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– Annie. -Rick estaba de pie en la única escalinata de ladrillo que pasaba por un porche a la entrada del edificio municipal de Bowers-. ¿Quieres cenar algo?
A medio camino de su automóvil, Annie giró hacia él.
– Gracias, pero voy de camino a la granja Landry. Mitch quiere que revise los informes que ha estado recibiendo en los últimos días. Al parecer, muchas cosas han salido después de un largo letargo. Quiero ver lo que tiene antes de regresar a Virginia.
– ¿Cuándo logras a ver a ese prometido tuyo? -Sonreía mientras caminaba hacia ella.
Ella le sonrió en respuesta.
– Nos arreglamos. Es detective. Ambos conocemos la rutina.
– ¿Crees que puedes construir una vida en torno a los horarios como los que ustedes dos tienen?
– Haremos todo lo posible.
– ¿Cuando es la boda?
– No hemos fijado una fecha aún. Pienso que tal vez alrededor de las fiestas. Ninguno de nosotros quiere postergarlo demasiado tiempo. -Ella hizo malabares con las llaves de su automóvil, y resonaron suavemente unas contra otras, mientras lanzaba el llavero de un lado a otro y viceversa.
– Por supuesto espero estar en la lista de invitados. -Sonrió abiertamente-. Tengo mi corazón puesto en capturar el ramo.
Ella se rió.
– Agarras el ramo, y tienes que dar marcha atrás, Cisco. ¿Hay algo que no sepa? Lo último que oí, es que no has tenido una verdadera cita desde que Livy Bach azotó la puerta en tu cara una noche después…
– Ouch. -Se estremeció ante la referencia a una relación con una compañera agente, una que nunca llegó a despegar-. Eso es cruel, McCall. Realmente cruel.
– Estás de suerte, -dijo ella mientras abría la puerta de su automóvil-. Livy no es tu tipo.
Él frunció el ceño.
– ¿Qué se supone que quiere decir eso?
– Livy Bach es el prototipo de chica de fiesta. Tú necesitas una roca, mi amigo. Livy Bach es una muñeca y más divertida que casi cualquiera que conozca, pero lleva escrito angustia por todas partes de ella. No sólo para ti, para cualquiera que intente acercarse demasiado. Hay paredes allí que temo que nadie puede escalar.
– Bueno, gracias por el análisis, doctora McCall.
– Lo digo tal como yo lo veo. -Se deslizó detrás del volante de su coche-. Quiero mucho a Livy, pero tiene un montón de problemas, Rick. Una gran cantidad de equipaje. Ella no es lo que tú necesitas.
– No te voy a morder, te juro que no. -Él cerró de golpe su puerta, luego retrocedió mientras bajaba la ventana-. No te voy a preguntar cual piensas que es mi tipo o lo que piensas que necesito. Lo último que quiero ahora mismo es que tú…
– Hola, Cass. -Annie saludó a Cassie mientras caminaba hacia ellos-. ¿Te sientes bien?
– Un poco cansada, pero estoy bien. Gracias. -Cass se detuvo junto a Rick y se inclinó en la ventana-. Creo que no te di las gracias por… bien, trabajar conmigo. Parece tonto decir gracias por hipnotizarme, pero te estoy tan agradecida por ello.
– Debes sentir una gran cantidad de conflictos, sin embargo. -Annie miró la cara de Cass de cerca.
– ¿De qué manera? -Cass se levantó y dio un paso atrás del coche.
– Todos estos años, has pensado que tenías un cierre, por la muerte de tus padres y de tu hermana. Por el ataque contra ti. Ahora la puerta está abierta de par en par otra vez. Tienes que sentirte inquieta, como mínimo.
Cass asintió.
– Un poco. Nunca pensé en ese aspecto, ¿sabes? Wayne Fulmer estaba en la cárcel, nunca saldría. La justicia había cumplido. Aunque, la verdad, cuando eres una niña y has perdido a todos y todo, la justicia no es más que un concepto, uno que tiene muy poco sentido.
