigos e irán a los Estados Unidos. Una vez que estén allí harán su tarea".

"Insh'Alá", observó. Si Dios quiere.

"Sí, si Dios quiere", dijo Mohammed en inglés para recordarle a su interlocutor qué idioma debían usar.

Estaban en una mesa de la acera de un restaurante que daba al río, a un costado, lejos de los demás parroquianos. Ambos hablaban en tono normal, dos hombres bien vestidos compartiendo una amigable cena, sin inclinarse ni adoptar un aire conspirativo. Ello requería cierta concentración, pues, dadas sus actividades, era natural tomar una actitud conspirativa, Pero ambos estaban familiarizados con ese tipo de reunión.

"Cómo fue matar al judío de Roma?"

"Muy satisfactorio, Ibrahim, sentir cómo se aflojó su cuerpo cuando le corté la médula y luego la expresión de sorpresa en su rostro".

Ibrahim sonrió alegremente. No siempre había ocasión de matar a un oficial del Mossad, menos aún si era un jefe de estación. Los israelíes siempre serían sus enemigos más odiados, aunque no los más peligrosos. Dios fue bueno con nosotros ese día".

La misión Greengold había sido un ejercicio recreativo para Mohammed Ni siquiera había sido estrictamente necesario. Orquestar los encuentros y suministrarle información jugosa al israelí había sido… divertido- Ni siquiera demasiado difícil. Aunque no podría repetirse muy pronto. No, pasaría un buen tiempo hasta que el Mossad Es permitiera a sus oficiales hacer nada sin supervisión. No eran tantos y aprendían de sus errores. Pero matar un tigre era, en sí, satisfactorio. Lástima que no tuviera piel. Pero ¿dónde la hubiera colgado? Ya no tenía un hogar fijo, sólo una serie de casas seguras que podían o no ser totalmente seguras. Pero uno no podía preocuparse por todo. De ser así, nunca haría nada. Mohammed y sus colegas no le temían a la muerte, sólo al fracaso. Y no tenían intención de fracasar.

"Necesito los detalles de cómo será la reunión. Yo me ocupo del traslado. ¿Nuestros nuevos amigos Es suministrarán armas?"

Asintió. "Correcto".

"ay cómo entrarán en América nuestros guerreros?"

"De eso se ocuparán nuestros amigos. Pero primero mandaremos un grupo de tres para cercioramos de que el sistema sea suficientemente seguro".

"Por supuesto". Sabían todo lo que hay que saber acerca de la seguridad operativa. Habían recibido muchas lecciones, ninguna de ellas agra- dable. Había integrantes de su organización alojados en prisiones de todo el mundo. Se trataba de quienes no habían tenido la suerte de morir. Ese era un problema que la organización nunca había logrado solucionar. Morir en acción era noble y valiente. Ser atrapado por un policía como un vulgar delincuente era innoble y humillante, pero de alguna manera sus hombres lo preferían a morir sin cumplir con la misión. Y las 1 prisiones occidentales no eran tan malas para muchos de sus colegas. Sí, se perdía la libertad, pero al menos siempre se comía y las naciones occidentales respetaban sus prescripciones dietéticas.

Esas naciones eran tan débiles y estúpidas en lo que se refiere a sus enemigos que eran clementes con quienes no lo eran con ellas. Pero eso no era culpa de Mohammed.

"Maldición", dijo Jack. Era su primer día en el lado "negro" del establecimiento. Su entrenamiento en las altas finanzas había ido muy rápido, gracias a la forma en que había sido educado. Su abuelo Muller le había dado buenas enseñanzas durante sus raras visitas al hogar familiar. El y el padre de Jack se trataban con cortesía, pero el abuelo Joe opinaba que los verdaderos hombres se dedicaban a las finanzas, no al sucio mundo de la política aunque debía admitir que su yerno se había desempeñado bastante bien en Washington. Pero cuánto dinero hubiera podido ganar en Wall Street… ¿cómo podía alguien renunciar a eso? Claro que Muller nunca le dijo esto a Jack hijo, pero estaba claro que ésa era su opinión. Como sea, Jack habría podido entrar en los niveles más bajos de cualquiera de las grandes financieras y probablemente no habría tardado en ascender a fuerza de trabajo. Pero ahora, lo importante es que había pasado rápidamente por el área financiera del Campus y ahora estaba en el Departamento de Operaciones -que en realidad no se llamaba así, aunque así lo denominaban sus integrantes. "Tan buenos son?"

"¿Cómo dices, Jack?"

"Comunicación interceptada por la NSA". Tendió una hoja de papel. Tony Wills la leyó.

La intervención había detectado a un conocido allegado a los terroristas -aún no se conocía su función exacta, pero había sido positivamente identificado mediante un análisis de voz.

"Es por los teléfonos digitales. Generan una señal muy limpia, que facilita que la computadora de análisis de voces las identifique. Veo que no identificaron al otro".Wills devolvió la hoja.

