37515.fb2 Cantos De Marineros En Las Pampas - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 5

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– Podridos de lo verde tendrían que estar los pampas si se criaron aquí…

– ¿Pescado comen che en la flota…?

– Casi jamás…

Fácil se reconoció la manera de hablar del Marinero y ahora se me hace que se sintió el ruido de varios acomodándose los cueros y los ponchos para taparse y aguantar mejor la cantilena que se vieron venir. SI fue así, acertaron porque el hombre fue arrancando de a poco:

– Pez casi jamás se come… El la flota de mar no hay quien quiera pescar, en la flota de mar se caza el pulpo y el pez vaca, que es como un perro que acompaña a las naves y se lo arrebata con lanza y cabo engarfiado… Sabe como a la carne de ternera… Pero el marino…

– Ahí arrancó… -Confirmó uno…

– No… No… Oye tú… Aprende esto… ¡Que los marinos no gustan de comer al pez vaca pues cuando lo alzan con garfio y cabrestantes, gime como personas…! ¡Llora y quien lo haya oído gemir no puede hincarle el diente!

– Suerte que no canta el pez vaca…

– Te he dicho que llora y es como un perro… La carne se la dan a los prisioneros… Y el oficial de mar… -Era la voz hispana.

– ¡Canta…!

– No… El oficial pide para sí los sesos y la partes de bajo vientre, si es macho… Oid esto…¡El macho tiene sus partes como las de un burro y los oficiales las cuecen en aceite y las devoran…!

– Como los correntinos que se comen la criadilla del toro antes que nada…

– Los marinos prefieren el pulpo y la langosta canastera que se le dice la calamara… El canto dice así… -Iba a cantar.

– ¡A babor en la jarcia, que la carne esta triste…!-Se le adelantó una voz áspera, como de tomador, aunque aquella noche nadie había dispuesto de ración de caña ni de vino.

– ¡Y a los libros del mar tu también los leíste! -Era alguien que habló desde lejos, y que imitaba bastante bien.

– No es así… El canto dice:

Calamar Calamar a la mesaque te quiero comer la cabezaa mi pies a mis pies hubo un pezque boqueaba diciendo tal vezcuando bajes al fondo del marserás tu quien esté en mi lugar

Aquel día el Marino había andado por la vanguardia y con una monta de reposta. El caballo era un mañero de esos que mas vale dejar que engorde y venderlo para que lo cocinen vivo en el autoclave de una fábrica de velas. Medio ignorante de animales, le creyó al pingo que se había resentido una pata y, -cosa de viejos- se negó a venir de vuelta en el anca de alguno de los chiquilines que habían salido a otear con él. Ya estaba por caer noche, y se hizo sus leguas de a pata, trayendo al mañero del cabestro y con la carabina terciada en la espalda.

Debió ser por eso que se durmió de los primeros: gallegueó dos o tres veces la Calamara y no se lo escuchó mas ni entro en las ultimas conversaciones.

Eran unos que hablaban bajito pero, por eso de empujar cada palabra con el aliento, se los oye mejor que si hablaran sin miedo a despertar o a decir algo que alguien no tiene que enterarse.

Contaban que de un tiempo a esta parte la mujeres estaban diciendo "ponete en mi lugar" cada vez que protestaban por algo. Que era una manera de hablar que empezó en el teatro de los corrales, y enseguida copiaron las damas de la catedral.

– Las mas putas de todas…

– Unas mas, otras menos… Todas igual son.

– Dice mi mama que mas ricas son, mas fácil se le hace hacerse putas, porque tienen criadas que les preparan baños todos los días…

– ¿De veras?

– Dijo mi mama… Cosas que dicen las mujeres…

– A mi me daba por culiar lavanderas si había morenas o mulatas…

– Nunca yo…¿De veras son mas limpias?

– Vaya a saber… Yo nunca me fijé.

– ¡Pero yo te vide unas nochecitas ir con las chinas de las carretas…!

– Y a quién no lo videron…

– Al cura… Al loco Clueco.

– El loco Clueco se culia ovejas y yeguas… Nada mas.

– El animal tiene de bueno el no pedir plata…

– Y es mas limpio… Ellos mismo se lamen entre ellos…

– Las chinas mismo se lamen entre ellas…

– Pero al ratito se vuelven a empuercar…

– Se lavan nomás cuando tienen la sangría…

– ¡Que chinas puercas…! ¿Sintieron el jedor que largan cuando les viene la sangría?

– Hay quien llega a tirarle ese jedor…¡Les calienta el jedor!

– Hay loco para todo…

– A mi me gustaba culiarme lavanderas y ni pensé que eran mas limpias o menos sucias…

– Ponete en su lugar…

– ¡Ponete un dedo en el bujero donde no te dio el sol y deja de hablar guevada…! -De nuevo se escuchó al que quería dormir.

– Disculpemé paisano… ¡Ni se me había cruzado la idea de que mañana tiene que madrugar para alzar la cosecha del máis…! -Le contestú uno y cantó:

A dormir… A dormirdijo uno sin saberque se iba a morir…

Ahora empezaban dichos de pulpería pueblera. Recitó otro:

Negrito Negrito,dijo el abuelo,quedate dormiditoaqui en el sueloantes que el perro ladrey antes que empiecea culiar tu madre…

Era un dicho de los payucas, que todavía hoy siguen creyendo que las negras son mejores o peores, pero distintas, tal como les mintieron en tiempos del esclavismo Español. Cantaba ahora un payuca:

por que las lavanderasse harán tan putas…?taran tan tan tutatarán tan teraporque entran en el ríose lavan solasme lo dijo mi tió¡suerte que haiga olas!

– Y lavate las bolas… Y una mas y dejar dormir o cargo los trabucos y les aujereo el ponchoa todos de macramé… -Gritaba ahora la del que pretendía dormir.

– ¡Cantá la del doctor…!

– No hoy canto otra mejor… La canta el Lopecito de Lamadrid que la aprendió en los viajes…

– Ya se… ¡La del portugués que se hace encima de gusto…!