39244.fb2 No robar?s las botas de los muertos - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 58

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Nada más terrible que un ejército a pie. A las seis de la tarde, apenas cuarenta caballos vagaban en las inmediaciones de la plaza, arrastrando las riendas o los restos desoladores del apero enredado en las patas, las colas levantadas en escuadra, las orejas en lanzas y relinchando terror frente a las yeguas muertas. Cuarenta caballos, entre ellos el tordillo del coronel Leandro Gómez, para seiscientos hombres. El resto muerto o fugado en medio del fuego y las bombas, persiguiendo espacios, buscando el silencio acogedor del campo abierto, muy lejos.

Una extraña bruja negra llamada Severia, inquietante, flaca y fibrosa, que observaba la bella y despavorida disparada de los caballos desde el socavón de una hojalatería, juntó las manos en gesto de oración y mientras los miraba saltar zanjas, trincheras, arrancar chispas de pedrejones en las calles, arrobada, musitó:

– Oh, qué lindos que son. No se vayan, por favor…