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All the world’s a stage,
And all the men and women merely
Players.
Shakespeare
As you like it, II, vii, 113
ME ARMO DE PACIENCIA y de ira y confieso con un absoluto descaro haber infringido deliberadamente toda cuanta norma se me quiso imponer, mi marido y yo exigimos que se nos reconozca que vamos a pagar un precio muy alto y muy caro, que vamos a pagar en oro y esmeraldas y con cumplidas creces todos nuestros hediondos e ingenuos pecados mortales; si se nos va a quitar la vida clavándonos en la cruz de San Andrés para que los cuervos se rían de nuestras derrotadas miserias, queremos que se nos autorice a seguir pecando sin caridad hasta que exhalemos el postrer aliento: al castigo infinito debe corresponder la licencia para seguir pecando ya que, por generosa que fuere, jamás llegará a infinita.
– ¿Podría usted jurar que la reclusa inglesa que parió sin que le soltaran las esposas se llamaba Mary Berriedale?
– No.
– ¿Y Aria Barnstaple?
– Tampoco.
– Bien, puede retirarse.
Clara Erbecedo fue una mujer guapa y extraña, ahora hay que hablar ya en pretérito, por aquí casi todas las mujeres son guapas y todas extrañas, los seres humanos son muy raros, mi tía Marianita fue siempre muy rara en su vulgaridad, y Raúl Barreiro, el novio que le dijo a Betty Boop que tirara al niño recién nacido por el retrete, también, tiras dos o tres veces de la cadena y no se entera nadie, vamos, no se entera ni Dios, todo el mundo es extraño, esto no debe ser dudado por nadie por raro que fuere, por extraño y desdibujado que fuere, Clara Erbecedo murió el mismo día que Gitanillo de Triana, el 24 de mayo de hace ya veinticinco años, Gitanillo se mató en accidente de automóvil, iba con su yerno Héctor Álvarez, novillero venezolano, que se mató también, venían de Villa Paz, la finca de Luis Miguel Dominguín, Clara Erbecedo murió de cáncer de útero, le picó la víbora de la espigaruela y no pudo resistirlo, el cáncer es igual que el accidente de carretera. Su hijo Jacobo publicó la esquela en los dos periódicos de La Coruña. Doña Ermitas Erbecedo Fernández, Clara, viuda de López Carreira, falleció en su casa de San Pedro de Nos el día 24 del actual, a los sesenta y tres años de edad, después de recibir los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad. Sus hijos, Santiago y Vicenta; hijos políticos, Eva Santana Araújo y Enrique Canelas Pose; nietos, Diego, Francisco, Marta, Claudia, Rebeca, Rodolfo y Benjamín Carlos; hermanos, Florián (sacerdote) y Heliodoro (ausente); sobrinos y demás familia, y sus fieles servidores Rómula Restande Iglesias y Evaristo Cruces Silva, ruegan a sus amistades, etc., dos meses después se llega a la Luna, pero todo sigue igual, Bertrand Russell afirma que se ha expandido el ámbito de la estupidez humana, ya se dijo. Esto de los nombres es en ocasiones confuso porque la gente no se llama siempre como se llama sino como quisiera llamarse, lo único que se explica en la esquela mortuoria es que a Ermitas le llamaban Clara, también conviene precisar la correspondencia onomástica que se expresa a continuación: Ermitas, Lucía, además de Clara; Santiago, Jacobo; Vicenta, Mary Carmen; Diego, Pichi; Francisco, Paquito y Fran; Marta, Matty; Claudia, Betty Boop, y Rebeca, Becky, a los hijos de Mary Carmen se los llamó siempre por sus nombres, lo más en diminutivo, Rodolfito y Benjaminín, si la gente leyera con más atención no harían falta estas enojosas repeticiones.
La tormenta no obedece a la rosa de los vientos ni al motor de vapor, la tormenta viene de donde quiere y no respeta lo que señalan los instrumentos de navegación, el norte magnético no es más que una referencia, cuando la tormenta se pinta de norte a sur, de las islas Gabeiras al cabo Prioriño para saltar después a la punta de Seixo Branco, las gaviotas se refugian en tierra y se esconden más allá de Carral y de Montouto, nadie sabe quién gobierna la brújula de las gaviotas. Fran cazaba gaviotas con anzuelo desde la terraza de su casa, ponía una miñoca de cebo, lanzaba la caña lo más lejos posible, cuanta más distancia y altura más emoción, y las cazaba al vuelo, después cobraba el sedal, las desenganchaba y las soltaba porque no sirven para comer, están muy duras. Matilde Verdú estaba obsesionada con la idea de la muerte.
– ¿Tú crees que se puede morir sin fe bastante?
– No, si creyeses en la vida con pasión, si te agarrases a la vida como una lapa, serías inmortal, pero al primer desmayo te morirías entre las carcajadas de los tuyos, todos sentados en el suelo, todos vestidos de limpio y todos borrachos.
– Es horrible esto que me dices.
– Perdóname, no pude evitarlo.
Betty Boop cree más en la vida que en la muerte y ama la aventura imprevista y la zancadilla de la monótona ruleta que decide quienes han de morir cada mañana y de qué manera, Betty Boop vive inmersa en el sueño o flotando en la vida, pero no pudo nunca echar raíces en la tierra.
– ¿Te gusta volar?
– Sí.
– ¿Y nadar?
– También.
– ¿Más en la mar que en la piscina?
– Sí.
– ¿Y andar por el campo o por las calles de la ciudad?
– Menos.
En el Cerro de los Ángeles, Franco renovó la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Franco inauguró la nueva iluminación de la catedral de Córdoba. Franco inauguró la presa y el embalse de Iznajar. Betty Boop puso fin a su recua de novios casándose con Roberto Bahamonde, un aparejador de Ribadavia violento, mandón y autoritario, que la puso firme ya desde el noviazgo, yo creo que hasta le sacudía con la mano o con el cinto, Betty Boop le había regalado un cinto de cocodrilo muy elegante de color negro, Roberto le daba trallazos restallantes y se reía mucho, Betty Boop se dejaba gobernar y él no le daba descanso y hacía el amor con ella, siempre a lo bravo, donde se encontrasen, no desperdiciaba ocasión, en la playa, en el coche, en el portal de su casa, en un palco del teatro Rosalía, en el campo, la verdad es que todos los sitios pueden ser buenos. A Betty Boop la mueve un resorte misterioso, venenoso y audaz, Roberto salió de viaje y Betty Boop se fue en bicicleta hasta el puente del Burgo y paró un camión.
– ¿Me lleva? Estoy cansada de pedalear.
– Sube, pon la bici ahí detrás. ¿Adónde quieres ir?
– A Santiago.
– Venga, sube.
El camionero iba en camiseta y fumando una tagarnina, tenía el pecho recio y peludo, los brazos poderosos y tatuados, el cuello fuerte y la cabeza grande, del sobaco le nacía una pelambrera más que cumplida y tenía también la voz solemne, grave y armoniosa, hablaba como un canónigo. Al llegar a Sigüeiro se metieron por la carretera de Vilarromariz a buscar el río Tambre, se pararon en la linde de la carballeira de Cotobal, justo donde empiezan los helechos.
– ¿Te quieres bañar?
– Sí.
– ¿Trajiste bañador?
– No, yo me baño desnuda si tú me defiendes.
El camionero se llamaba Saturio y tenía un sexo descomunal, muy cumplido y bien dibujado, Betty Boop jamás había visto nada parecido, Saturio no se anduvo con mayores miramientos y Betty Boop lo dejaba hacer, Saturio tumbó a Betty Boop sobre la yerba y le clavó violenta e inevitablemente lo mandado, Betty Boop no podía ni respirar, tampoco hubiera querido ni respirar, pero gozó casi con fiereza, gozó seguido y no alentando más que lo preciso durante mucho tiempo.
– ¿Tienes bastante, señorita de la mierda?
Betty Boop sonrió, lo besó en la boca y le dijo que no, que no tenía bastante, que una mujer nunca jamás tenía bastante, que son los hombres los que se cansan de amar, los que se hartan de amar, los que se aburren y al final se espantan de amar. Saturio se llegó a la cabina y trajo medio jamón, un pan de hogaza y una bota de vino, es fácil pescar truchas con la mano, tan fácil que lo prohíbe la ley, se mete la mano debajo de una piedra del río y se sacan dos truchas relucientes y plateadas, saltarinas y escurridizas, las truchas pequeñas, las de cuatro o cinco dedos, se pueden comer crudas, sin quitarles ni las espinas ni las tripas, lo primero que se muerde es la cabeza para matarlas y que no se escapen, Betty Boop no había comido nunca truchas crudas y vivas.