– Te entiendo. -Annie abrió su bolso y sacó su billetera. Entregó una tarjeta a Cass-. Todos mis números se encuentran anotados. Si quieres hablar, por favor, llámame. En cualquier momento del día o de la noche. Y si sientes que quieres o necesitas a alguien en la localidad para hablar, estaré más que feliz de ayudarte a encontrar a alguien. De hecho, una vieja amiga de la universidad tiene una práctica cerca de Red Bank… no es muy lejos de aquí, ¿no? Estoy segura de que a ella le encantaría hablar contigo, si sientes que quieres hacerlo.
– Gracias. Podría llamarla, si estás segura…
– Segurísima. -Annie giró la llave de la ignición-. No te olvides. En cualquier momento.
Ella miró a Rick mientras ponía el coche en reversa.
– Te veo pronto. Te llamaremos más tarde esta noche si sentimos que tenemos algo que podría arrojar alguna luz sobre tu caso.
Rick asintió y palmeó levemente el guardabarros cuando Annie arrancó.
– Es verdaderamente simpática, -dijo Cass mientras ella les decía adiós con la mano.
Él asintió.
– Annie es única en su especie. Es la mejor en lo que hace, y es una persona fabulosa, por si fuera poco. Todos estamos tan felices por ella, de que las cosas le hayan resultado.
– ¿Qué cosas?
– ¿Habrás notado el anillo en su dedo?
– ¿Cómo podría no hacerlo? -Cass sonrió abiertamente-. Es una buena piedra.
– Annie está comprometida con un gran tipo. Un detective en Pensilvania; todos estamos tratando de que se venga a la Oficina. Él es perfecto para ella. -Rick miró el coche de Annie girar hacia la carretera principal y desaparecer en la señal de stop.
– Es bueno, que a todos sus amigos les guste. Me alegro por ella, que conociera a alguien tan agradable.
– Es más que Evan sea un buen tipo. -Comenzó a caminar hacia su automóvil, y Cass adecuó su paso al de él-. Annie estuvo comprometida hace unos años, con un tipo con el que estuvo en la Academia. Dylan Shields fue el mejor de nuestra clase. Sólo un súper, súper hombre en todos los sentidos.
– ¿Qué pasó? ¿Rompió el compromiso?
– Fue asesinado en su trabajo hace unos años, -dijo Rick simplemente.
– Oh, Dios mío, eso es terrible. Pobre Annie. No me extraña que sus amigos estén felices de que encontrara a alguien.
– Feliz por ella, sin duda, pero a decir la verdad, estamos todos… todos nosotros los chicos que trabajamos con ella, -sonrió cuando abrió las puertas del coche y ambos entraron-, terriblemente celosos de Evan. Todos estamos un poco enamorados de Annie.
– Puedo ver eso. -Cass sonrió también-. Y puedo ver por qué. Es hermosa e inteligente y hay algo sobre ella… una verdadera dulzura, supongo que lo llamaría.
Él asintió.
– Diste justo en el clavo. Es exactamente eso. No podría haberlo dicho mejor. Ella es una de las mujeres más fuertes que he conocido, y sí, una de las más inteligentes también, pero tiene ese lado suave. Ha sido una buena amiga. Y supongo que es la razón por la que todos la queremos.
Que afortunada era Annie, Cass estaba pensando mientras Rick salía de la plaza de aparcamiento. ¿Qué, se preguntaba, sería tener no sólo uno, sino todo un montón de tipos buenos del FBI enamorados de una?
Y estaba segura de que todos eran tipos buenos, si los demás en su unidad eran parecidos a Rick. En su mente lo eran. Un grupo entero de tipos estupendos era mucho más divertido de imaginar que tipos solemnes en trajes oscuros llevando las obligatorias gafas oscuras… a pesar de que se le ocurrió que Rick se veía muy atractivo con sus gafas.
Pensar en todos esos tipos impresionantes formados la hizo sonreír.
La sonrisa se desvaneció un poco cuando se dio cuenta que había sido el primer pensamiento frívolo que había tenido en… no podía recordar cuándo. ¿Cuando había sido la última vez que quiso sonreír, o reír, o hacer una broma? Los acontecimientos de las pasadas dos semanas claramente no habían brindado muchas oportunidades para el humor.
