38036.fb2 El oto?o en Pek?n - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 9

El oto?o en Pek?n - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 9

TRANSICIÓN

No cabe la menor duda que Amadís Dudu es un tipo horrible. Fastidia a todo el mundo y quizá, hacia la mitad de la narración, haya que suprimirlo, simplemente porque obra siempre de mala fe y es altanero, insolente, pretencioso. Y por si fuese poco, homosexual. Ahora ya casi todos los personajes están en su sitio, lo que producirá diversos avatares. En primer lugar, la construcción del ferrocarril, que no es tarea pequeña, ya que se les ha olvidado el balasto. Y es esencial, porque no se puede sustituir por las conchas de los pequeños caracoles amarillos, como, encima, nadie ha propuesto. Por lo pronto van a montar los carriles sobre las traviesas, que quedarán, mientras tanto, en el aire, y luego rellenarán por abajo con el balasto, cuando llegue. Se puede, naturalmente, tender de esa manera una vía. Sin embargo, no era este enredo del balasto lo que yo había previsto, cuando anuncié que también hablaría de los guijarros del desierto. Había indudablemente en aquellas palabras mías una forma grosera de representación simbólica, raquíticamente intelectual, pero es evidente que la atmósfera de un desierto, como el de Exopotamia, se hace, a la larga, un tanto deprimente, a causa, en particular, de ese sol con bandas negras. Por último, advierto que todavía tiene que aparecer un nuevo personaje secundario: Alfredo Jabès, que sabe muy bien lo que es un modelo a escala reducida; pero ya es demasiado tarde. Naufragará el barco de Cruc y, cuando Cruc llegue, todo habrá terminado. Por tanto, únicamente volveré a hablar de él en la próxima transición; o quizá tampoco entonces.