– ¿Te gustan las truchas así, como salen del agua?
– Sí, mucho.
– ¿Y el jamón?
– También.
– ¿Y el pan?
– También.
– ¿Te gusta todo?
– Sí, todo.
Después Betty Boop se echó a llorar y Saturio se quedó medio desorientado; como no sabía lo que hacer, se subió al camión y se fue por la carretera abajo, a seguir rodando y rodando, con el azaramiento olvidó devolverle la bicicleta a Betty Boop.
A mi marido lo metieron en la cárcel por razones políticas, primero unos y después los otros, mi marido tenía una tía monja y otra sindicalista, con las ideas no se debe jugar porque pueden estallar en la mano.
Ahora vuelvo a escribir en papel de retrete marca La Condesita, que es sin duda el mejor, no sé ya cuántos rollos llevo, para contar naufragios y hundimientos lo más prudente es buscar soportes innobles y humildísimos, soportes que no resistan el paso del tiempo, para aguantar ya estoy yo que aguanto mucho, que aguanto más que nadie, sólo pido a Dios que no me mande todo lo que puedo aguantar sin mover un solo músculo de la cara, un solo nervio de la cara, ni siquiera los de los ojos, no probé nunca, pero creo que podría aguantar más dolor que un jabalí, más oprobio y todavía más humillación que un jabalí. Las enfermedades no respetan el talento, un genio puede morir de la misma enfermedad que un estúpido y a una virgen la puede matar el mismo cáncer que a una puta, la muerte ni distingue ni razona sino que se limita a segar todas las ilusiones con su guadaña, también todas las esperanzas y todos los descuidos y torpes desvíos.
– ¿Por qué cierras los ojos con timidez cuando te leen el reglamento en voz alta?
– No lo sé.
– ¿Por qué tu marido, en vez de lavarse con jabón medicinal, se perfuma el esfínter del ano con humo de sándalo?
– No lo sé, no he podido averiguarlo nunca, mi marido a veces es muy misterioso, muy introvertido y asustadizo, mi marido está asustado casi siempre, es muy huraño.
Raimundo Fanego, el pelirrojo que era guardia civil en La Estrada, le preguntó a Hipólito Parga, que había sido seminarista y que ahora era practicante en La Esclavitud:
– ¿Una cara mentirosa debe ocultar lo que sabe un corazón falso, como dice el inglés?
– ¿Qué inglés?
– Eso es lo de menos, contésteme a lo que le pregunto, ¿una cara mentirosa debe ocultar lo que sabe un corazón falso?
– ¿Yo qué sé?
Hipólito Parga estuvo trabajando algún tiempo en La Coruña y le arreglaba los pies a mi tía Marianita, también le ponía inyecciones y lavativas, mi tía Marianita era muy estreñida, padeció toda su vida de estreñimiento, a veces estaba hasta diez o doce días sin ir al retrete y había que ponerle enemas medicinales, las mujeres solemos propender a estas servidumbres. Hipólito Parga estuvo durmiendo una temporada con Rómula, la criada de Clara Erbecedo, entraba por la noche por el portillo de la huerta y salía antes del amanecer por el mismo sitio, Rómula no era ya ninguna niña pero lo trataba con cariño, le lavaba la ropa y le daba bien de cenar y de desayunar, hay que corresponder y ser agradecido, Rómula le daba de cenar bistés a la plancha, casi crudos o sea vuelta y vuelta, o sardinas asadas cuando era el tiempo, o huevos con chorizo y patatas fritas, antes una ensalada de lechuga, tomate y cebolla y de postre mermelada de ciruelas o queso con dulce de membrillo, también le daba siempre café y una copa de aguardiente de orujo, Hipólito Parga se acostaba con Rómula siempre en posición natural, en cualquiera de las siete posiciones naturales, en esto no se deben hacer concesiones ni improvisar.
Al comandante don Alfonso no lo delataba e) ruido sino el pestilente olor, debía estar medio podrido, don Alfonso era más bien zullenco que pedorro. En el bar Cartagena la Orensana, doscientas y la cama, solía decirle:
– Don Alfonso, ¡a peerse a la puta calle y lo más lejos posible, que me está usted atufando la ginebra!
La Orensana no tuteaba a don Alfonso ni en los momentos más íntimos, el respeto a las autoridades no está reñido con darles gusto y hacerles disfrutar.
– ¿Usted cree que Javier Perillo terminará algún día el peritaje mercantil?
– Yo no quisiera gafar a nadie, pero me parece que no, él va bien así y se deja llevar por la vida.
– ¡Qué cómodo resulta!, ¿verdad?
– Pues no sé qué decirle.
La poetisa Adelita publicó un libro de versos en gallego, Anduriña tola, y dijo en el periódico que ella escribía poemas para gritarle al amor y a la vida.
– ¿Y eso qué quiere decir?
– Pues eso, que le grita al amor y a la vida con la voz que le sale del alma, esto me lo aclaró el poeta Garcés, que sabe mucho de poesía y de arte, el poeta Garcés sabe mucho de todo.
– Ya, ya…, ¡qué horror, qué cosas dicen algunas!
Ángel Cristo, el domador más joven del mundo, con sus feroces leones abisinios. Circo Checo de Praga. Cinco únicos días en ha Coruña. ¡Improrrogables!
– ¿Vamos al circo?
– Bueno.
Ha entrado en el puerto de Bilbao la escuadrilla de fragatas de la Armada española integrada por el Vicente Yáñez Pinzón, el Legazpi, el Júpiter y el Vulcano, que inmediatamente enfilaron la ría para quedar abarloadas junto a los muelles de Santurce, en el espigón donde atraca el ferry inglés Patricia. Betty Boop se casó antes que Matty, a su novio, Roberto Bahamonde Chas, algunos amigos le llaman Robert y otros Bob, a él le es lo mismo, la boda se celebró por todo lo alto pero con más pretensiones que resultados, esto pasa cuando no se miden bien las distancias y se queda uno con la cabeza caliente y los pies fríos o, como suele decirse, con el culo al aire. Según el periódico, la sagrada unión se bendijo en la iglesia de Santiago engalanada con profusión de luces y flores, y la novia, que estaba bellísima, lucía un precioso modelo de raso natural con encaje de guipour y flores de organza, y un velo largo de tul ilusión prendido con elegante tocado francés de gardenias; lo que no venía en el periódico fue la triste verdad, la verdad dolorosa y desnuda y tal como fue. Betty Boop, pese a los esfuerzos de Eva, su madre, estaba horrible, ella era una monada, pero ese día estaba horrible, el pelo lo llevaba recogido con dos ondas delante de la cara y no le favorecía ni poco ni mucho, a las pestañas les sobraba rímel y los ojos parecían dos tarántulas; el vestido era bonito, sí, pero Robert, antes de salir la novia para la iglesia, se metió en su habitación, le remangó las faldas y le echó un violento polvo de gallo…
– ¿Y de urgencia?
– Sí, también.
… un violento polvo de gallo y de urgencia que la dejó tan arrugada como desmadejada, todos andaban nerviosos como gatos y con prisas y entrando y saliendo de un lado para otro y nadie se dio cuenta, a lo mejor lo que hicieron fue disimular; a Robert no le importó nada eso que se dice de que el novio no debe ver vestida a la novia, vestida de novia, claro, antes de salir de casa, porque trae mala suerte, Robert no era supersticioso.
– Eso de ser supersticioso es lo que trae mala suerte y yo no lo soy, yo no creo en estas supersticiones.
– ¿Y en las otras?
– Tampoco, son todas lo mismo.
Robert se había hecho varios cortes al afeitarse, se conoce que también estaba de los nervios, y se presentó con la cara hecha un mapa, también llevaba el pelo muy mal cortado y parecía un quinto. Robert iba con un chaqué alquilado que le quedaba pequeño, los pantalones le venían cortos, y además tenía una mancha en la solapa. El banquete tuvo lugar en el Finisterre, los invitados bailaron a los acordes de las orquestas los Samar's, los Sallyv's y los Key's y la música no cesó ni un solo momento; Betty Boop fue de mesa en mesa despidiéndose de iodos los invitados, muchos hombres se habían quitado la chaqueta y la corbata, se conoce que tenían calor, aquello empezaba a parecerse a un merendero, la novia llevaba la cola recogida en el brazo pero hecha un rabuño.
– ¿No será un rebujo?
– Bueno, sí.
