174801.fb2 No pidas sardina fuera de temporada - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 2

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1Se precisa despacho economico

Pili, mi querida hermanita y secretaria, asomo por entre el monton de cajas de cerveza en el preciso instante en que Jorge Castell empezaba a subirse por las paredes.

– ?Quinientas pelas? -se quejaba-. ?Me estas diciendo que tengo que pagar quinientas pelas solo por leer estos papelotes? ?Pero si antes cobrabas doscientas…!

– La inflacion -explique, manteniendo la calma-. Exceso de demanda. Hay mucha gente interesada en saber cosas de Clara. Ademas, cuando has venido ya sabias que los precios habian subido.

– ?Pero si no pretendo hablar con ella! ?Si solo quiero leer los papeles…!

– M-mh -hice, aproximadamente. Y mire a Pili, que esperaba cargada de paciencia.

– La Maria Gual -anuncio.

Puse cara de desastre. Lo que faltaba.

– Que espere -dije.

– No tardes mucho. Ya sabes como es -contesto ella, antes de cerrar la puerta.

En el inciso, Jorge Castell habia tenido una revelacion:

– ?…Y si voy a ver a Clara y le hablo de la existencia de este informe? -sugirio amenazante.

– ?Y si yo voy a ver a los de primero de BUP y les digo quien fue el chivato que le dio al Chepas los nombres de los que atascaron los wateres la semana pasada? -sugeri yo.

Cambio de tactica. Probo a hacerse la victima.

– Escucha, Flanagan, a mi me dan trescientas pelas cada semana… Me estas pidiendo casi lo de dos semanas… Y tu no tienes mas que estar sentado ahi y parar la mano…

– ?Para el carro, tio! -le corte, un poco harto ya, quitando los pies de encima de la mesa- Si ahora estoy aqui sentado y paro la mano es porque antes estuve gastando suelas y haciendo el ridiculo dias y dias para redactar este informe. ?Ni te imaginas la de peripecias que tuve que pasar para averiguar la talla del sujetador de Clara!

A Jorge Castell se le pusieron los ojos como platos.

– ?El informe habla de la talla del sujetador que usa Clara? -pregunto, alucinado.

– Y de su marca preferida. Si -sonrei tentador, vendiendo mi producto-. Y de muchas cosas mas…

– ?Y a mi que me importa cual sea su marca preferida de sujetador? ?Que saco con enterarme?

– ?Saber como desabrocharlo llegado el momento, atontado!

Jorge Castell se puso rojisimo. Su cara se convirtio en una caldera a punto de reventar. De un momento a otro se le saltarian los ojos y por los agujeros saldrian chorros de vapor que nos nublarian el despacho.

– Pero…, pero si yo… solo quiero… Si no quiero ni hablar con ella, solo pretendo… Habia pensado que…

– Quinientas pelas -dije, implacable.

– ?De que mas habla, aparte del sujetador…?

– Quinientas pelas.

Refunfuno un poco y, con un suspiro de resignacion, de persona que se deja timar para evitar discusiones, deposito un billete azul sobre la mesa. Lo escamotee habilmente y saque de un cajon el expediente Clara Longo Pella. Antes de pasarselo, le di las ultimas instrucciones:

– Esta terminantemente prohibido tomar notas. Tienes un cuarto de hora. Ni un minuto mas…

Jorge Castell se abalanzo sobre el informe sediento de emociones fuertes. Alli encontraria todo lo que se podia (y lo que no se podia) saber sobre Clara, la chica mas esplendida del colegio. Alli encontraria una relacion de sus horarios y actividades, las horas de entrada y salida de su casa, las aficiones de fin de semana, los ratos de ocio que le quedaban, la direccion del terreno que su padre tenia en una urbanizacion de la costa, la profesion de su padre, el humor de su padre, las preferencias de su padre y sus propias preferencias en materia de musica (iba de heavy, la nena: AC/DC, Iron Maiden, Scorpions), cine (Mad Max, Conan el Barbaro, Aliens), actores (Mickey Rourke), colores (el negro), bebida (el schweppes con una gota de alcohol), comida (hamburguesas), la lista de los pretendientes que la habian rondado desde principios de curso, una minuciosa biografia y un sinfin de datos muy utiles para quien pretendiera ligar con ella. Como la talla del sujetador, por ejemplo.

