38624.fb2 La dama y el unicornio - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 8

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Observaciones y nota de agradecimiento

Este relato es una obra de ficción, aunque esté basado en suposiciones razonables relativas a los tapices de la dama y el unicornio. No se sabe con certeza qué miembro de la familia Le Viste los encargó, ni por qué se hicieron, ni cuándo, exactamente, aunque las vestiduras de las damas y las técnicas de tejido indican que se confeccionaron probablemente hacia el final del siglo XV. Jean le Viste era el único varón que disfrutaba en aquel momento del derecho de utilizar el escudo de armas familiar. Tampoco sabemos quién hizo los tapices, aunque la destreza y las técnicas empleadas indican que el taller debió de ser septentrional, posiblemente de Bruselas, cuyos tejedores, por aquel entonces, estaban especializados en las millefleurs.

Pese al gasto considerable y a la exaltación del escudo de armas de los Le Viste, los tapices no permanecieron mucho tiempo en manos de la familia: a la muerte de Claude (algo antes de 1544) pasaron a los herederos de su segundo marido. En 1660 se sabe que adornaban un castillo de Bousac, en el centro de Francia. Prosper Mérimeé, inspector de monumentos históricos, los volvió a descubrir en 1841. Estaban en mal estado, porque habían sido roídos por las ratas y cortados en algunos sitios: al parecer, personas de los pueblos vecinos habían utilizado trozos como manteles y cortinas. La escritora George Sand se convirtió pronto en su defensora, y escribió acerca de ellos en artículos de prensa, en novelas y en su diario. En 1882 el Gobierno francés los compró para el Musée de Cluny (ahora Musée National de Moyen-Âge) de París, donde todavía se exhiben, restaurados y en una sala que les está especialmente dedicada.

He tratado de ser fiel a lo poco que se sabe sobre los tapices, pero en cuestiones más generales me he tomado algunas libertades, como hacen siempre los novelistas: quizá la más llamativa sea hacer que los habitantes de Bruselas hablen en francés cuando lo más probable es que se comunicaran entre ellos en flamenco, aunque tal vez no cuando recibían visitas.

Abundan las fuentes sobre la Francia del final del Medioevo y el Renacimiento, y sobre la vida de la Edad Media en general. Uno de los libros más entretenidos es Life on a Mediaeval Barony (La vida en una baronía medieval) de William S. Davis (1923). Entre los libros que me han ayudado para temas más concretos, figuran: La Tapisserie au Moyen Âge (La tapicería en la Edad Media ) de Fabienne Joubert (2000); Tapestry in the Renaissance: Art and Magnificence (Tapices en el Renacimiento: arte y magnificencia), editado por Thomas P. Campbell (2002); The Lady and the Unicorn (La dama y el unicornio) de Alain Erlande-Brandenburg (1991); The Unicom Tapestries (Los tapices del unicornio) de Margaret B. Freeman (1976); Medieval Tapestries in the Metropolitan Museum of Art (Tapices medievales en el Metropolitan Museum of Art) de Adolfo Salvatore Cavallo (1993); The Oak King the Holly King, and the Unicorn: The Myths and Symbolism of the Unicorn Tapestries (El rey del roble, el rey del acebo y el unicornio: los mitos y el simbolismo de los tapices del unicornio) de John Williamson (1986); Sur la terre comme au ciel- jardins d'Occident á la fin du Moyen Âge (En la tierra como en el cielo: jardines de occidente a finales de la Edad Media ), editado por Élisabeth Antoine (2002); Le Cháteau d’Arcy et ses seigneurs (El castillo de Arcy y sus dueños), de A. y C.M. Fleury (1917).

Quisiera, además, dar las gracias a Élisabeth Antoine, del Musée National de Moyen-Âge, de París; a Philip Sanderson, Katharine Swailes y en especial a Caron Penney, del Tapestry Studio en el West Dean College de Sussex, que están recreando otro famoso tapiz con unicornios y me mostraron directamente cómo se tejían los tapices medievales; a Lindsey Young; a Sally Dormer; a Katie Espiner; y también a Susan Watt, Carole Baron, Jonny Geller y Deborah Schneider.