38694.fb2 La Marcha De Los Vencidos Dunkerque - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 2

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Prólogo

I

Por primera vez en sus obras, y en el caso concreto de La marcha de los vencidos, Karl von Vereiter va a colocarse, casi de una manera exclusiva, «del lado aliado» y, más concretamente, del lado británico.

Esto, que pudiere sorprender al lector, tiene, no obstante, una sencilla y lógica explicación, que servirá para los asiduos lectores de las obras del periodista germano, especialmente en aquellas cuyas batallas no intervinieron las tropas del Tercer Reich.

El autor, al emprender el amplio plan de trabajo que se había propuesto, disponiéndose a dar una visión completa de la Segunda Guerra Mundial, no podía limitarse, naturalmente, a aquellos hechos bélicos que se desarrollaron de manera exclusiva en Europa y el Norte de África.

Por otra parte, no podemos olvidar que Vereiter es, además de periodista, un escritor de imaginación. Su deseo ha sido el de darnos algo que no fuese la descripción descarnada y técnica de las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial.

Su proyecto era el de proporcionar al lector una serie de historias que, bajo la apariencia de una obra de ficción, encerrasen, como luego veremos, la experiencia vivida de muchos de esos personajes que fueron protagonistas reales de los hechos relatados.

Es indudable que Vereiter, para obras como la presente, debió documentarse en las fuentes de origen que, como en este caso, estaban «al otro lado» de las trincheras, entre los adversarios de Alemania.

Por eso, una vez terminada la contienda, y tras el estudio de lo que podríamos llamar «batallas vistas desde el lado alemán», Vereiter viajó mucho, buscó información y visitó a innumerables excombatientes que le proporcionaron la espina dorsal de los hechos que se proponía hilar en una monumental narración.

Sólo así le fue posible pasar de un lado a otro e intentar, incluso, describir aquellos teatros de la guerra en los que no pudo estar jamás. Durante cerca de seis años, se movió de un lado para otro, coleccionando recuerdos vividos y archivando datos que hicieron posible la descripción, como por ejemplo, de la extensa y complicada campaña aliada en el Pacífico.

Naturalmente, Vereiter no dio nombres, y si lo hizo los envolvió en el pudoroso manto del secreto; pero, incluso el lector menos atento sabrá descubrir, en innumerables ocasiones, esa verdad que no puede disfrazarse, ese hecho concreto que brilla por sí mismo, empapado aún en una realidad que la prosa novelesca del autor no consigue cubrir del todo.

II

Así ocurre en el presente libro.

Vereiter, consciente de que la aventura dolorosa de Dunkerque no puede ser vista del lado germano, se une a una pequeña unidad británica, a un grupo de valientes y sufridos Tommies. Y de la mano de estos hombres sencillos, va a hacernos revivir aquellas tremendas jornadas, por el largo camino de la esperanza, hacia las playas abarrotadas de hombres que miran, con temor e incertidumbre, el brazo de mar que les separa de la vida y de la libertad.

Dunkerque no fue una batalla.

Difícil es aún encontrar una definición exacta para lo que allí ocurrió.

Se le ha llamado -término en el que muchos autores coincidieron- «el Milagro de Dunkerque». Es posible, con ciertas restricciones, que lo fuese.

Pero para Vereiter es algo mucho más sencillo, más humano. Se trata de una retirada trágica -¿y hay alguna que no lo sea?-. Una retirada con todas las espantosas consecuencias que lleva consigo. Nadie, absolutamente nadie, que no haya vivido instantes como esos puede describir el ambiente obsesivo que reina en los corazones de los hombres que se repliegan.

En Inglaterra, Vereiter encontró a muchos hombres que habían estado en Dunkerque. Así consiguió los detalles para escribir este libro, pero el temblor que su lectura nos proporciona, la angustia que destila cada momento, no lo consiguió el escritor más que mucho más tarde, cuando sintió, sobre su propia carne, el lacerante dolor de la derrota…

Mayor H. S. Cowerland