Yo pase al otro lado del monton de cajas de cerveza y llame a Pili, que estaba pasando a maquina el informe de uno de sus ultimos trabajos (la busqueda del perro de Antonia Soller).

– Vigilale, Pili. Dentro de quince minutos le echas.

– Hola, Flanagan -dijo Maria Gual, muy mimosa.

Vista de lejos, Maria Gual engana. Uno podria pensar que es una chica normal, incluso un poco atractiva, a pesar de sus ropas tecno que te hacen pensar en el Festival Mundial del Circo. De cerca, sin embargo, no hay error posible. Ojos pequenos y mezquinos que se entrecierran para escrutarte con la certeza de que no tienes nada mejor que hacer en la vida que conspirar para perjudicarla. Una nariz pequena para meterla donde no la llaman sin que nadie se de cuenta. La boca, como un resorte: tensa y apretada mientras escucha, se dispara por sorpresa en una voz estrepitosa cuando considera llegado el momento de imponer su opinion.

Me mosqueo el tono que habia utilizado para saludarme. No hacia mucho habiamos tenido una discusion, y aquella chica no era de las que perdonan y olvidan. La verdad es que, desde entonces, cada vez que entro en clase o en mi despacho, espero que se me caiga encima un cubo de agua helada.

– Me debes pasta -le dije.

– No te debo nada -contesto ella, sin perder la sonrisa. Mas bien se le acentuo.

– Si que me debes. Me encargaste que averiguase la identidad del anonimo admirador que te enviaba poesias romanticas…

– ?No, senor!

No permiti que me cortara…

– … Creias que era El Guaperas, de segundo de BUP, y yo descubri que se trataba de El Plasta, de septimo. A ti te sento como una patada en el culo y decidiste no pagarme…

– No senor -insistio ella, horrorizada porque yo lo habia dicho todo a gritos, para que lo oyeran la Pili y Jorge Castell-. Yo te dije: «Averigua si esto lo ha escrito El Guaperas…» ?Y como no habia sido El Guaperas, no tengo por que pagarte!

?Como se puede razonar con una persona que llega impunemente a conclusiones de este tipo?

– Tienes que pagarme. Quinientas pelas. Precio especial.

– ?Precio especial? ?Pero si quedamos en trescientas!

– Precio especial para morosos. ?Tienes las quinientas o no?

– Ahora no.

– En ese caso, si no es para pagarme, ?a que has venido?

– Para hablar de negocios -adopto un aire interesante-. ?Tenemos que quedarnos aqui? ?No podemos ir a otro sitio?

Siempre he respetado el deseo de intimidad de mis clientes. Como sea que no podiamos pasar al despacho, donde Jorge Castell amortizaba sus quinientas pelas, le dije a Maria que salieramos. Atravesamos el bar de mis padres…

– ?Ya has hecho los deberes, Juanito? -dijo mi madre, como si el unico objetivo de su vida fuera humillarme y hundir para siempre mi carrera de duro investigador privado.

… Salimos a la calle, paseando por la acera. No me entusiasmaba la idea de que alguien pudiera verme con Maria Gual, pero el negocio es el negocio.

– Bien… -dije, animandola a hablar.

– Vamos a ser socios -anuncio ella.

Me pare en seco, escrutandola entre ceja y ceja.

Jope, lo que me faltaba por oir, ?que ha dicho?, ahora si que ya me puedo morir, ?yo socio de Maria Gual?, a esta chica le patinan las neuronas, ?Maria Gual asociada conmigo? Eso no me lo repites en la calle, ?Maria Gual y yo socios?, no me hagas reir, que tengo el labio partido, pero, ?he oido bien lo que has dicho?, pero, ?te das cuenta de lo que acabas de decir, tia?

Hice un esfuerzo para que mi rostro expresase con claridad mis sentimientos.

Ella me miro fijamente y dijo:

– ?Que te parece la idea?

– Mal. Muy mal -aclare.

