37515.fb2 Cantos De Marineros En Las Pampas - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 4

Cantos De Marineros En Las Pampas - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 4

– En el fuerte de Montevideo, cuando el sitio, los franceses subían en un globo de colores, a vapor de carbón…

– ¿Alguien lo vio a eso?

– No… Yo lo sentí decir a las tropas de López y Lamadrid cuando vinieron a hacer diana en el funeral del gobernador…

– ¿Y lo creistes vos…?

– Y si… Les creí. ¿Que mi costaba creír? -Hablaba así el del funeral para que no se le notara la tonadita paraguaya.

– Yo globos vi subir, fueron tan alto arriba que ni se vieron mas, pero eran nomás así de grandes… -señalaba con la vaina del sable patrio- como una carpa de carreta a lo mas…

– Con globos de esos podés subir y ver de lejos todo lo que haya…

– En esos que yo vi, que eran así -volvía a señalar-no cabía un francés ni nadies…

– Si hicieran globos grandes se podría ver…

– Mierda verías aquí…

– Pasto y mas nada, verías aquí…

Cansados, sabiendo que de un momento a otro iba a oscurecer, a uno que le había dado la locura de apartarse encontró una cagada y se apareció al galope gritando:

– ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Y despues dijo señalando a un lado:

– ¡Vi mierda! ¡Yo hallé mierda allí! ¡Menos de media legua de donde estamos ahora…!

Todos, hasta uno que no entendió, se le arrimaron y desmontaron para abrazarlo, y a los que se fueron arrimando al llegar apelotonamiento de caballos apeaban y los abrazaban y les repetían "mierda mierda", locos de contentos.

Esa noche salían del oscuro voces que hablaban, sin saber bien con quien, porque tendido culo arriba y encarpado en el poncho es difícil que se te reconozca por la voz.

– Fresca al parecer era, uno que andaba bien cerquita debió ser el que la cagó…

– Lástima nos haya desertado el baquiano…

– Lo engañaron… Seguro que los que dejaron el tirador con tantas libras eran los Nacionales…

– De ser así quiere decir que alguno fue y contó…

– ¿Que lo contó a qué?

– Que íbamos…Que veníamos… ¡Que vamos a empezar otra vez! ¿Que mas iban a necesitar saber?

– ¡Lástima no tener baquiano…!

– Por ahí mejor que no haya…¿Cuántos éramos?

– Trescientos, creo…

– ¿Quien los contó?…

– Nadie contó, trae desgracia contar.

– Contar sí, trae desgracia… -Era una voz de mas lejos, que acababa de meterse en la conversación.

– Ponéle que seamos cientos, raro con tanto cristiano criado en puro campo, no habemos ni uno que se dea maña para baquiano…

– Culastrones sí que debe de haber…

– Seguro que eso usté lo conoce en carne propia, paisano…

– Será cuestión de que se arrime y pruebe, aparcero… -Habló una voz cercana, que como parecía venir de arriba, a alguno mas debió darle impresión de que era uno se cabrió. Por eso salió a calmar los ánimos:

– En Mercedes, por mentar algo parecido, mataron a dos…

– Un baquiano sabría decir, mirando la suciedad, para donde iba el hombre, y si era un pampa o un cristiano… -Otro que quiso cambiar de tema.

– Baquiano es el que se da ánimos para inventar siempre, y tiene la fortuna de embocar todas las veces… -Pasó el tema de la carne propia, por suerte.

– Dice que la mierda del indio es seca, porque no come verde, nada mas carne y grasa come…

– Seca y dulzona, como la bosta de caballo es la mierda del pampa, porque el salvaje no usa sal…

– No sé… Yo no probé… -Era un chiste pero nadie lo festejó.

– Eso de no usar sal fue antes… Ahora el pampa copia todo al cristiano… ¿No es verdad?

– Sí que es verdad… Yo en la frontera vi uno que no mas le quitó el facón, la bota y las espuelas a un oficial muerto y hay mismo se los calzó…

– Yo vi indios con reloses y cadena de plata…

– No sabía andar calzado… Andaba como pisando abrojo y agarrame que me caigo… Grandote, el pampa, se pegaba en la panza como si en vez de esquilmarle, se lo hubiera comido al oficial…

– Al indio le gusta mas el aguardiente en botella que el de ellos mismos, ese de los jarritos de barro horneado… ¡Son capaces de cambiarte dos mujeres nuevas por una libra de chocolate del Brasil…!

– ¿Se atreverá de veras un baquiano a sentirle el gusto a una mierda de indios…?

– Se atreve, o hace como que se atreve: toca con este dedo, y lo lengüetea con este otro… -Seguro que sacaba una mano de abajo del poncho, pero nadie lo iría a mirar.

– El baquiano bolacea y acierta siempre…

– Adivinan… Hay gente que tiene el don…

– Pero ahora los indios saben ponerle sal a todo a todo… ¡Seguro que también se roban sal en los malones!

– Hacen de todo menos sembrar… Si nos vieran comer patata y chaucha, ya andarían ellos alzándose con toda la verdura en los malones…