Betty Boop llevaba la cola del vestido hecha un rebujo, parecía un trapo de cocina, Eva sufrió mucho ese día al ver a Betty Boop hecha una facha pero procuró disimular, Eva estaba guapísima con un modelo de Dior azul noche muy elegante; también iban muy entonadas Matty con un traje largo gris perla que le dejaba los hombros al aire, su novio Hans Rückert había venido a la boda, y Becky, la pequeña, con un traje de terciopelo verde oscuro, que había llevado las arras, trece libras esterlinas; los que no iban bien vestidos eran los de la familia del novio, quedaban un poco horteras, iban todavía peor las mujeres que los hombres. A las mujeres se nos nota más el mal gusto que a los hombres.
– ¿Podría usted prestarme la módica cantidad de cinco duros? Estoy en un mal momento y créame que me duele tener que recurrir a usted, hágase cargo.
– Dios le ampare, hermano, no me es posible socorrerle.
Adriano Aceijas era un sablista especializado en bodas y velatorios, los bautizos y las primeras comuniones también se le daban bien, pero no tanto, se conoce que tienen menos misterio, menos morbo, éstos son actos más rutinarios y la gente casi no se excita ni se entrega, tampoco se entrega. Adriano Aceijas se mostraba muy insistente, muy perforador del sentimiento, y se presentaba con tan buenos modales que al final siempre solía sacar algo, la verdad es que en las ciudades de tamaño medio no falta nunca un alma caritativa. Adriano Aceijas era maestro de escuela y lo echaron del escalafón por rojo, había estado afiliado a la Orga, la verdad es que tuvo suerte porque podían haberle dado el paseo, otros por menos llevaban ya varios años en el otro mundo.
– Muchas gracias por escucharme, por haberse dignado prestarme su atención, servidor de usted.
Doña Elisa Valladares Llorente, de setenta y ocho años de edad, huérfana del almirante Excmo. Sr. Don Isidro Valladares Mariño, falleció en el Ferrol del Caudillo el día 2 de los corrientes, bajo el manto de la Virgen del Pilar y reconfortada con los Santos Sacramentos. Don Jacobo le regaló un piso a su hija Betty Boop, pequeño pero muy mono y bien instalado y equipado con calefacción, cocina moderna, electrodomésticos, todo lo preciso en modalidad lujo, en la calle de Menéndez Pelayo, entrando por Linares Rivas la primera de la derecha, o sea casi frente a la mar, el piso de Betty Boop está siempre revuelto y sucio, con todo manga por hombro y destartalado y desordenado, ella era una calamidad, saltaba a la vista, yo creo que iba ya para loca; Robert vendió su parte en el estudio de aparejadores de Ribadavia y se instaló por su cuenta en Betanzos, iba y venía todos los días porque Betty Boop no hubiera querido salir de La Coruña, a Robert las cosas le iban bastante bien y tenía trabajo.
– Lo importante es tener trabajo, ¿verdad, usted?
– Sin duda, y salud, no lo olvide, lo importante es tener trabajo y salud, eso es lo primordial porque lo demás viene solo.
– Claro.
De repente pasaron muchas cosas en poco tiempo: al comandante don Alfonso lo operaron de la próstata, eso le acaba pasando a casi todo el mundo; Franco visita la zona regable de Bembézar; Heliodoro Erbecedo Fernández, el hermano de la fallecida Ermitas, o sea Clara, que reside desde hace muchos años en Buenos Aires, está haciendo un viaje por Europa y pasa por La Coruña; cl hombre más viejo del mundo se llama Shiraly Mislimov, tiene ciento sesenta y cuatro años de edad y vive en la aldea de Barravu, en el Azerbaiján; dos señoritas en monobikini son detenidas en Sevilla; el joven cubano Armando Socarrás viaja de La Habana a Madrid en el tren de aterrizaje de un avión de Iberia soportando temperaturas de hasta cuarenta grados bajo cero.
– Usted antes dijo un rabuño, con a, y a mí me parece que es un rebuño, con e.
– No sé, puede que sí, quizá sí.
– Le repito, ¿en español no será un rebujo, con e y con jota?
– A lo mejor, no le digo que no.
A los pocos años, Betty Boop tuvo una niña, María Pía, pero no le hace demasiado caso, a María Pía la cuida Rosiña Abeledo, una asistenta mu\ maternal y con mucho instinto que estuvo casada con un carabinero que la dejó viuda a resultas de una borrachera, la dejó viuda y con seis hijos, Betty Boop no para un momento en casa se pasa el día entero en la calle, sale a desayunar y ya no vuelve hasta la noche, se pasa el día por las cafeterías tomando batidos y dejándose invitar, cafetería Safeway, cafetería Manhattan, cafetería Challenger, cafetería Sithon's. Al cabo de algún tiempo Robert decide que se van a vivir a Porriño, cerca de su madre, cuando enviudó su madre, que era de Porriño, volvió a su casa de familia, a la casa en la que había nacido, eso es algo que suele tirar mucho; contra todo pronóstico Betty Boop se adapta bien aunque se lleva a matar con su suegra, eran muy distintas las dos, tampoco se llevaba bien Loliña Araújo con Guillermina Fojo, su nuera, es frecuente, es como una costumbre, Enriqueta Chas viuda de Bahamonde, la madre de Robert, era una mujer chapada a la antigua, muy devota y hacendosa, muy relimpia y conservadora, muy de estar siempre en casa arreglando armarios y haciendo postres de cocina, Chas no es apellido pontevedrés, pero el padre de Enriqueta, funcionario público, era de Correos, vivió muchos años en Porriño, tanto en activo como ya jubilado, y allí murió.
Una vez más hago firme propósito de la enmienda y me dispongo a poner un mínimo orden en mis recuerdos y en mis papeles, que a mi marido y a mí nos vayan a clavar en la cruz de San Andrés no puede ser disculpa para omitir los deberes, ni argumento que aspire a justificar cl procedimiento doloso, debe leerse a Platón, sí, pero sin olvidar el catecismo, el mundo es un escenario y los hombres y las mujeres no somos sino meros actores con frecuencia poco y mal ensayados y con los papeles no del todo bien aprendidos.
Al cabo de dos o tres años Betty Boop, ya casada y esperando a María Pía, se le notaba bastante el embarazo, se encontró con Miguel Negreira, el profesor de violín, por la calle, empezaron a zumbarle los oídos y creyó que se le salía el corazón por la boca de lo emocionada que se puso.
– ¿Y tú?
– Pues va ves, pensando siempre en ti.
Miguel le contó a Betty Boop que había estado estudiando violín en Salzburgo, el violín es algo de lo que jamás se aprende lo bastante, nunca se llega a dominar del todo, y también le reprochó que se hubiera casado sin decírselo, ¿para qué esas prisas?
– Esto no se me hace, Claudia, yo me hubiera merecido otra cosa, jamás creí que fueras capaz de hacérmelo, yo te hubiera esperado siempre, Claudia, siempre, y tú lo sabes, tú tienes la obligación de saber que por ti hubiera hecho los mayores sacrificios y no me hubiera cansado nunca de esperarte.
Durante el tiempo que les duró la fiebre de amor, que fue hasta que Betty Boop tuvo que irse a Nuestra Señora de Belén a recibir a María Pía, los tórtolos se metían en la cama a diario de once de la mañana a tres de la tarde, Miguel era un sibarita y para él no había nada mejor que acostarse con una embarazada en los últimos meses de gestación; después se tomaban un sandwich de huevo, jamón y queso, un tres en uno, en el Linar, en General Mola entre Olmos y la calle Real. La vida barre todos los trances por hermosos o ruines que fueren, le ayuda la inteligencia, ésa es la servidumbre de la que no sabemos huir, nadie sabe huir jamás de nada y menos que nadie los enamorados, suele pensarse al revés, suele pensarse que todos sabemos huir siempre de todo y más que nadie los enamorados, Lucas Muñoz era capaz de recitar La Divina Comedia de memoria, Lucas Muñoz sabía hasta arameo, ¿qué no sabrá Lucas Muñoz?, Góngora llamaba ciego que apuntas y atinas, al amor; a Betty Boop se le fue diluyendo en la sangre aquel episodio, quizá el más bello y noble de su vida, y al final quedó todo en poco más que en un sueño borroso, duele mucho ver cómo se van haciendo borrosos los sueños que acaban por mermar y marearse, que terminan por difuminarse poco a poco y desaparecer como la voluta de humo azul de un cigarro habano, cualquier ánima del purgatorio, cualquier alma en pena de la Santa Compaña podría pedir hablar en el turno de ruegos y preguntas para decir: ¡Basta ya de ceremonias inútiles, carísimas y casi imposibles de ensayar! ¡Yo voto por la abolición de los impuestos indirectos, los uniformes de gala y la ley de herencia! ¡Procedamos a desterrar los castigos corporales! ¡Sáquesenos de aquí! ¡No es posible que sea Dios quien nos tenga encerrados aquí!
