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Fue Pirandello quien nos aconsejó mirar al mundo a través de los ojos de los muertos que amamos. Marcel Cohen comparó los libros con los juguetes que damos a los niños y Chesterton nos dijo que son estos los que ofrecen a esa mansión tantas veces tenebrosa que es el mundo la inocencia y el olvido que la vida necesita para continuar. La frase «qué pena las personas», tan amada por Bergman, pertenecen a la obra El sueño, de August Strindberg.