39244.fb2 No robar?s las botas de los muertos - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 81

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“Por la ventana entreabierta a la noche entraba el aliento tibio del río Uruguay y adentro, la luz familiar de la vieja lámpara acariciaba nuestras frentes llenas de paz, mientras ella ojeaba ilustraciones de vísceras y huesos en un voluminoso libro para cirujanos y yo escribía. Cada tanto nuestros ojos se levantaban y sonreían a un tiempo, convertidos en espejos favorables en los que ninguno de los dos veía ni enfermeras ni guerreros, sino apenas un hombre y una mujer desamparados, sobrevivientes y aún frescos. Y a partir de las miradas, las ideas y las tentaciones venían alegremente a nuestros cerebros cansados de tormentos, de explosiones, de cráteres polvorientos, de cuerpos putrefactos.

Las horas pasaron. Un vago cansancio bajó a la tierra, ella cerró el libro sobre los secretos del cuerpo humano y mi pluma indecisa se detuvo, cediendo al mismo sueño que descendía sobre las cosas. Entonces la vi erguirse apenas sobre la mesa, acercarse y rozar su boca casi abierta sobre el dorso de mi mano. Cuando abrí los ojos nos miramos una eternidad, en un reposo melancólico y lánguido de almanaque vencido, que nos permitió observar la verdadera vida en el hueco sombrío de nuestras órbitas. La vimos largamente, enlazada con el amor y la muerte, sin tener a la vista nada que soñar…”