– Cass.
– ¿Qué?
– Yo dije, ¿qué te gustaría hacer ahora? -Él miró el reloj en el tablero de mandos-. Son casi las seis. Hora de cenar para la mayoría de la gente.
– Bueno, si no tienes inconveniente, me gustaría parar en el hospital para ver cómo le está yendo a Lucy, pero además, necesitamos saber si piensa que está lista para reunirse con el dibujante. Lucy es la única persona que ha estado cara a cara con este tipo y vivió para contarlo. Cuanto antes podamos obtener un retrato, mejor. Especialmente ahora que, al parecer, quizás sea alguien que puede ser fácilmente reconocido por la gente de la ciudad.
– Sólo dímelo, y haré venir al mejor de la Oficina en un instante.
– Lucy me dirá si está preparada. Pareció estar progresando ayer. No puedo imaginar que la hagan quedarse mucho más tiempo.
– Podemos extender su permanencia en el hospital, si ya no por otra razón, para mantenerla segura. Denver tiene un guardia en su puerta ininterrumpidamente, pero una vez que salga, va a ser más difícil vigilarla. No sé si los policías en la ciudad donde vive estarían dispuestos o en condiciones de ponerla bajo vigilancia constante. Podríamos pedir a alguien de la Oficina, en todo caso.
– No puedo creer que la rata bastarda de su marido de verdad la vaya a llevar a su casa con él. O que ella va a ir.
– ¿Qué lo hace una rata bastarda? Aparte de que él se vea un poco sospechoso.
– ¿Lo notaste? Y ni siquiera lo conoces. -Ella se reclinó de nuevo en su asiento, con una sonrisa satisfecha en sus labios-. Por supuesto, si va a casa, podrá ver a sus hijos, y eso va a ser realmente importante para ella. Estoy segura de que la llevará a ver a los muchachos. Están lejos en un campamento deportivo.
– Estuve en campamentos de deportes cuando era niño. Por supuesto, no tuvimos lo que los niños tienen hoy. No sólo la variedad para elegir, sino que la oportunidad de aprender de atletas profesionales nunca fue una opción para nosotros. Hoy en día, estos niños pueden ir a un campamento de fútbol o baloncesto o de béisbol y, de hecho, recibir consejos de algunos de los mejores en el negocio.
– Los chicos de Lucy están en un campamento donde hacen dos semanas cada una de diferentes deportes, y tienen atletas profesionales trabajando con ellos. Sé que han dicho que están pasándoselo bien. No quieren volver a casa.
– ¿Saben sobre el ataque contra ella?
– No. Ella no quiso que supieran. Cree que es mejor decírselos cuando los vea. Todavía estará magullada, pero al menos podrán ver que ella está bien. -Su voz se redujo un poco-. Será importante para ellos ver que ella está bien… -Su voz se apagó.
Rick se acercó y tomó su mano izquierda.
– Ha sido un día duro para ti. Te has mantenido firme notablemente bien. Si hay algo que quieras hacer, o algún lugar que desees ir…
– Sólo al hospital. -Ella no hizo ningún esfuerzo para separar su mano. Ese pequeño momento de proximidad pareció ofrecerle tranquilidad, y la hizo sentir, por primera vez en mucho tiempo, que no estaba sola. Formaba parte de su trabajo confortarla, lo sabía. Ella había desempeñado el mismo papel -el de consolar- a los demás muchas veces en el pasado. Sin embargo, su toque era calmante, y le estaba agradecida por ello.
Condujeron en silencio las restantes cuatro cuadras al hospital. Rick se estacionó en el garaje y comenzó a abrir su puerta, cuando su teléfono celular sonó.
– Mitch, -contestó la llamada-, ¿qué tienes para nosotros?
– Sólo estaré unos minutos, -Cass susurró cuando salió del coche.
– Espera un minuto… espérame. Mitch, aguarda un segundo…
– No estaré mucho. Sólo quiero verla, ver cómo se siente. No tienes que venir. Mira, hay guardias por todas partes. Voy a estar bien. -Ella se alejó antes de que pudiera soltar su cinturón de seguridad.
