37515.fb2 Cantos De Marineros En Las Pampas - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 6

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– No… Esa no me la pude todavía aprender todavía… La de los sacristanes, sentila y aprendetelá:

la señoras pudientesson todas putaspor que tienen sirvientesy los disfrutanlas negras le hacen bañosde agua calientelos negros les dan duchasde lecheirviente

– ¿Que es lechirvente?

– Algo de la parte de la ducha, con regadora en flor…¿No es eso?

– A mi me da otra idea… ¿No Viste que los negros le dicen "laleche" a la salida del varón…?

– ¿Al guascazo? ¡Que asco la leche…!

– ¡Que porquería la leche!

– El masónico propugna leche para los grandes… Que de grande el hombre siga tomando leche en vez de vino.

– Los masónicos pidieron una Ley de Obligación para todas las iglesias que manda a las Iglesias dice que si quieren enseñar chicos, les tienen que convidar una copa de leche todos los días…

– ¡Pobres criaturitas de Dios…!

– Mi tata quiere que el hijito que tuvieron ahora vaya a la iglesia para el catecismo y la cartilla…

– Leche le van a dar…

– Se va poner gordito y de los masones…

– Dicen que el señor Mi Coronel es de los masones…

– Decir, dicen todo de todos…¿Usté acredita que el señor Mi Coronel es de los masones?

– Ni creo ni dejo de creer… Pero a Mi Coronel, no me lo hago de los masones…¿Y usted?

– "Dificulto dijo Orduna que a un chancho le salga pluma…" -Era otro dicho- Los masones mandan matar: el gringo Mitre, y el Cornelio Domingo Faustino que son los llevan la voz cantante de los masones y mandan matar ¡Y de que modo…!

– No me lo veo a Mi Coronel siendo de los masones y mandado a matar de gusto…

– No me lo veo al pelado Domingo Sarmiento tomando leche en copita…

– Yo me lo veo justo para eso… ¡Chupando leche…! Un tiempo que iban a nombrarlo de Plenipotenciario se lo veía todas las tardecitas en la peluquería de la avenido Real…

– Igual que el Mitre…¡Meta barbero!

– Pero el Mitre tiene pelo…El Domingo anda con toda la ropa arrugada y no tiene pelo…

– Se hacen hacer fomentos de ocalitos para salir sin arruga en los retratos… A eso van al barbero…

– Lo masones se la pasan haciéndose retratar…

– El obispo tiene toda la estancia de la catedral cubierta de daguerrotipos con la cara suya…

– El obispo dicen que culea y culea con las mujeres del club de la libertad…

– Las pintadas…¡Todas putas!

– No se me hace que un obispo se dea tiempo a culiar… Pero si culea, alla él…

– Y allá él, allá justito a la chucha de la madre puta que lo parió…

– Mas respeto… Será un obispo o lo que quiera… Pero ese no manda nunca a matar a nadie… El obispo… -Lo interrupio el que quería dormir:

– Los voy a hacer cagar con una pedigonada de sal gruesa…Dejen de hablar güevada y dejen dormir a la gente… -Todos se callaron y escucharon que decía en voz baja: – ¡Payucas negros de mierda…!

Nadie se le retobó y nadie mas dijo ni una palabra. Se habrían creído que cargó el trabuco con perdigones de sal y se mandaron a dormir.

Eso es ser mierda: aguantarse cuando te dicen cosas así. Primero de todos se había dormido el marino: cosa muy rara. Es lo peor que hay, quedarse a pata. Mejor preso, que a pata. Mejor enfermo o apestado que a pata. Muerto podrá ser peor que a pata, pero es casi lo mismo. Aquí si vas de a pata, te comen los perros cimarrones en menos de dos días. Y si no hay perros, peor: quiere decir que va a haber zorros, jaguares y pajarracos de rapiña que te empiezan a cueriar antes de que termines de morirte.

El tuerto Airas es tuerto de eso: lo lancearon los Asesinos Monárquicos y lo dejaron por muerto, y por hacerse el muerto estirado en el charco de sangre que le salía de un tajito chiquito así, los zorros le comieron una pata y una mano a su pingo y de noche, sintió un chillido era un carancho que le vino encima y le quito el ojo completo.

Historias que se cuentan y pueden ser así o de otra manera.

Pero lo que seguro no fue de otra manera es la cara susto que le quedó al pobre Airas para siempre: un solo ojo. Habría que apurarlo cuando toma y conseguir que diga la verdad: no sería raro que al ojo se lo hayan arrancado los húsares Hispánicos, que eran muy de hacer esa clase de daños.

Lo bueno de la guerraya te lo explicoque siemopre los que muerenson los los milicos…

Siempre que los yucas cantaban esas cosas, algún oficial se ofendía y les decía que desde ahora ellos también eran milicos y ordenaba que no canten mariconadas de negros y que se reacordaran que si no fuera por los milicos del Ejército Libertador, ellos andarían yerrados en los lomos con el sello del nombre del propietario.

Los que mejor peliaroneran los negrospor que antes de la guerraya estaban muertos…

Sin darse cuenta, cada vez mas, esas coplas del barrio del Arrime, se cantaban con la tonada de la música rara del marino, como si por tanto y tanto oírla se hubieran olvidado de sus candombes.

Al silencio sin viento de la siguiente siesta no había que ser baquiano ni apretar demasiado la otra oreja contra el yuyo para saber que mucho caballo galopaba cerca de ahí.

Nadie temía al malón. Los que habían hecho campaña contra el indio sabían que un malón dura poco y que nunca termina de matar a todos. Sean pocos o bastantes, los que salen vivos de un malón salen mejor, no tienen miedo a nada y por mucho tiempo no sienten la desgracia.

Si te salvaste de un malón: ¿Qué te puede importar si vas en dirección a un lado o a otro o si estás tardando mas menos a una parte, o si no vas a llegar nunca…?

– Una guasca de burro. Una cagadita de indio. Algo menos que nada te importa cualquier cosa si te salvaste de un malón.

Cierto que el salvaje disfruta como un chico degollando, pero el instinto le manda escapar en cuanto puede alzarse con vituallas y chucherías de la tropa.

Eso lo entretiene mas que degollar.

Quien conoció lo peor de los cuarteles y de las poblaciones grandes, mucho no puede padecer si los pampas lo hacen cautivo. Sabiendo pelear y siendo macho, es mas fácil amistarse con una tribu que con los comisarios y los librepensadores de la capital.

Mal que bien de esa manera se pensaba, y hasta hubo capaces de decirlo frente a toda la tropa.

Mas dados a decir las cosas se pusieron en esos días últimos cuando aparecieron montones de ceniza, seguidillas de bosta casi fresca y telas grasientas de envolver que todavía soltaban olor a jamón con pimientos.

Por una cruz de madera, -no de palo: de madera de tablas pulidas pintadaa a con con barniz como de cajas de fusiles- marcando unos palmos de tierra removida, se notaba que habían pasado cristianos enterrando sus muertos como es debido, y de allí en mas, -pobre la caballada-, se apretó el paso y se acortaron los siesteos.

La desesperación es cosa tan complicada que no sería propio decir que alguien hubiera desesperado.

La pampa tiene algo que no permite desesperar.

Desesperanza si: lo mismo que lo pone cavilador y que no permite desesperar al hombre, causa desesperanza: la idea de volver a empezar y el plan de juntarse seguían ahí pero como algo mas certero que una ilusión: igual que el horizonte en círculo, el cielo plano, el sol que nunca se termina de ver y el subir y bajar del viento, era como si ya se hubieran juntado, o si ya hubieran empezado otra vez.