175318.fb2
En los años terribles de la Yezhovshchina pasé diecisiete meses en las colas de la prisión en Leningrado.
Por algún motivo, una vez alguien me "identificó". Entonces una mujer de pie detrás de mí, azules los labios, que naturalmente nunca había escuchado mi nombre, despertó del letargo en el que todos habíamos sucumbido y me susurró al oído (allí todos hablábamos en susurros):
– Y esto ¿puede llegar a describir esto?
Y dije: -Puedo.
Entonces algo semejante a una sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su cara.
Anna Akhmatova, Réquiem