– La veo a usted muy pesimista, Rita, muy reprimida.
– No crea, Guillermina, no estoy nada pesimista ni menos aún reprimida. Y además yo no soy Rita, Guillermina, yo soy Tomasa, debiera usted recordarlo.
– Dispense, Tomasa, hija, ¡qué tonta soy!
El cáncer de próstata no es de los peores, mi marido, antes de que lo clavaran en la cruz de San Andrés, la verdad es que nos clavaron a los dos al mismo tiempo y uno frente al otro, en esto de las crucifixiones de nada valen los handicaps, para nada sirven, mi marido decía siempre, le iba diciendo, que él prefería un cáncer de próstata a un traje marrón o una gorra con la visera de hule como la que llevan algunos alemanes, mi marido fue siempre un si es no es exagerado y caprichoso. Matilde Verdú fuma demasiado y, claro es, tose como una oveja, si no está tísica va camino de estarlo, no se puede fumar con semejante avaricia, con semejante voracidad, don Pedro Rubiños y Jesusa Cascudo tenían malos y deleitosos pensamientos recíprocos, tampoco más de lo que se dice, tenían reconfortadores y lascivos pensamientos recíprocos, él los situaba casi siempre en la playa o en un apestoso urinario municipal, y ella se los figuraba en los jardines del Relleno o bajo los soportales de la Marina poco antes del amanecer, cuando la noche es más oscura. Don Pedro Rubiños invitaba a veces a Jesusa Cascudo a café cortado y aprovechaba la ocasión para imaginársela desnuda, con el pelo suelto y sin faja.
– Nada me importa que se desfonde un poco, la juventud pronto pasa y después todos nos esbarroamos, unos más y otros menos.
Jesusa Cascudo se representaba a su galán en calzoncillos, con los zapatos puestos, el bulto muy marcado, el pecho peludo y la voz más grave que en el café.
– A lo mejor no es así, los hombres están llenos de sorpresas.
Don Pedro Rubiños y Jesusa Cascudo, en cuanto dejaban de imaginarse escenas y consideraciones, volvían a hablar en voz alta:
– ¿Quiere usted unas pastitas, amiga Jesusa?
– No se moleste, don Pedro, bueno, como guste, yo encantada, por complacer, yo lo hago solo poi complacer.
Ana María Monelos estaba muy agradecida a don Pedro Rubiños porque le había abierto los ojos sobre las intenciones de Julián Santiso, el maestro ínfimo de la Comunidad del Amanecer.
– No seas tonta, Ana María, ese es un mangante que va sólo por tu dinero, un mangante espiritual, que son los peores, la salvación eterna no tiene precio, nadie le pone precio, y los intermediarios se quedan con los cuartos de los que se salvan, cada cual se las ingenia como puede para vivir sin trabajar y a fuerza de engañar incautos, esta gente recurre a todo, entérate bien, pero lo único que les interesa es el dinero, las viudas sois terreno abonado para sus trapicheos, si te hubiera llevado a la cama una sola vez estabas perdida, puedes creerme.
– No, Pedro, te juro que no me acosté con él.
– Me alegra saberlo, pero a mí no tienes que darme cuentas, y créeme que me duele que sea así.
A Ana María se le subió la sangre a la cabeza:
– ¿Esto es una declaración de amor, Pedro?
Pedro le apretó la mano por debajo de la mesa y guardó silencio.
Pichi López también quiso violar a Luisa la de la sombrerería La Parisién, estos tímidos acaban siempre lo mismo, se repiten una y otra vez, la verdad es que varían poco, Luisa fue a llevar un sombrero para Eva, la madre de Pichi, este le abrió la puerta porque la vio venir, notó como una calentura, la aculó contra el perchero, etc., don Jacobo, que venía de la calle, le pegó un bastonazo en las piernas a Pichi y Luisa aprovechó para salir huyendo por la escalera.
– Yo no sé lo que vamos a hacer con nuestro hijo, Eva, parece una mosquita muerta, pero es un salido, no sé si lo mejor no sería pagarle un abono en una casa de putas.
– ¡No digas disparates, Jacobo! ¡Qué ocurrencias!
Betty Boop anduvo siempre haciendo equilibrios por las lindes de la depresión, estas jóvenes medio enamoradizas y medio mágicas tienen alma de trapecista de circo, pero les falla el sistema nervioso y eso es un peligro incluso grave, eso es siempre un peligro, es como un lobo hambriento que ataca sin avisar.
– ¿Cuántas veces crees tú que puede aparecer el hombre de tu vida?
– No sé, ¿tres o cuatro?
– ¿Treinta o cuarenta?
– No sé, no creo, yo digo tres o cuatro, treinta o cuarenta me parecen demasiadas.
A Betty Boop, a poco de romper con el violinista, le dio una depresión y los padres la llevaron al psiquiatra, antes se llamaban contrariedades amorosas y no la llevaban a una a ningún lado.
– Lo mejor será que la manden ustedes una temporada al campo a estar tranquila, a respirar aire puro, llevar una vida sosegada, comer mucho, oír música de Mozart y de Beethoven, leer libros apacibles y pasear, pasear constantemente, mañana y tarde; no voy a recetarle medicina alguna porque creo que con una vida sana y ordenada será bastante.
Eva y don Jacobo pensaron que un sitio bueno podría ser la casa de Xeliña, que había sido criada de ellos y que tenía una ¡onda en Visantoña, una aldea en el camino de Santiago poco antes de llegar a Ordes.
– Ahí podrá estar bien Betty Boop.
– Sí, yo creo que sí.
Xeliña es una mujer todo terreno, muy dispuesta y trabajadora, a la que no se le ponía nada por delante; Xeliña hizo su agosto cuando estaban construyendo la autopista del Atlántico, tenía todas las mesas llenas en dos turnos y eso deja mucho dinero, los ingenieros y los ayudantes comían en el piso de arriba, eso era a diario menos los sábados y domingos, pero estos días siempre recalaba por allí alguna familia que iba de excursión, a Xeliña le tocaron cuarenta millones de pesetas en el sorteo de Navidad de hace unos años, pero ella no dejó de trabajar ni un solo instante; Xeliña tiene un marido que es lo más parecido que hay a un caballo de a rapa das bestas, se llama Perico y anda siempre con un faria apagado y un mondadientes sucio en la boca sirviendo vinos y cafés y copas de caña, Perico se ducha todos los días con agua fría, incluso en el invierno y tiene un color rojo brillante muy saludable y el pelo negro y rizado y también brillante, Perico sostiene que las mujeres no somos más que las escupideras de los hombres y yo pienso que a lo mejor tiene razón, ¡ve una cada cosa! Xeliña era madre de dos hijas y dos hijos, Xeliña, Uxía, Periquiño y Curriño, que nació mongólico, Xeliña hija es muy hacendosa y trabajadora, tiene novio y toma la píldora, Uxía sueña con ser modelo de pasarela, luce buen tipo pero le faltan modales, Periquiño es un adolescente zángano y aburrido que está siempre cansado, no piensa más que en las motos, se pasa el tiempo yendo y viniendo en moto para arriba y para abajo, se cae con frecuencia y el día menos pensado se estrella contra un árbol y se mata, ¡Dios no lo haga!, Curriño es mongólico, ya lo dije, pero bastante espabilado para como suelen serlo estos muchachos, a Curriño le gusta mucho ver moverse las hojas del campo con la brisa, si no hay brisa Curriño coge una hoja de un árbol, nunca del suelo, y la mueve con la mano, después sonríe con mucha dulzura, si está en casa porque llueve o porque es de noche y no tiene una hoja, la finge con una servilleta de papel, la mueve y se queda como hipnotizado durante horas y horas, la verdad es que no da ningún trabajo. Curriño va al colegio de subnormales Padre Benito Jerónimo Feijoo, en Sigüeiro, llegando ya a Santiago, su padre lo lleva todas las mañanas en el coche, moja el pañuelo con saliva y le va limpiando las legañas por el camino. Xeliña piensa que los hombres son necesarios, pero sirven para poco porque son unos bestias y unos holgazanes.
