37706.fb2 De repente en lo profundo del bosque - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 10

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Una noche, Mati decidió cumplir la promesa que le había hecho a Maya. Pero no tuvo suficiente valor para vestirse, escabullirse a hurtadillas y llegar hasta el pequeño monte que estaba al pie de las ruinas. En lugar de salir, Mati esperó pacientemente a que sus padres y sus hermanas estuvieran dormidos, y entonces se levantó y se deslizó descalzo hasta la ventana de la cocina, desde la que se podía ver de soslayo el monte, con la intención de permanecer allí, despierto y atento, hasta el alba. Consiguió contar al pie de las ruinas las sombras de nueve árboles. Durante toda la noche hubo nueve árboles, y también al despuntar el día seguía habiendo allí nueve, por lo que Mati llegó a la conclusión de que Maya se había confundido llevada por el miedo o la tensión. O tal vez simplemente se había dormido y había tenido un sueño.

Pero al día siguiente, en el colegio, cuando se lo contó en voz baja, Maya le dijo:

– Mati, después de clase, tú y yo volveremos a contar cuántos árboles hay allí realmente -y fueron los dos a las ruinas y contaron bien, con cuidado, en voz alta y tocando cada árbol, y resulta que volvía a haber sólo ocho y no nueve.

En el aula, a ambos lados de la pizarra, entre las ventanas y encima de las estanterías, la maestra Emmanuela había colgado todo tipo de advertencias escritas en rojo y negro: «El bosque es un lugar peligroso». «Tened cuidado con las montañas.» «Cada arbusto puede ser un monte intrigante.» «Cada roca puede esconder detrás algo que no es una roca.» «El niño que deambule solo por la espesura puede no volver nunca, o volver contagiado de relinchitis.» «La oscuridad nos odia.» «El exterior está lleno de peligros.»

Desde las profundidades de los bosques, desde el corazón de los espesos bosques de coníferas que rodeaban el pueblo por todas partes, llegaba de la mañana a la noche un turbio olor a oscuridad. Incluso durante los meses de verano penetraba en el pueblo desde los bosques una especie de sombra oscura de invierno. Y el río, efervescente y burbujeante, serpenteaba entre los patios y se deslizaba hacia el valle, corriendo y fluyendo por la pendiente con espuma blanca en las riberas, como si ansiara con todas sus fuerzas huir lejos y, a pesar de todo, se detuviera aquí un momento para aliviar a su paso a todo este pueblo.