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La vejez llega cuando uno se limita a hacer las cosas a las que se es proclive. Mientras el vigor persiste, uno puede ir en contra de esta inclinación; cuando él se debilita, las verdaderas tendencias aparecen y nos perturban. Existen diferentes manifestaciones de este estado pero, alcanzados los sesenta años, nadie escapa a ello. Pensar que uno no será jamás senil, es serlo ya. Así uno puede considerar la argumentación del maestro Ittei como la de una persona senil, cuando quiso probar que él era el único que podía ayudar a la Casa Nabeshima. Fue a hablar con los poderosos de diferentes familias, pero mostraba ya señales de senilidad. Todo el mundo pensó en su momento que era un acto razonable; y si reflexiono mejor me doy cuenta que era un acto de debilidad. Por mi parte, gracias a este ejemplo y debido a la sensación que tengo de retornar a la infancia, he rehusado la invitación a la ceremonia del templo por el aniversario de la muerte el Señor Mitsushige y he decidido permanece cada vez más recluido en mi casa. Uno debe tener la clarividencia de lo que os va a ocurrir.