– Los hombres son unos bestias, señorita Betty Boop, y también unos holgazanes, los hombres son necesarios, ya lo sé, ¡claro que son necesarios!, pero valen para poco porque están siempre distraídos, yo para librarme de mi Perico aprendí a conducir, así voy con la furgoneta a alguna romería o a ver a mi hermana Carmiña en Mabegondo o a mi hermana Miluca en Irixoa, mi hermana Miluca está muy bien casada en Irixoa. Mire, señorita Betty Boop, nosotros todo lo que tenemos ahorrado es gracias a mi trabajo porque mi hombre es un vago y más un zángano, ¡si lo sabré yo!, mi Perico es como el zángano de la colmena, yo ya no tengo tiempo de buscarme otro y además tampoco me atrevería porque más vale malo conocido que bueno por conocer, mi Perico se pasa el tiempo hablando con los obreros de la autopista y tomando aguardiente, el pobre Curriño me salió mongólico porque su padre estaba borracho cuando me lo hizo, lo recuerdo bien, fue en la romería dos Caneiros de 1961.
Robert Taylor fallece a los cincuenta y siete años de edad a consecuencia de un cáncer, el periódico dice que logró la fama junto a otras legendarias figuras de Hollywood, Clark Gable, Greta Garbo, Cary Grant, Jean Harlow, Gary Cooper, Joan Crawford, a lo mejor hay alguna letra cambiada en estos nombres porque los tomé al oído, el gobernador de California, Ronald Reagan, pronunciará un discurso con motivo de los funerales. Vida íntima de la mujer, por el padre Ureta y el padre Bueno, con revisión religiosa, 165 pesetas más 7 pesetas de gastos de envío. La mujer a través de sus más variados e íntimos aspectos. Consejos para la mujer y el matrimonio.
– ¿Te acuerdas de lo que dijo doña Leocadia cuando murió tu tía Marianita?
– No, la verdad es que no.
– Ni yo tampoco y lo siento porque era algo muy chistoso, era como un juego de palabras.
– Sí, pero no puedo acordarme.
Betty Boop estuvo cinco semanas en Visantoña y volvió muy repuesta, de buen color y algo más gorda. Betty Boop disfrutó mucho con las comidas de Xeliña, carne asada, callos con garbanzos, empanada de bacalao con pasas, empanada de raxo, merluza frita o a la gallega, calamares en su tinta, chicharrones, menestra, ¡qué sé yo! Curriño se hizo muy amigo de Betty Boop, Curriño se encariñaba con la gente y era muy agradecido, Curriño y Betty Boop pasean juntos, cogen moras y uvas y hablan mucho los dos, hablan de todo y a veces hasta riñen y se enfadan, entonces Curriño se venga haciendo cosas que se figura que le dan rabia a Betty Boop, lo gracioso es que acierta, se pone a cuatro patas y ladra como un perro, también levanta una pata y finge que va a hacer pipí, se arrodilla para lamer el suelo con su enorme lengua, come moscas o sólo las mastica y después se las escupe a Betty Boop en el vestido, coge los cagajones de las caballerías con la mano y así sucesivamente. Un día se perdió Curriño y todos se asustaron mucho porque no aparecía por ningún lado, se echaron al monte a buscarlo, recorrieron lo menos una legua de autopista para arriba y otra para abajo, bucearon la presa del molino, dieron aviso a la guardia civil, el cura mandó tocar la campana llamando a rebato, pero a Curriño no lo encontraban por ningún lado, al cabo de tres horas, quizá más, su hermana Uxia entró en el cuarto de baño y se lo topó dándose un baño, la espuma llegaba hasta el techo, a Curriño le gustaba mucho la televisión, la noche anterior había estado viendo una película en la que Liz Taylor aparecía en una bañera llena de pompas de jabón y él no quiso ser menos, a poco más se ahoga.
Clara llamaba Fifí a Javier Perillo, da pena tener que hablar así de las muertas, pero esto no es falta de respeto sino culto a la verdad, a Lucas Muñoz le gustaba mucho decir frases en latín, Deum et animam scire cupio, niltilne plus? Nihil omnino, san Agustín, perdón, me equivoqué, Noli foras ire, in te rede, in interiore hominis habitat veritas, también san Agustín, es cierto que Clara está muerta y enterrada, es cierto que se acostaba con Javier Perillo y le llamaba Fifí, es cierto que le gustaba verle orinar, él a veces no podía porque se le empinaba, es cierto que le gustaba bañarlo con parsimonia y delicadeza, es cierto que jamás me permitiría faltarle al respeto ni a ella ni a ningún otro difunto, es cierto que no salgo fuera de mí, que vuelvo a mí, que en mi interior habita mi verdad y así lo declaro con orgullo, no me parecería digno ser crucificada en la cruz de San Andrés con la mentira anidando en mi corazón, mi marido me dijo cuando veníamos hacia el patíbulo: jamás volveremos a recorrer este sendero ni tú ni yo, pero poco me importa porque llevo ya demasiado tiempo, desde que me retiré de la política, sentado a la puerta de mi tienda y viendo pasar cadáveres de líricos menesterosos, exiliados profesionales y parásitos presupuestarios y la experiencia empieza a serme aburrida, pido a los dioses que cierren ya la espita de tanta bienaventuranza.
Aquella breve temporada en Visantoña le sentó de maravilla a Betty Boop, Xeliña la llevó a la romería del Espíritu Santo, tomaron pulpo y rosquillas y bebieron ribeiro tinto, un vino que dejaba la taza y la lengua de color morado, también bailaron el suelto y cantaron rianxeiras y no se acostaron con ningún hombre, ni se revolcaron siquiera con ningún forastero, porque tuvieron vergüenza la una de la otra, mozos que las rondaran no faltaron. Lucas Muñoz sabía más que nadie, eso ni se pone en duda, pero ante las mujeres siempre se cohíbe un poco, salta a la vista.
– ¿Pero estaba Lucas Muñoz en la romería del Espíritu Santo?
– No, mujer, no hubiera pegado nada.
Guillermina es amiga de las hermanas Tomasa y Rita, hermanas gemelas, y suele confundirlas, eso le pasa a casi todo el mundo, no se tratan siempre de usted pero sí casi siempre, a lo mejor algún día rompen a tutearse, Guillermina es procurador de los tribunales, ella dice procurador pero lo más seguro es que sea procuradora, las malas lenguas dicen que le gustan las mujeres, por los andares lo parece pero eso a mí no me importa, Guillermina me regaló tres rollos de papel de retrete marca La Condesita, es el mejor sin duda, pero ahora anda muy escaso, es más fácil escribir la crónica de un derrumbamiento en un papel de retrete bueno que en uno malo, en algunos ni se puede intentar porque se corre la sangre, se corre la tinta, los pavos de las ruinas de Kalekapi tienen muy justa fama de pendencieros y sabrosos, características, excelencias o virtudes que se expresan en razón directa, a mayor fiereza mejor gusto, en las ruinas de Kalekapi se cría la única raza de pavos de pelea del mundo, los giros türkköyüs, con plumas doradas o plateadas en el cuello y las alas, los propietarios ricos suelen engastarles sendos diamantes en los espolones, no debe tomarse a jactancia pero declaro por mi honor que soy capaz de aguantar más que una esclava gordísima alimentada con crestas de pavo de pelea y que Dios me perdone si miento.
– ¿Por qué te escudas una y otra vez en el precedente administrativo?
– Jamás he podido saberlo.
– ¿Por qué tu marido vendió su parte en la fábrica de condones La Alsaciana?
– Ni lo sabía siquiera, pero pienso que sus razones tendría.
En el salmo 90 de la Biblia se dice que mil años son como un día, no le falta razón, parece un tango pero no le falta razón, el mundo va a durar siete mil años, la cuenta no puede ser muy puntual porque el calendario tuvo varias confusas reformas, tampoco importa demasiado esa imprecisión, el advertirlo no pasa de ser sino una mera cautela, el mundo va a durar siete milenios, siete días, es cierto, pero también lo es que debe volvérsele la espalda puesto que no tiene posible arreglo, el alma es la esencia del individuo, el sindicato lo inventó el diablo para luchar contra el individuo y la salvación de su alma, nuestra salvación ha de ser individual y para conseguirla no debe descartarse el debido uso de cualquiera de los siete pecados mortales, todo se vuelve pálido ante el único gran negocio del hombre, la salvación de su alma. La cúspide de la pirámide, nuestro líder Amancio Jambrina, Amancio Villaralbo, exige ciega obediencia.
– Con la venia del señor jefe local de la Guardia de Franco, de la Guardia de Hierro y Pedernal camarada sir Winston Leonard Spencer Rodríguez II. Me llamo Matilde Lens, Matilde Meizoso, Matilde Verdú, y juro por Dios y digo ante quienes quieran oírme que no he tenido nada que ver, absolutamente nada que ver ni con el turbio asunto del alcohol metílico ni con el también turbio asunto del aceite de colza.
