37706.fb2 De repente en lo profundo del bosque - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 28

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Así permanecieron sentados durante toda la tarde en casa de Nehi, el rey de los bosques. Y la tarde continuaba y continuaba como si la hubiesen embrujado, y muchas horas después aún los acariciaba la suave luz de la tarde, y después de la luz de la tarde llegó la luz del atardecer, y al cabo de un tiempo indeterminado comenzó el ocaso, y ese ocaso continuó largamente encendiendo y pintando todo el cielo con un arco de suaves tonalidades, como si ahí arriba el tiempo se hubiese suprimido. Se hubiese borrado de una vez por todas. Como ya se ha dicho, desde dentro se descubría que no se trataba en absoluto de una fortaleza, sino tan sólo de un edificio bajo y ancho construido con gruesos maderos, y rodeado por un jardín. Mati y Maya pasearon por el jardín, regresaron a la casa, comieron, bebieron, hablaron y volvieron a salir a pasar un rato con los mamíferos, las aves y los reptiles que había en el jardín Y es que, justo después de haberles asustado, Nehi se echó a reír y, con una sonrisa, les ofreció las frutas más jugosas que jamás habían probado. Poco a poco empezaba a haber menos luz, pero la oscuridad se retrasaba. La propia tarde daba vueltas y soplaba despacio de arriate en arriate entre los caminos del jardín, era una tarde tan indecisa que no quería quedarse y no quería acabar.

No era de día ni de noche.

«Y no recuerdo, pero tampoco he olvidado por completo», pensó Mati, «que una vez estuve en un tiempo algo parecido a éste, en un tiempo que no era día ni noche, ni luz ni oscuridad, y de hecho no era un tiempo en absoluto sino todo lo contrario, era una especie de envoltura piadosa que me rodeaba y me cubría por completo. ¿En sueños? ¿Estando enfermo? ¿En el desconcierto de la fiebre alta? ¿Cuando era pequeño? ¿Cuando aún era un niño de pecho? ¿O anteriormente, antes de nacer?».

Nehi, cuando aún era el pequeño Naamán, con apenas cuatro o cinco años, se compadecía de todos los animales y se preocupaba de darles de comer, se preocupaba incluso de las moscas, de las hormigas y de los peces del río.

– Y también por eso se metían contigo en el pueblo -dijo Maya.

Maya no lo dijo en tono de pregunta, sino como si lo supiese.

– Hasta ahora no lo han olvidado -dijo Mati-, pero tampoco lo recuerdan. A lo mejor debería existir otra palabra, una palabra especial que incluyera tanto recordar como olvidar: a veces, alguno de nuestros padres imita de repente para sus hijos los sonidos de los animales. Pero al cabo de un rato se arrepiente, se corrige y se apresura a explicar que los animales no son más que leyendas. Y enseguida se queja de que nuestra maestra Emmanuela nos confunde completamente con todos los pájaros que la pobre tiene en la cabeza.

Cuando Mati dijo que hacía falta una palabra que incluyese tanto recordar como olvidar, Maya pensó en su madre, en Lilia, que esparcía al final del día migas para unos pájaros inexistentes y arrojaba trozos de pan al río para unos peces que desaparecieron tiempo atrás. «Ahora está llegando el final del día. Y justo ahora mi madre estará sola en la ribera del río y pronto empezarán a preocuparse de verdad por nosotros. O puede que entre tanto allá abajo hayan pasado ya varios días y varias noches, varios amaneceres y varios atardeceres, y todos hayan perdido ya la esperanza de encontrarnos, y que sólo aquí el tiempo se haya detenido. Pero el río», pensó Maya, «ese río jamás se detiene, fluye día y noche, serpentea entre los patios del pueblo y corre obstinadamente hacia el valle, burbujeando por la ladera y dejando espuma blanca en las orillas, como si estuviera huyendo de nosotros hacia abajo, hacia unos valles tranquilos, y sólo se detuviera un momento en nuestro pueblo para insultarlo».

– Deberíamos volver pronto -dijo Maya-. Estarán preocupados por nosotros. Pensarán que ha ocurrido una desgracia.

– Sólo un poco más -dijo Mati-. Sólo hasta que termine de contar su historia.

– Le pediremos a la oscuridad que se retrase un poco más -propuso el hombre-. Hace tiempo que acordamos con esta tarde que fuese una tarde lenta.