Eso hizo que se desbocara. Su voz se volvio desagradablemente aguda y una riada de argumentos se me vino encima antes de que pudiera encontrar una trinchera lo bastante profunda como para protegerme.

– Flanagan, tu sabes que me gusta mucho como te lo has montado…

Oh, claro que le gustaba. Y no era la unica. En este barrio no sobra la pasta, y cada cual hace lo que puede para buscarse la vida. Hay quien ayuda en la tienda de sus padres, quien hace de canguro de sus hermanos o de los hijos de los vecinos, quien hace de recadero del super, quien lleva cafes a la Textil, quien limpia parabrisas en los semaforos y tambien quien roba y quien vende lo que no deberia vender.

Yo me lo monto de sabueso.

Se cumple un ano desde que llevo la empresa con Pili, y nos va sobre ruedas. Desde entonces no he tenido que pedir pasta para mis gastos a mis padres, y me he podido comprar un buen magnetofon para grabar conversaciones y una buena camara fotografica para conseguir pruebas documentales.

Es un trabajo dificil, creedme, siempre expuesto a que te acusen de chivato o de cosas peores. Mi norma es no hablar nunca con la autoridad: ni con policias, ni con profes. Considero que se las han apanado muy bien sin mi durante mucho tiempo, y que pueden continuar muchos anos sin mi colaboracion. De todas formas, mi trabajo mosquea al personal: hay mucha gente a la que no le gusta los entrometidos, y yo lo soy, y profesional. Mas de una vez lo he tenido crudo, y en un par de ocasiones me he enterado de que me buscaban para calentarme. No obstante, hasta ahora, me las he apanado. Los que se sentian amenazados han comprobado que vivo y dejo vivir, y los profes que querian saber cuales eran mis verdaderas intenciones se han calmado al ver que no soy realmente peligroso. Hasta entonces, mis trabajos se habian cenido a la localizacion de animales y objetos perdidos, a comprobar donde y con quien va Fulano de Tal cuando dice que va al dentista, o a la solvencia de padres que niegan una bicicleta bien ganada aduciendo falta de fondos. Y, de momento, las cosas me iban bien.

De momento.

– … Ademas, me necesitas! -dijo Maria Gual en el momento algido de su argumentacion.

– ?Que has dicho? -la corte.

– Que me necesitas -repitio con aplomo.

– ?Yo a ti?

– Tu a mi.

– ?Anda ya!

– ?No es verdad que tus padres quieren ampliar el bar? -empezo. Callo en seguida. Aquellas palabras habian conseguido paralizar mi gesto. Contuve la respiracion. Ella siguio- ?… Y que haran obras en el almacen… y que te quedaras sin despacho?

Era cierto.

– ?Como lo sabes?

– Soy muy lista, Flanagan. Sirvo para detective. Haremos una pareja fantastica: Flanagan amp; Ford, Detectives privados, ?que te parece?

– ?Flanagan y que mas?

– Y Ford. Gual, en catalan, significa «vado», y traducido al ingles es Ford, ?no lo sabias? Lo he mirado en el diccionario. Los detectives siempre han de tener nombres ingleses…

– Sea lo que sea lo que estas tratando de decirme, la respuesta es no, Maria.

Ella adopto una pose seductora. (Viendo su caida de ojos, por un momento temi que se encontrara mal.)

– ?Y si te digo que tengo un despacho fantastico en el jardin de mi casa? -dijo.

Sabia de lo que me hablaba. Los Gual vivian en una casa antigua, de dos pisos, en la zona de los chalets, delante del colegio. En otros tiempos, los burgueses de Barcelona pasaban ahi los veranos, porque se conoce que en los alrededores existia una fuente de aguas curativas. Ahora, las casas estan sucias y agrietadas, y se han convertido en simples habitaculos de la ciudad-dormitorio, con vistas a gigantescos y anonimos bloques de pisos. En el jardin de la casa, que los Gual habian convertido en huerto, habia un cobertizo grande y confortable. Realmente, no se me habria ocurrido un lugar mejor para albergar mi agencia, pero…

– ?No es alli donde tu hermano Elias guarda la moto y revela fotografias? -dije.

– ?Como lo sabes?