La conversación era inocua, tanto que cabía preguntarse por qué se había hecho la llamada. Pero hay gente a la que le gusta simplemente hablar por teléfono. Además, podía ser que hablaran en código y discutieran cómo hacer la guerra biológica o lanzar una campaña de bombas en Jerusalén. Tal vez. Más posible era que simplemente estuvieran matando tiempo. En Arabia Saudita eso se hacía mucho. Lo que impresionó a Jack era que la llamada hubiera sido interceptada y descifrada en tiempo real.

"Bien, sabes cómo funcionan los teléfonos digitales, ¿no? Emiten constantemente una señal de AQUÍ ESTOY a la célula local y cada uno de esos teléfonos tiene su propio código de acceso. Una vez que identificamos ese código, sólo es cuestión de esperar que el teléfono suene o que quien lo tiene haga una llamada. En forma similar, podemos obtener la identidad y el número de la llamada entrante. Lo difícil es obtener la identidad. Ahora tienen una identidad más para que la computadora vigile".

"¿Cuántos teléfonos controlan?", preguntó Jack.

"Algo más de cien mil, y eso sólo en Asia sudoccidental. Casi todos son inocuos, pero uno de cada diez mil es algo -y de allí surgen a veces verdaderos resultados", le dijo Wills.

"Así que para dar con una llamada significativa, la computadora escucha y reacciona ante palabras 'calientes'?"

"Palabras calientes y nombres calientes. Desgraciadamente, allí hay mucha gente llamada Mohammed -es el nombre más popular del mundo. Muchos son conocidos por patronímicos o sobrenombres. Otro problema es que hay un gran mercado de teléfonos donados -los donan en Europa, sobre todo Londres, donde la mayor parte de los teléfonos tienen el software internacional. O un tipo puede hacerse de seis o siete teléfonos y usarlos una vez cada uno antes de descartarlos. No son estúpidos. Pero sí pueden confiarse demasiado. Algunos terminan por contarnos muchas cosas, que a veces son útiles. Todo va a parar al gran libro de la NSAICIA, al que tenemos acceso mediante nuestras terminales".

"Bien, ¿quién es este tipo?"

"Su nombre es Uda bm Sali. Familia rica, amigos íntimos del Rey. Su papi es un banquero saudita muy importante. Tiene once hijos y nueve hijas. Cuatro esposas, hombre de admirable vigor. Supuestamente no es mal tipo, pero malcría un poco a sus niños. Como las estrellas de Hollywood, les da dinero en vez de atención. Uda descubrió con entusiasmo a Alá al fin de su adolescencia y está en la extrema derecha de la rama wahabí del Islam sunnita. No le gustamos mucho. Seguimos sus pasos Podría servir de acceso a sus operaciones bancarias. Hay una foto suya en su legajo de la CIA. Unos veintisiete años, un metro setenta y cinco barba prolijamente recortada. Va mucho a Londres. Le gustan las damas que se pueden alquilar por hora. Soltero. Eso no es lo habitual, pero si es gay, lo oculta bien. Los ingleses le han metido chicas en la cama. Informan que es vigoroso, como es de esperar en alguien de su edad, y bastante fantasioso".

"Qué tarea para una oficial de inteligencia profesional", observó]ad "Muchos servicios emplean prostitutas", explicó Wills. "No les molesta informar y por la cantidad adecuada de dinero hacen más o menos cualquier cosa. Parece que a Uda le gusta el 'pollo a la canasta'. Nunca lo hice. Es una especialidad asiática.

¿Sabes cómo acceder a su legajo?"No me lo enseñaron", replicó Jack.

"Bien". Wills se desplazó hacia la pantalla en su silla giratoria. "Éste es el índice general. Tu clave de acceso es SOUTHWEST 91".

Jack Junior tipeó la contraseña y el legajo apareció en formato de archivo gráfico Acrobat.

La primera foto debía de ser la del pasaporte. Las otras seis eran más informales. Jack se las compuso para no ruborizarse. Aunque se había educado en colegios católicos, había visto su buena cantidad de Playbc Wills continuó con la lección.

"Hay mucho para aprender en lo que un hombre hace con una mujer. Langley tiene un siquiatra que analiza eso en todo detalle. Seguramente figure como anexo de este legajo, En Langley, lo llaman la información de "Seso y Sexo". El doctor se llama Stefan Pizniak. Profesor de la escuela de medicina de Harvard. Creo recordar que dice que las inclinaciones de este muchacho son normales dados su edad, situación económica y medio social. Como ves, frecuenta mucho a los banqueros comerciales de Londres, como un joven que está aprendiendo su negocio, Dicen que es inteligente, afable, buen mozo. Cuidadoso y conservador para manejar el dinero. No bebe. De modo que es algo religioso. No se jacta de ello ni sermonea a nadie, pero vive según las principales reglas de su religión.

"ay en qué es malo?", preguntó Jack.

"Habla mucho con gente sobre la cual tenemos información. No hay información acerca de quiénes son sus amigos en Arabia Saudita. No lo hemos seguido en su propio terreno, Tampoco los ingleses, aunque tienen muchos más recursos que nosotros allí. La CIA no tiene muchos datos, y su perfil no es lo bastante alto como para merecer una mirada más de cerca, o al menos eso creen. Es una pena. Al parecer, su papá es buen tipo. Le romperá el corazón enterarse de que su hijo anda con la gente equivocada", y con este sabio pronunciamiento, Wills regresó a su pantalla.

