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La mala memoria

Me invitaron a discutir en un foro sobre la memoria de los chilenos. ¿Los chilenos tenemos mala memoria? Muchas veces pienso que si. Pésima memoria. Un estado de verdadera amnesia colectiva. Además, funcionan mecanismos destinados a mantener la hipnosis, la somnolencia general. Hay programas televisivos que podrían definirse como sesiones de hipnotismo para las masas.

Otra deformación frecuente consiste en promover memorias parciales. El

caos, el desorden, el desabastecimiento, las colas, el mercado negro, entre tal

fecha y tal otra. Está muy bien recordarlo, pero hay que recordarlo todo, antes,

durante, después.

Siempre se ha dicho que los escritores contribuyen a sostener la memoria histórica de los países. Por eso, en la mayoría de los casos, reciben palos en vida y honores póstumos. Balzac definía al novelista como el historiador privado de las naciones: el hombre que reconstruye, utilizando andamios verbales, la vida secreta, afectiva, artística, social, económica, de una sociedad en una época determinada. Sin La Comedia Humana, nunca podríamos saber exactamente lo que fue la Restauración, el ascenso de la burguesía francesa en el siglo XIX, los comienzos de la banca moderna.

La preservación de la memoria histórica es un índice cultural importantísimo, quizás el más importante y revelador de todos. Hay países que no tienen archivos, ni verdaderas estadísticas, ni historiografía. Carecen de recuerdos y repiten sus crisis a cada rato. Basta echar una mirada al mapa del Tercer Mundo para encontrar abundantes ejemplos. Chile, en cambio, en sus mejores épocas, fue considerado un país de historiadores. También éramos un país de poetas, pero una cosa no excluye a la otra. La historia y la poesía, con la novela enredada entre ambas, son géneros que se refuerzan mutuamente.

Los poetas y los novelistas tienen que saber escuchar la voz del pasado, que es la voz de la historia.

En el foro sobre la memoria de los chilenos se habló del general Ibáñez, de la crisis del año 30 en comparación con la crisis actual, de los radicales, de don Arturo Alessandri, de los políticos auténticos y los politiqueros vulgares. Los politiqueros tienden a confundir las cosas, pero ningún país puede darse el lujo de prescindir de los auténticos políticos. En mi opinión, el receso, tarde o temprano, tiene consecuencias muy caras. Parecería, a primera vista, que sin políticos es posible tomar decisiones mucho mas rápidas, pero la practica está demostrando que el asunto es al revés Ahora observamos que el gobierno socialista español, donde los señores políticos pululan hasta en la sopa, ha sido mucho mas efectivo para darle soluciones al caso Rumasa, un complejo empresarial intervenido hace menos de un año, que nosotros con nuestras famosas intervenciones. Nosotros hemos creado comisiones, para no perder una vieja costumbre, y hemos calentado asientos.

Es interesante ejercitar la memoria de vez en cuando. Uno de los participantes en el foro dijo que en 1930 hubo ollas comunes, igual que ahora. En esa época no había grandes concentraciones urbanas, de manera que la crisis azotó sobre todo a las poblaciones campesinas, que trataron de emigrar a las ciudades. Ahora, en cambio, las grandes victimas son las poblaciones periféricas, que no encuentran a dónde emigrar.

Me permití agregar un detalle insidioso, producto de antiguas lecturas y viejas películas. Luego del "gran crack" de la Bolsa de Nueva York el año 29, también hubo ollas comunes en la isla de Manhattan. Después, bajo la influencia intelectual de Lord Keynes y la conducción de Franklin Roosevelt, el capitalismo adoptó medidas correctivas para impedir que la crisis se repitiera con la misma magnitud. Me pregunto si nuestros alumnos de Chicago estudiaron con la debida atención esa parte de la historia económica.