39362.fb2 Perdona Si Te Llamo Amor - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 89

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Ochenta y siete

Habitación añil. Ella.

Es tarde. Pasado mañana será el gran día. Qué miedo. A lo mejor haría mejor en irse a la cama. Pero, como siempre, el portátil cerrado en la mesa es como si la llamase. Todavía no ha abierto esa carpeta. Pero el nombre le produce una enorme curiosidad. «El último atardecer.» ¿Qué será? La chica clica encima y la abre. Más documentos Word. Más palabras.

«Ese claro sostenido entre las persianas y el mar. Mar y tierra. Tierra de invierno cubierta de amarillo. Mar, ese amarillo caído de hojas que reflejan el sol. Mar y tierra, los dos inciertos y lejanos, intentando decirse algo pero no saben hablar.»

… No saben hablar. Demonios. Es bonito. ¿Será una especie de poesía? Es un poco diferente a cuanto lleva leído hasta ahora en ese ordenador que parece el cofre del tesoro de una historia de piratas. O la lámpara de algún Aladino que se divierte sorprendiéndola cada noche, antes de irse a dormir. Sigue leyendo.

«Si estás, y escoges quedarte, recuerda entonces las cosas que no sabes, sujétalas bien, no las dejes escapar, llegará el día en que puedas saberlas.

»Si estás, y sabes cómo amar, recuerda entonces las cosas que das, mantenlas del otro lado, no las hagas regresar, llegará el día en que puedas volver a tenerlas.

»Si estás, y piensas marcharte, recuerda entonces las cosas que quieres, mantenlas vivas, no las dejes callar, llegará el día en que las merezcas.»

Se detiene. Un velo ligero y húmedo le cubre repentinamente los ojos. ¿Qué ocurre? ¿Por qué esas palabras penetran y hacen tanto daño? ¿De veras no lo sé?, piensa mirando fijamente la pantalla, como si se tratase de un antiguo oráculo que acaba de darle la respuesta que llevaba tanto tiempo buscando. El amor se halla en esas pocas líneas, el amor tal como lo querría ella y como ya no lo tiene. O quizá como no lo ha tenido nunca. Porque el amor no es y no puede ser simple afecto. No se trata de costumbre o de amabilidad. El amor es locura, es el corazón que late a dos mil por hora, la luz que surge de noche en pleno atardecer, las ganas de despertarse por la mañana sólo para mirarse a los ojos. El amor es ese grito que ahora la llama y le hace comprender que es hora de cambiar. Él. Recuerda momentos pasados en su compañía, las cosas que siempre le dice, su rostro. Pero no sabemos hablar. No estamos hechos el uno para el otro. Una lágrima desciende cálida por su mejilla y cae sobre sus piernas libres y desnudas. A lo mejor esa muchacha sentada en su escritorio, en una noche de finales de primavera, quieta ante un portátil encontrado por casualidad, iluminada apenas por una lámpara de Ikea, todavía no sepa lo que es el amor. Pero seguro que ahora sabe lo que no es.

«Y caen las hojas, y parecen soles, y cae la nieve de espuma sobre el mar. Y dos están tan juntos que parece un final.»

Ese final que le falta y que siempre le ha faltado. Ese final que ha buscado como una respuesta que no tenía valor ni para plantearse siquiera a sí misma. Ese final a lo mejor ha llegado. Y discurre ante sus ojos como los títulos de crédito de la película de un amor concluso. Sí, ha llegado el momento de decírselo. Ha llegado el momento de ir a decirle que ha sido bonito, que aunque los actores salgan de escena, el escenario de la vida sigue abierto y listo para nuevos espectáculos, que le deseo todo lo mejor y que lo siento mucho. Pero ha llegado el final. Cierra el portátil. Coge su bolsa y sale corriendo. Cuando el corazón se decide, cuando tiene el coraje de cambiar de camino, no se debe esperar.