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3 de diciembre

En las últimas horas de la noche el capitán Hermógenes Masanti, cansado como un esclavo y con un fuerte malestar en la frente, tal vez por la ingestión un tanto liberal del coñac inferior del comandante Azambuya, se hizo un tiempo para escribir brevemente en su diario sobre lo ocurrido unas horas después que los capitanes extranjeros volvieron a sus barcos:

“[…] En la tarde,el Coronel ordenó que se presentase en la plaza toda su gente de guerra, que con las incorporaciones de los últimos días llegaba a los mil ciento veinte y tantos hombres, incluidos los jefes y oficiales.

Formada ya la guarnición, el coronel Leandro Gómez se presentó a caballo, vestido de camiseta punzó cruzada por una banda celeste y una bandera nacional en la mano derecha. Entonces pronunció una entusiasta proclama, que concluyó con estas palabras textuales:

– ¿Juráis vencer o morir en la defensa de esta plaza?

– ¡Sí, juramos! -respondieron a una voz los jefes, oficiales y soldados, atronando los aires con sus vivas”.