Rick la miró por el espejo retrovisor, mientras ella desaparecía en el hueco de la escalera.
Salió del coche y la siguió mientras escuchaba el informe detallado de víctimas que Mitch había encontrado por todo el país y a lo largo de los años que coincidían con el modus operandi del Estrangulador de Bayside.
– ¿Hay algún resultado de pruebas de ADN disponibles? -Preguntó cuando estaba abriendo la puerta del hueco de la escalera y subía el tramo de escaleras del estacionamiento nivel B al vestíbulo.
– ¿Cuántos iguales? -Caminó por el vestíbulo y cruzó al ascensor.
– ¿En serio? Y nadie junto… oh, por supuesto, correcto. Tienes razón… -Rick perforó el botón del sexto piso-. Así que tenemos toda una larga serie de ofensas que concuerdan perfectamente, un buen número de coincidencias de ADN, pero no la descripción de este tipo. -Sacudió la cabeza-. Él debe ser increíblemente bueno o increíblemente afortunado -quizás ambos- habiéndose mantenido todos estos años sin ser visto.
Rick se bajó del ascensor y caminó hasta la puerta de Lucy, donde saludó con la cabeza al policía que había sido adjudicado al turno de la tarde, luego apoyó la espalda contra el marco de puerta y bajó su voz para seguir la conversación. Desde el lado de Lucy, Cass miró sobre su hombro. Ella encontró la mirada de Rick por un momento antes de volverse hacia su prima.
– ¿Puedes seguir con esos? -Preguntó Rick-. Claro. Puedo estar allí por la mañana. Una cosa debo mencionar, no obstante. Llevaré a Cass conmigo… Sí, bueno, ¿qué te dijo Annie? -Echó un vistazo en el cuarto de hospital mientras escuchaba. Su mirada cayó sobre el esposo de Lucy, David, que estaba sentado en una silla de plástico color naranja viéndose incómodo, con los brazos cruzados sobre su pecho. Todos sus esfuerzos posibles para unirse a la conversación entre Lucy y Cass habían sido ignorados, ahora fingía ignorarlas.
– Dame algunas indicaciones rápidas… -Rick mantuvo sus ojos en la escena que se desarrollaba en el cuarto. Lucy se enjugaba los ojos, mientras que Cass parecía estar hablando en voz baja, algo reconfortante, estaba seguro. ¿Cómo podía la mujer hacer eso, se preguntó, después de la tarde que había tenido? Sin duda, recordar ese horrible día, incluso en un profundo estado hipnótico, debe haber tenido un grave efecto en sus emociones. Se había figurado que era fuerte, pero no había sabido que era tan fuerte.
– Dámelo una vez más, -decía él, cuando Cass se dio la vuelta y lo miró. Ella estaba de pie y descansaba una mano en la mejilla Lucy, en seguida caminó hacia Rick.
– Cuando quieras. -Ella moduló la palabra, para no perturbar su conversación.
– ¿Eso es a la derecha o la izquierda de la Ruta Uno? -Le indicó a Cass que podía hablar y caminaron al elevador al mismo tiempo. Una vez dentro de él, sin embargo, cortó su teléfono.
– Diablos -murmuró-, estuve casi allí.
– ¿Casi dónde? -Cass preguntó.
– Casi en Plainsville.
– ¿Qué pasa allí?
– Una reunión que yo -nosotros- tenemos mañana por la mañana. Te contaré cuando salgamos, -le dijo, ya que el ascensor se llenó cuando llegaron a la tercera planta-. Mientras tanto, ¿te gustaría ir directamente a la Posada para cenar? ¿O hay algo más que prefieras hacer?
– Por mucho que me encantaría un paseo por la playa, creo que me gustaría volver a la Posada.
Ella lo siguió fuera del ascensor cuando éste se detuvo en el vestíbulo.
– Y puedes ponerme al tanto sobre esa reunión.
Él tomó su brazo y la condujo en dirección del estacionamiento. Ninguno de los dos notó que de las siete personas que salieron del ascensor después que ellos lo hicieron, uno los siguió, todo el camino hasta el nivel B.