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Aquellas noches y días trascurrían por encima de la guerrera sin tocar nada del agujero, ni del hombre en el agujero. Una penumbra invariable y un soldado invariable, sentado en el fondo, mirando a la pared y olvidando su cara.

Quedaban lejos -en aquel tiempo sin paso y estancado- los días de sueño y las noches de combate. Por lo menos, allí había podido verse: en aquel Martin que rodaba por el mundo, en las pupilas hostiles del extraño. Era así y de esta forma, crecía, dolía, golpeaba y era golpeado. Tiempo, partes. Ahora, no. Ahora era siempre ahora.

De vez en cuando -intentando romper aquella eternidad en pedazos iguales, un cierto cálculo con la vez anterior y con las anteriores, perdiéndose, pero imponiendo su certeza de que la cuenta era la misma-, se levantaba, retiraba la guerrera y se ponía a mirar por la rendija.

No ha venido, decía en voz alta para escucharse. Aunque ni la voz, ni lo que decía cambiaban nada del hombre que se escuchaba.

Días y noches. En realidad, penumbra y agujero donde la cara del extraño era lo único que sobrevivía. Lo último que había desaparecido de entre lo que estuvo alguna vez. Y también lo que todavía era esperado. Se fue quedando sola en la penumbra exterior al agujero, en la otra penumbra de lo demás. La cara del extraño, iluminada en la pared de polvo, casi viva. A veces la veía moverse con gestos que se hacían en la cara del soldado.

Días y noches. Podía ponerse del lado de la cara del extraño y verse sentado en el agujero. Y si se acercaba, veía que era la cara del extraño la que estaba sentada y le miraba a él. Entonces se levantaba, retiraba la guerrera y decía en voz alta: no ha venido. Aunque era precisamente entonces cuando se le olvidaba la cara del que tenía que venir y se preguntaba quién era el que tenía que venir.

Martin, pensaba. Martin va a venir. Le diré que venga desde esta orilla. Y si no viene, entonces cruzaré yo y le traeré. No es más fuerte que yo. No aguantará mucho.

No. Martin vendrá. Y le diré dónde están los que ha perdido. Yo le acompañaré.

Días y noches.