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29 de diciembre
Escribió Martín Zamora: “Ellos están ahí. Ahora son dieciséis mil hombres dedicados a un tiempo a pensar con maldad en los seiscientos sitiados, es decir, en nosotros. Si logro sobrevivir y esto sigue así, terminaré recordando esta guerra como si hubieran sido mis únicos días de paz, pues el tiempo que se toman para iniciar el último ataque parece una eternidad.
Aunque nadie ignora que han decidido no entretenerse más con nuestras vidas, pues se ha divulgado la noticia de que a legua y media de aquí, acampados a orillas del río San Francisco, están deliberando Tamandaré con su cara de loro adormilado, João Propicio Mena Barreto, Souza Netto y Venancio Flores sobre la forma en que repartirán el botín. Y hasta se dice que han fijado con exactitud la batalla final para las cuatro horas veinte minutos del último día de diciembre. Y afirman que el Barón está obsesionado como un hijo caprichoso con la idea de quebrar nuestra bandera de combate y hacer que en su lugar, el Año Nuevo encuentre la bandera imperial en la cúpula de la iglesia de Paysandú.
Nadie quiere ni pensar en eso. Pero la única artillería útil que he visto para defender el templo son las dos piezas de fierro, de a doce una y de a ocho la otra, porque la de a seis, desfogonada, apenas puede hacer uno que otro tiro en caso extremo. De todos modos, como ha dicho Pascual Bailón con su sonrisa de buen muchacho, ‘pobre de ellos’”.