El nenúfar es una bellísima e inútil flor de poesía descriptiva, duele aun más la hermosura sin objeto que el desamor.
– Yo no bebo más que gaseosa La Flor de la Gramela, de mí nadie podrá decir nunca que soy gulosa ni lujuriosa.
Esquilo se dolía de que los poderosos no pudieran tener amigos, es amargo verse obligado a vender la primogenitura por un plato de lentejas, pero no lo es menos perderse en la isla de la soledad.
– ¿Aquella en la que sobre sus inaccesibles y fieros acantilados de basalto y piedra pómez baten las olas del poder que jamás es bastante?
– Sí.
El día del Juicio Final todos los resucitados hablarán sólo cuando se les ordene por Dios con muy generosa complacencia.
– Y yo he tenido una hija subnormal, se llama Esther, con una hache después de la te, pero ella no lo sabe.
– ¿Por qué a mi amigo Salvador Espriu -preguntó el veterinario a su amante sarda- se le cansan los ojos de la luz?
– Y yo soy hija de soltera y hacia mi madre no siento más que respeto, gratitud, lástima, cierto desprecio, duda, esperanza y caridad. Mi abuelo era militar, brigada de artillería, y murió en el cumplimiento del deber durante la guerra civil, lo mataron en el frente de Nules, le dieron un tiro en un oído y murió en el acto.
¡Pasa de largo, jinete, y no te detengas tomándole el pulso a la yerba!, no es prudente seguir a ciegas el ejemplo de Atila.
Las mujeres solemos tener espíritu de gobernanta y lo más grave es que creemos que eso es una virtud. Isolino Cospindo Balarés era empleado del Gobierno Civil, lo dejaron cojo en la guerra, medalla de sufrimientos por la patria y mutilado total, y don Julio lo metió en el Gobierno Civil, cuerpo de subalternos, para que pudiera comer caliente el resto de sus días, lo menos que se puede hacer para mantener los principios es premiar las conductas ejemplares, la conducta se gobierna por la voluntad y a Isolino lo habían dejado cojo a pesar suyo, pero eso no importa, don Julio además de gobernador justo y patriota era hombre misericordioso. Isolino se gastó su primer sueldo en comprarle una cafetera de peltre a su señora, Remedios Formoso, la de la mercería del Campo de la Leña.
– Mira, Remedios, lo que te compré, ¿te gusta?
– Mucho, Isolino, me gusta la mar, ¿para qué te molestaste?
Al Campo de la Leña le llaman ahora plaza de España, antes también se le decía Campo de las Piñas y Campo del Chambo, las cocinas económicas se prendían con piñas y allí era donde las vendían los piñeiros, daba gusto el olor, a las cocinas económicas la gente les llamaba cocinas bilbaínas; chambo es lo que se hace al chambar y chambón es el chamarilero o sea el que chamba o cambia, esto es en gallego, en castellano chamba es chiripa y chambón es el desmañado y también el chiripero, a mí me parece que en gallego a la chamba se le llama chimba, pero tampoco lo podría jurar, a lo mejor es en el gallego de mi aldea. En el Campo del Chambo tenía mucho renombre la Pichona, una mujer corpulenta, muy tetuda, que fumaba farias y tagarninas y que se pasaba el tiempo restaurando cómodas y camas y aparadores al aire libre, la Pichona era chambona de mucha confianza y su palabra era de oro, regateaba como una gitana pero cuando cerraba el trato no se volvía atrás jamás. Emilita, la amiga que le había buscado un puesto en Obras Públicas a Matty, la verdad es que sin suerte, le compró a la Pichona dos mecedoras cubanas de caoba bastante baratas.
– Cien pesos.
– ¡Qué disparate! ¿Hacen cinco?
– Noventa pesos y son suyas.
– Sigue siendo un robo.
– No diga usted eso, señorita. Ochenta pesos y cerramos.
– ¿Hacen diez?
– No, mi última palabra: setenta pesos.
– ¿Hacen cincuenta y me llevo las dos?
– Hacen, sí, señorita.
En el Campo de la Leña don Baltasar Pardal, que fue un sacerdote muy caritativo, fundó la Grande Obra de Atocha, ahora tiene una estatua, le ayudaron dos monjas, Teresa Correa y Amalita Barrié de la Maza, que era hermana del conde de Fenosa, por aquel barrio había mucha miseria, por las calles de Atocha Alta, Atocha Baja, San Roque, San Juan, San José, San Lorenzo, San Vicente de Paúl, San Ignacio, la caridad no es la justicia, eso lo sabe todo el mundo, pero ayuda a sobrellevar airosamente la injusticia; tampoco ignoro que el hombre no está en esta vida tan sólo para remediar o disfrazar la habitual injusticia, para engalanar la acostumbrada y acomodada injusticia, el hombre tiene otras muchas cosas que hacer, por ejemplo pescar pulpos y nécoras, bañarse en Riazor o andar en piragua.
– ¿Usted piensa que es injusto todo lo que es natural?
– No, no, yo no pienso nada.
– Dicho de otra manera, ¿usted cree que la naturaleza tiende a la injusticia?
– No, no, yo no creo en nada.
Remedios Formoso presta dinero mientras vende hilos, cremalleras y botones, también medias, bragas y sostenes, por un duro te cobro un real los sábados durante un año o hasta que me devuelvas el duro, después ya quedamos en paz y así ganamos todos. Melquisedec no fue nunca mejor que Cristo, no fue jamás superior a Nuestro Señor Jesucristo digan lo que digan los que tengan o finjan tener algo que decir y quieran decirlo, quizá fuera prudente ahorcar a todos los melquisedecianos, la verdad es que yo sólo conozco a cinco.
– ¿Me puede usted prestar diez duros, señora Remedios?
– Sí, filliña, ¿pero vas a tener todos los sábados diez reales?
En medio de una gran tormenta de rayos y truenos y apagones de luz la narradora encendió una vela, se sentó ante el espejo, se sacó las tetas por el escote y dijo,
– Declaro que ni mi marido ni yo hemos sabido representar con la mínima calidad, con la necesaria dignidad exigible, el difícil papel de ajusticiados en la cruz de San Andrés, en ocasiones nos daba la risa, nos dio la risa lo menos tres veces, y eso es algo que el buen aficionado no perdona, nuestro papel lo llevamos poco y mal ensayado y los parlamentos, sobre todo los largos, no los tuvimos nunca automáticamente memorizados.
– ¿Terminó ya?
– No, todavía no. También declaro que el curso Cómo dejar de fumar en cinco días puede producir muy cuantiosos beneficios a la hermandad, debemos liberar el espíritu mediante el detallado análisis de nuestras propias contradicciones, los señoriales lacedemonios escupían en la cara a los esclavizados y estúpidos y ebrios ilotas para recordarles la ciega obediencia, desterremos de nuestra memoria la ofensa de considerar como propiedad privada los órganos sexuales, también las relaciones sexuales, y adoctrinemos a nuestras hermanas en la gimnasia intelectual, espiritual y vaginal, la propiedad de nuestros cuerpos, ese que se refleja en el espejo o cualquier otro, no nos pertenece a nosotras mismas sino al líder, Amancio Jambrina, Amancio Villaralbo, Amancio Moreira, antes os dije cómo se llamaba, lo que pasa es que no prestáis atención, cámbiate ahora mismo el nombre pensando que no hay más registro admisible que el divino, yo de ahora en adelante me llamaré Adoración Espantoso Naveira, que es nombre de comadrona titulada.
Conviene hacer determinadas mínimas y puntuales precisiones, la exactitud es un arte cornudo pero escasamente agradecido. Matty llevó muy mal que su hermana Betty Boop y su amiga Obdulita Cornide se casaran antes que ella y tan pronto como rompió con Hans Rückert se casó con Jaime Vilaseiro, no fueron novios más que un mes, no llegó a dos, la santa de Donalbai, o sea la señora Pilar Seixón, está muy orgullosa del ritmo de su crónica. Jaime Vilaseiro es inspector de policía, tampoco hubiera servido para otra cosa, cada cual sirve para dos o tres cosas pero no más, a Jaime Vilaseiro también pudiera una verlo de mártir en una misión remota en Borneo, en Java, en Sumatra, en Indonesia hay todavía mucho que convertir, y en Melanesia, las personas de carácter inestable dan muy buenos mártires y si son de temple violento, de temperamento agresivo, mejor aún porque facilitan el martirio, el alemán hubiera hecho un marido más práctico y conveniente aunque hubieran tenido que irse a vivir a Denver, Colorado, allí también existe alguna gente normal, no es cierto que haya sólo indios sioux y pastores vascos, además todo es cuestión de acostumbrarse, cuando Hans Rückert se esfumó a Matty se le viraron las tornas, con la vida no se puede jugar, es muy arriesgado jugar con la vida, en el póker puede muy arriesgado rehacerse pero en la vida, no, casi siempre suele uno darse cuenta cuando ya es tarde; en el bar de Xestoso se come barato y está todo bastante limpio, casi nunca hay moscas en la sopa ni en nada, don Jucundiano Pérez López, magistrado de la sala de lo criminal, come con frecuencia en el bar de Xestoso, sobre todo desde que está viudo, sopa o caldo, parrochas guisadas, jarrete de ternera, un plátano, pan y vino, 75 pesetas, a las parrochas se les llama xoubas de Santiago para abajo, a veces lo acompaña su hijo Sisinio, que vende tarjetas postales con vistas de la bahía, del castillo de San Antón y de la Marina y pinta a la acuarela, los límites de cada cual los conoce sólo la Divina Providencia, que es generosa, sí, pero también caprichosa y voluble.