– Soy detective, nena. Soy muy listo -entone imitandola. Decidi impresionarla aun mas, para que se enterase de una vez de con quien estaba hablando-. Tu hermano esta repitiendo octavo por tercer ano consecutivo. Los profes y el director de la escuela querian convencer a tus padres para que lo dejara, pero tu padre no quiere ni oir hablar de que Elias deje los estudios tan solo con el Certificado de Escolaridad. Por eso tu padre insistio, y les recordo que no se puede echar de la escuela a un chico de dieciseis anos… que son los que Elias ha cumplido este ano… Tuvieron que admitirle. Todo el mundo pensaba que seria un desastre, y fue entonces cuando surgio la sorpresa: Elias, el grandullon de octavo C, empieza a aprobar todas las asignaturas. En las primeras evaluaciones ha estado mas que brillante, y ha aprobado los examenes semanales de matematicas desde el primer dia. Como recompensa, tu padre le ha comprado la moto y le ha permitido usar el cobertizo como garaje y laboratorio fotografico. ?Que tal…?

Maria Gual se habia quedado petrificada.

– ?Como te has enterado?

– Porque hasta hace un mes, tu hermano Elias estaba colado por Clara Longo. Y yo soy un experto en Clara Longo, ?sabes?

Movio la cabeza, haciendo un visible esfuerzo por tragarse mi exhibicion.

– De acuerdo, tienes razon -admitio-. Ahora el cobertizo lo tiene Elias. Pero dejara de tenerlo cuando mi padre le obligue a vender la moto y le ponga a trabajar.

– ?Y cuando ocurrira esto?

– ?Cuando tu les demuestres a mis padres que Elias es un delincuente juvenil!

– ?Delincuente juvenil?

– Eso es. Ya sabes como son mis padres. Rigidos y severos como la vara de un maestro. -Y, con esa rabia que se reserva para los hermanos mas queridos, Maria Gual anadio-: ?Que crees que diran cuando se enteren de que se pasa el dia con la banda del Puti, en el bar La Tasca?

– ?Con el Puti? -dije yo.

– M-mh -hizo ella.

Empece a sentirme interesado por el caso. Habiamos llegado al Parque y nos sentamos en uno de los bancos. Desde alli podiamos contemplar como los ninos se caian de los columpios y berreaban a pleno pulmon, dandoles sustos de infarto a sus madres.

Aquello iba en serio.

El Puti era el jefe de una banda de heavies que pasaban las horas haciendo salvajadas con las motos y peleandose con los punkies de las Casas Buenas. Malas lenguas afirmaban que tambien se distraian yendo de noche al cementerio, con chicas, a beber cerveza y, de paso, a robar cadenas, argollas y apliques metalicos de los panteones. Esas malas lenguas anadian que vendian ese botin sepulcral al mismisimo Lejia…

Donnng. Campanada.

El Lejia tenia un taller de mecanica muy sospechoso, al otro lado del Parque. Un taller donde se solian reunir los heavies del Puti y donde a menudo se trabajaba a altas horas de la noche.

Otra particularidad del Lejia, el senor Tomas Longo, era su hija: Clara Longo, la chica mas fantastica del colegio. Ahora podia entender como se habia podido acercar a ella el infeliz de Elias.

– … Acaba de comprarse un juego de objetivos para su camara fotografica -proseguia Maria, refiriendose a su hermano-. Seguro que los ha mangado… Bien, no se… De todas formas, ya sabes lo que tienes que hacer: seguirle, pescarle in fraganti en alguna trapicheria y hacerle fotos.

Despues se las haremos llegar a mi padre, y mi padre le echara del cobertizo y nos lo dara a nosotros. ?Que te parece?

No eran unos metodos muy ortodoxos (de hecho se trataba de un sucio y abyecto chivatazo), y se acercaban demasiado a los peligrosos terrenos que yo habia evitado a lo largo de mi carrera, pero debo admitir que la idea me tentaba. Por un lado, estaba la imperiosa necesidad de conseguir un despacho. Por el otro, mi desprecio por la gentuza como Elias y el Puti. Y, en tercer lugar, mi malsana curiosidad. Habia recibido demasiados datos interesantes durante un cuarto de hora como para olvidar sin mas el asunto.