Junior examinó el rostro que aparecía en su monitor. Su madre era buena para interpretar a las personas de una sola mirada, pero no le había transmitido esa habilidad. Jack ya encontraba bastante difícil interpretar a las mujeres, pero se consoló pensando que lo mismo les ocurría a casi todos los hombres del mundo. Continuó mirando el rostro, tratando de leer la mente que alguien se encontraba a casi diez mil kilómetros de allí, que hablaba otro idioma y practicaba otra religión. ¿Qué pensamientos circulaban bajo esos ojos? Sabía que a su padre le gustaban los sauditas. Estaba especialmente allegado al príncipe Ah bm Sultan, príncipe y alto funcionario del gobierno saudita. El joven Jack lo había conocido, pero sólo fugazmente. Sólo recordaba una barba y un sentido del humor. Una de las creencias centrales de Jack padre era que todos los hombres eran fundamentalmente iguales, y le había transmitido esa creencia a su hijo. Pero ello significaba que si había gente mala en los Estados Unidos, también la había en el resto del mundo, y su país había experimentado duras lecciones de ese triste hecho en el pasado reciente.

Desgraciadamente, el Presidente en funciones aún no había pensado qué hacer al respecto.

Jack siguió leyendo el legajo. De modo que así se comenzaba en el Campus. Estaba trabajando en un caso. Bueno, algo así como trabajando en algo parecido a un caso, se corrigió. Uda bm Sali trabajaba como banquero internacional. Estaba claro que movía dinero. ¿Dinero de su padre?, se preguntó Jack. Si era así, su padre era un hijo de puta muy, muy rico. Jugaba con todos los grandes Bancos de Londres.

– Londres aún era la capital bancaria del mundo. Jack nunca había supuesto que la Agencia Nacional de Seguridad pudiera llegar a acceder a información como ésa.

Cien millones por aquí, cien millones por allá, no tardaban en sumar cifras verdaderamente serias. El negocio de Sali era la conservación de capitales, lo cual significaba no tanto hacer rendir el dinero que se le confiaba como asegurarse de que la cerradura de la caja fuerte cerrara realmente bien. Había setenta y una cuentas subsidiarias, sesenta y tres de ellas identificadas, al parecer, por Banco, número y contraseña. ¿Chicas? ¿Política? ¿Deportes? ¿Administración de dinero? ¿Autos? ¿El negocio del petróleo? ¿De qué hablaban los principitos sauditas ricos? Allí había un gran vacío en el legajo. ¿Por qué no hacían escuchas los británicos? Las entrevistas con las prostitutas no habían revelado mucho, fuera de que dejaba buena propinas a las chicas con quienes pasaba un rato particularmente agradable en su casa de Berkeley Square… una parte cara de la ciudad, notó Jack. Se desplazaba básicamente en taxi. Tenía un automóvil -nada menos que un convertible Aston Martín negro- pero no conducía mucho, según la información británica. No tenía chofer. Iba mucho a la embajada. En conjunto, era información que no revelaba mucho. Así se lo hizo notar a Tony Wills.

"Sí, lo sé, pero si resulta que era peligroso, no te quepa duda de que te darás cuenta de que había una o dos cosas en esa página a las que deberías haberles prestado atención. Ese es el problema con este maldito trabajo. y recuerda que estamos viendo datos procesados. Algún pobre infeliz tomó los datos brutos y los destiló hasta obtener esto. ¿Exacta- mente qué datos significativos se pueden haber perdido por el camino? No hay forma de saberlo, muchacho. No hay forma de saberlo".

Esto solía hacer papá, se recordó Junior. Tratar de encontrar diamantes en un balde de mierda. Había esperado que, en cierto modo, fuese más fácil. Bien, de modo que lo que debía hacer era encontrar operaciones monetarias difícilmente explicables. Era trabajo árido del peor, y ni siquiera podía pedirle consejo a su padre. Si su padre se enterase de que trabajaba ahí, probablemente se enfureciera. Tampoco le gustaría mucho a mamá. ¿Por qué había de importarle eso? ¿No era ya un hombre, capaz de hacer lo que quisiera con su vida? No exactamente. El poder de los padres sobre uno nunca se iba del todo. Siempre trataría de complacerlos, – de demostrarles que lo habían criado bien y de que estaba haciendo lo correcto. O algo parecido. Su padre había sido afortunado. Sus padres nunca se habían enterado de lo que había debido hacer. ¿les habría gustado?

No. Se hubieran enfadado -enfurecido- por las veces que había puesto en juego su vida, y precisamente eso era lo que su propio hijo había aprendido. Había muchas áreas vacías en su memoria, períodos en que su padre no había estado en casa y mamá no había explicado por qué… y ahora, aquí estaba él, si no haciendo exactamente lo mismo, in- dudablemente yendo en la misma dirección… Bueno, su padre siempre había dicho que el mundo era un lugar loco, y ahora él estaba aquí, descubriendo cuán loco podía ser.