– ¿Te gustan las mujeres, Sisinio?
– Mucho, sí, señora, me gustan mucho, Jaime Vilaseiro me regala páginas del Playboy, tengo ya lo menos cinco, usted dispense.
A la Orensana, doscientas y la cama, la encontraron una noche en el Relleno cosida a puñaladas, no estaba todavía muerta, se murió en la ambulancia camino del hospital, don Alfonso le pagó un nicho para que no fuese a la fosa común.
– ¿Usted cree que Javier Perillo terminará algún día sus estudios?
– Ya me lo preguntó usted otra vez. ¡Yo qué sé!
Isidoro Méndez Gil, cuando lo hicieron presidente de Aginpol, cambió la moto Vespa primero por un 600 y después por un 850.
– ¡Qué manía tiene la gente con esto de los respetos humanos y con aquello otro de vestir el cargo!
La boda de Betty Boop fue disparatada y grotesca, pero la de Matty quedó triste y aburrida, que es peor. Matty era una mujer exquisita y muy segura de sí misma, bueno, eso era lo que ella se creía aunque quizá no fuera cierto del todo, ninguna mujer suele conocerse bien por dentro, ningún hombre tampoco, y ella seguía la regla general, Matty lo cuidaba todo hasta el último detalle y procuraba aparecer siempre bellísima y resplandeciente y más aún, claro, en las ocasiones especiales, en los trances señalados, un baile en la Hípica o una fiesta de gala o la boda de alguna amiga, por ejemplo, entonces se preparaba durante una semana entera, hacía dieta vegetariana, iba a la sauna, tomaba rayos ultravioleta para tener buen color y se sometía a toda clase de tratamientos faciales, corporales y capilares. Al demonio Lucifer Taboadela le gustan el lujo y los ropajes solemnes, en Escornabois cría gusanos de seda en cajas de botas y de puros, más de dos mil, lo tiene todo limpio y ordenado, con las hojas de morera al fresco y los rimeros en perfecto orden y bien alineados.
– ¿Usted cree que el demonio influye en la buena o mala marcha de las cosas?
– Sí, sin duda, el demonio está siempre dispuesto a comprar el alma de quien quiera venderla, el demonio paga puntualmente en felicidad pero no perdona ni una sola deuda.
La holganza suele ser consecuencia desequilibradora, a veces es mejor trabajar, Baudelaire preconizaba trabajar, aunque fuera por desesperación, porque es menos aburrido que divertirse, esto debería ser explicado un poco mejor pero una se resiste a hacerlo, esto se lo oí decir una mañana en el Náutico a Lucas Muñoz, después contaré el mal fin que tuvo el pobre, no se sabe nunca lo que le puede esperar a nadie a la vuelta de la esquina.
– ¿No sería mejor que lo dijese ahora, que viene rodado?
– No, ahora no, eso de que venga o deje de venir rodado es lo de menos, cada crónica tiene un ritmo que debe respetarse, la señora Pilar Seixón había previsto ponerlo en el capítulo IV, el reservado para el nudo, y yo no soy quien para desobedecerle.
– Ya.
Matty, el día de su boda, estaba más fea que nunca, a Betty Boop le había pasado lo mismo, se conoce que las bodas les desbarataba las conciencias, ¡cualquiera sabe!, les desnivelaba las tres potencias del alma, la memoria para masturbarse en las más sórdidas cocinas, el entendimiento para ni intentar siquiera explicar nada a nadie y la voluntad para salir huyendo sin volver la cabeza; Matty empezó por no vestirse de novia, no quería parecer una novia, a lo mejor lo que no quería era casarse, pero no tuvo el valor de confesárselo, eso es frecuente en las mujeres muy jóvenes que se casan por recurso o a resultas de un berrinche, de una decepción o de lo que fuera, el afán de aventura, el aburrimiento de vivir con los padres, un embarazo imprevisto, lo que fuera, Jaime Vilaseiro era un mierda, perdone que lo diga tan claro, pero de eso él no tenía la culpa, Matty lo despreciaba por mediocre y simple, la verdad es que era poquita cosa, era medio lerdo, además contaba chistes muy malos, que no tenían ninguna gracia y que ya conocía todo el mundo, y para colmo era nervioso y hortera y le salían gallos al hablar, todo eso a ella la desquiciaba.
– La verdad es que lo único que le hubiera faltado al pobre Jaime Vilaseiro era tener los huevos de color azul turquesa, como los babuinos.
– Pues sí.
Matty se casó con un traje largo de fiesta rosa pálido, llevaba el pelo suelto y las puntas ligeramente onduladas, con florecitas también color de rosa salpicando cada bucle, a mí me parece que hasta quedaba cursi y Matty no lo era, no es que fuera la mujer más elegante de La Coruña, no, eso tampoco, pero no se puede decir que estuviera catalogada entre las cursis ni mucho menos.
– ¿Y entonces?
– ¡Yo qué sé!
El demonio Astarot Concheiro, que es medio maricón, con su trotecillo lobero es capaz de andarse muchas leguas en una sola noche. Matty era rubia, siempre había llevado el pelo rubio, suave y liso, y ese día se lo puso castaño, con mucha laca y algo rizado, hay que añadir que su gesto era más bien como una mueca crispada, ¡qué horror!, y que sus mejillas estaban tensas y rojas, era como si se le hubiera subido a la cabeza toda la sangre del cuerpo, me duele decir lo que vengo diciendo, también me da un poco de asco, pero tampoco tenía por qué callarlo ni disimularlo, yo me debo a la verdad y tengo que respetar las órdenes de quien me paga, yo creo que Matty quería escapar de sí misma, quizá quisiera escapar de sí misma, a lo mejor esto que explico no son más que figuraciones, Matty quería escapar pero sin darse cuenta de que lo hacía ni ser empujada por nadie, Matty quería escaparse ella sola y aun a sus propias espaldas, el primer paso fue teñirse el pelo, para una mujer su pelo es lo más importante que hay, renunciar a él es como ahorcarse, o tomar un tubo entero de pastillas, o hacerse el harakiri, su hermana Betty Boop hizo algo parecido, su hermana Betty Boop se cortó el pelo al poco tiempo de casarse, quienes la conocíamos de tantos años nos quedamos helados al verla, esto es muy triste, parece el Evangelio de san Mateo cuando dice que su alma está triste hasta la muerte, a las almas de Matty y de Betty Boop les sucedía lo mismo. Matty despreciaba a Jaime Vilaseiro, esto ya lo sabías, pero te lo vuelvo a repetir, y también empezó a odiarse a sí misma, es probable que por dentro empezara a darse cuenta del error que estaba cometiendo, que estaba empezando a cometer, hubiera bastado con que lo sospechase o incluso sólo con que lo intuyese, los pálpitos pueden ser tan evidentes como la geometría, cuando algo empieza a arder con llamas violentas a lo mejor es que lleva ya quemándose sin saberlo durante días y días, las cosas no nacen nunca de golpe y las cosas del sentir menos aún, a mí me parece que los presentimientos son tan reales como los animales, las plantas y las piedras.
– ¿Tú sabes bien sabida la historia de España?
– No te podría decir que sí, la sé sólo a medias.
La paloma torcaz del demonio Belcebú Seteventos seguía criando peluconas de oro en el vientre, una cada mes, el primer lunes, en Seixosmil siempre pasaron cosas muy raras.
