37467.fb2 Brezo Blanco - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 14

Brezo Blanco - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 14

Capitulo 13

Abrió la boca, pero sólo se le escapó algo parecido a un graznido.

Kyle descabalgó con lentitud, saboreando la imagen de ella así, medio agachada, despeinada, aparentemente vencida pero lista para el ataque. Una gata.

Josleen, aunque asombrada, no dejó de prestar atención a lo que le regalaba el destino. Ahora, a la luz del día, pudo fijarse mucho mejor en la complexión de él: era alto, de fuertes brazos y poderosas y largas piernas enfundadas en botas de piel. Estrecha cintura que adquiría amplitud en un torso acabado en unos hombros de increíble anchura. Sus ojos, del color del oro, tenían, tal vez, una chispa de ironía. Era condenadamente guapo.

Más espléndido que como le recordaba.

– Volvemos a vernos -dijo él, ofreciéndole su mano.

Josleen tardó en aceptarla, pero acabó haciéndolo.

– Eso parece.

– Aunque ahora se han cambiado las tornas.

– Desafortunadamente para mí y mi escolta.

Kyle sonrió de repente y ella creyó encontrarse en el séptimo cielo y respondiéndole.

– No he olvidado que tengo una deuda contigo, muchacha. Nada debéis temer. No os haremos daño.

– Entonces… ¿por qué nos habéis atacado?

– Os hemos detenido. Hay una diferencia. De haberos atacado realmente, ni uno sólo de tus hombres estaría con vida.

Josleen asintió, más calmada. Si no entendía mal, él debía haberla reconocido y sólo deseaba intercambiar un saludo. Entendía que no había visto mejor forma que sorprendiéndoles, porque no hubieran sido bien recibidos de advertir el color de sus tartanes. Sonrió y comenzó a caminar, como el que da un paseo. Kyle la siguió mientras sus hombres esperaban, sin saber qué hacer con los prisioneros. Tampoco éstos parecían comprender nada.

– ¿Pensáis robar el ganado de la aldea?

– Ajá.

– Y has cambiado de idea al reconocerme.

– No exactamente. Sólo he priorizado. Me pareció buena idea saludarte. Pero después me llevaré el ganado.

Josleen se echó a reír. Sin que ella se diera cuenta, Kyle se tensó. Su risa le hizo desearla.

– Así que has querido intercambiar saludos. No es frecuente entre clanes enemistados.

Kyle se encogió de hombros. Ella pensó que era una estupenda y preciosa anécdota para contarle a su madre y a Wain cuando regresara a Durney Tower. ¿Por qué no?, se dijo. Hacía demasiados años que duraba aquel enfrentamiento estúpido entre sus clanes.

Estaba entusiasmada. Hasta que le oyó decir:

– No exactamente intercambiar saludos, muchacha. Vendrás conmigo.