La boda de Matty fue también en la iglesia de Santiago, pero con menos gente que en la de Betty Boop, unas cincuenta personas, no más, la familia tampoco estaba en uno de sus momentos más prósperos, después levantó otra vez un poco la cabeza, y la celebramos en el hotel Riazor, Shell vino ex profeso de Madrid y se dedicó a flirtear todo el tiempo con Bob, el marido de Betty Boop, que estaba más mandón y desabrido que nunca, Shell tenía que estar siempre coqueteando con alguien y siendo halagada por alguien y sabía muy bien cómo hacerlo, también estaba en la boda María Carlota, una chica que trabajaba en la oficina de información del ayuntamiento, a lo mejor era en la de turismo o eny la de relaciones públicas, no lo sé, allí había un ordenanza que se llamaba Alejo o Braulio, no recuerdo bien, era un hombre delgado, bajito y sordomudo que se había quedado así de una explosión en la guerra pero que con alaridos y gestos se entendía perfectamente con todo el mundo; Alejo tenía un solo diente, los demás se los había ido quitando con un alambre a medida que se le picaban. María Carlota era alta, morena, muy mona, alegre, sonriente y andaba siempre de punta en blanco, andaba siempre impecable, en la oficina era muy difícil encontrarla porque iba a diario a la peluquería y eso, claro es, le robaba mucho tiempo, el mudo Alejo cubría con muy cumplida eficacia todas sus ausencias, Alejo era listo como un rayo y además ponía buena voluntad, María Carlota le regalaba una cajetilla de celtas todas las semanas, a Alejo le duraba dos días y después fumaba lo que le diesen, la gente suele regalar tabaco con largueza, pitillos y hasta puros, eso es algo que se agradece mucho, es una costumbre que da pena que esté desapareciendo, es probable que Alejo también fumase colillas, pero eso no importa y tampoco hay por qué traerlo aquí, nunca hay razón para humillar a nadie, María Carlota tenía un novio de toda la vida, Esteban Rosende, delineante del arquitecto don Eduardo, el tío del jugador de chapó Cándido Julián, que había estado en la Legión, bailaba el tango y navegaba en piragua como pocos, si sigo por ahí me meto en otra historia y esto es peligroso porque después no hay modo de salir, María Carlota y Esteban Rosende acabaron riñendo, la verdad es que nunca supe la causa, y entonces ella empezó a salir con amigas y a rodar por la cuesta abajo, no tuvo suerte con los hombres, en eso influye mucho la casualidad, Cándido Julián se sabía el Martín Fierro casi entero, donde no hay casualidad suele estar la Providencia, vo esto no me lo acabo de creer del todo, la casualidad es como un jilguero metido en una jaula, que a lo mejor canta y a lo mejor se muere, la muerte de los pájaros es siempre caprichosa, y pudiera ser que no brotase sino en los espíritus que aciertan a buscarla, María Carlota no tuvo suerte con los hombres y también acabó bailando al son de la música de jazz de los derrumbamientos.
– ¿Usted cree que Dios rige y orienta nuestra voluntad con su voluntad?
– No sé, pero me negaré siempre a decir ni que sí ni que no.
Madrid manda mendigos a La Coruña, devuélvanse a su procedencia, es una orden, el gobierno civil da una nota a los periódicos: se les facilitará alojamiento para pasar la noche y serán enviados otra vez a Madrid, harán el viaje a pie y con carta de socorro que se les facilitará por la jefatura de policía.
María Carlota tenía mala salud, era diabética y padecía del riñón y del hígado, el médico le dijo que llevase una vida normal pero que vigilase mucho la alimentación, no tomase ni una sola copa, reposase dos horas después de las comidas y sobre todo que se quitase de la cabeza la idea de tener hijos, María Carlota acabó enamorándose como una tonta de un chico que tenía una boutique de regalos, trajes de baño y algo de perfumería, antes había estado estudiando farmacia, pero no llegó a terminar, que se llamaba Serafín Lampón, le decían Tordo porque tenía la cabeza pequeña y el culo gordo, que se creía un devorador de mujeres pero no pasaba de ser un mamarracho, un pobre piernas, María Carlota buscó quedar embarazada para ver de engancharlo pero se equivocó porque Tordo salió de estampía y la dejó plantada, al principio María Carlota ocultó su estado a sus padres, a sus amigas y a todo el mundo, pero llegó un momento en que se hizo demasiado evidente y notorio y entonces fue como si se la hubiera tragado la tierra porque no volvimos a verla por ningún lado, al cabo de mucho tiempo me enteré de que se había muerto en el parto, ahora recuerdo que Licorín, o sea el demonio Satán Vilouzás, tiene la potestad de preñar a las mujeres sólo con la mirada, basta con que las mire, las mujeres preñadas por Licorín suelen parir hijos muertos o morirse en el parto, a lo mejor Licorín se mete en el cuerpo de los hombres que huyen como conejos en cuanto preñan a una mujer.
Jaime Vilaseiro llamaba Mattuska a Matty, seguramente creía que era muy ingenioso, empezó ya en la boda, el mismo día de la boda, ella no podía aguantarlo pero él ni se daba cuenta a pesar de que se lo decían más claro que el agua. A Obdulita Cornide no le gustaba su nombre pero el diminutivo le daba rabia.
– ¿Y si te llamásemos Obdu?
– No, peor todavía.
Tanto Betty Boop como Matty encajaron mal que Obdulita se casara antes, la verdad es que no podían estar sin ella, no sabían dar un solo paso sin ella, y tan pronto como regresó de su viaje de novios, fueron a Venecia a pasear en góndola y a Roma a que los bendijera el Papa, las dos López Santana se presentaban todos los días en su casa, a eso de las nueve de la mañana, a desayunar. A Betty Boop y a Matty, cuando vieron otra vez a Obdulita por La Coruña, les entró una prisa enorme por casarse y Eva, su madre, que ya empezaba a notar que su matrimonio iba cuesta abajo, les dijo un día mientras tomábamos café, yo iba casi todos los días a tomar café con ellas después de comer:
– Os pido que tengáis mucho cuidado, hijas, que no os precipitéis, hay que tener mucho cuidado y verlas venir, la vida cotidiana es como la carcoma, la vida del matrimonio es como la polilla, es igual que la polilla, tienes un abrigo colgado de la percha y está muy bien, da gusto verlo, pero en cuanto dejas que le pase un verano por encima y lo descuelgas se te cae al suelo en pedazos porque está apolillado, tiene unos agujeros como puños, la vida del matrimonio es igual, de pronto te encuentras sentada en tu butaca, siempre la misma, delante de un televisor, tu marido está oyendo el diario hablado o viendo el partido del domingo y, aunque tú te pongas lo que te pongas, no se va a fijar en ti, descuida, aunque te tiñas el pelo de color zanahoria o verde lechuga él ni se entera, pierde cuidado, entonces hay que tener mucha paciencia porque todo eso te va reconcomiendo y amargando y entristeciendo, tú sabes ya que eso es irreversible, que no tiene vuelta atrás.
Matilde Verdú invitó a chocolate con churros a Obdulita Cornide, ¡es una lástima que el dueño de la churrería de la calle de la Franja acabase tirándose por la ventana!, y componiendo muy melosa voz y una postura adecuada le dijo:
– Puedes seguir tú, si quieres, con la crónica del derrumbamiento, yo tengo unas ligeras molestias en las cervicales, no creo que sea nada pero estoy algo cansada, sigue tú.
– Como usted quiera.
– Tutéame, mujer, puedes tutearme.
– Como quieras.
Eva siguió hablándole a las hijas:
– Os digo esto con mucha pena. ¡Con la ilusión con la que me arreglo, todavía me sigo arreglando, para gustarle, para que me piropee, para que me coma a besos! ¡Qué dolor! ¡Ojalá tengáis vosotras más suerte! Yo no me quejo de vuestro padre, la verdad es que es bueno conmigo, ni me mira pero es bueno conmigo, yo me quejo de la manera de ser que tenemos todos. Probar a perdonarme, os juro que hago lo que puedo, todas hacemos lo mismo pero es igual, pongo todo de mi parte pero es inútil, yo ya no le hago gracia a vuestro padre, no hay nada peor que la costumbre. Os pido que tengáis mucho cuidado, que no os precipitéis, no hay como la vida de novios y ahora que tenéis tanta libertad, mejor aún; no tengáis prisa, yo no sé por qué os digo todo esto, quizá sea sólo por dolor. Y tú perdóname, Obdulita, ¡con lo poco que me gustaban a mí los sermones!
A Eva se le llenaron los ojos de lágrimas, después sonrió y nos dio un beso a cada una. Eva ni sospechaba siquiera que la memoria es la fuente del dolor, sí, pero también su sumidero y el ancho mar en el que se vierte.