40268.fb2 Tinta roja - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 60

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No sólo la lluvia moja

– Don Saúl, tengo que consultarle algo.

– Usa penicilina, es lo mejor.

– Es sobre ese concurso de cuentos.

– Ganaste.

– Casi.

– ¿Como que casi? ¿Sí o no?

– Sí y no.

– Explícate.

– Me llamó el presidente del jurado y me dijo que mi cuento era el mejor y que había sido seleccionado en forma unánime.

– Putas, felicitaciones, Pendejo culeado.

– Pero hay un pero.

– ¿Qué?

– Tengo que alterar mi obra. Encontraron que tenía demasiados garabatos y crudezas.

– ¿Crudezas?

– Eso me dijo: crudezas. Me dijo que el jurado, como un favor a mi persona, me permitía editar el cuento. Si lo hacía, quedaba primero. Si no, primera mención honrosa.

– Eso se llama chantaje.

– Las menciones honrosas no se publican ni se leen. No corren riesgos.

– Y vos le dijiste que le chupara la penca al burro.

– Le dije que lo iba a pensar.

– ¿Cuánto tiempo te dio?

– Veinticuatro horas. Faltan veinte, don Saúl.

– ¿Y el premio? ¿Es mucho?

– Harto. El honor me da lo mismo. Lo da el gobierno. Es la plata.

– ¿Para qué te alcanza?

– Podría comprarme uno de esos computadores personales que están saliendo. Con impresora y todo. Podría viajar. A Buenos Aires, por ejemplo.

– No hay nada más que decir. Saca los garabatos.

– ¿Cómo?

– ¿Eres sordo? Tómate el día y corrige el cuento. Uno puede perfectamente hablar y escribir sin garabatos. Puta que cuesta, pero se puede, huevón.

– ¿En serio?

– No me digas que pensabas perder.

– Escalona me dijo que un artista tenía que ser íntegro.

– Vos no eres artista, Fernández. No me huevees. ¿Y quién chuchas se cree Escalona? Toma fotos de fiambres, por la puta. La única integridad que vale es poder ser libre, Pendejo. Y esa plata te libera. Vas a poder escribir más y mejor. Viajar, ampliar tus horizontes. Hasta yo tengo más mundo que vos.

– ¿Cambio los garabatos?

– Cambia todo si quieres.

– ¿Me puede ayudar? Si no es mucha molestia, digo.

Alfonso le pasa el cuento.

– No sólo la lluvia moja. Buen título, Pendejo. Partiste bien. Ah, otra cosa: te llamó la Valeska. Dijo que la llamaras de vuelta.

– ¿Tú me ves así, Pendejo?

– Algo. O sea, es un cuento. Es invento.

– Pero no inventaste nada. Me robaste parte de mi vida. Esta historia es mía, huevón.

– Disculpe, don Saúl, lo que pasa es que estaba apurado y no se me ocurrió otra cosa. No tuve tiempo para inventar. Solamente escribí. Se hizo solo. Quizás fue un error. Disculpe.

– ¿Podrías dejar de disculparte, por la puta? La huevada está buena. Y puta que tiene garabatos. ¿Yo hablo así?

Alfonso le responde con la mirada.

– Mira, me gusta pero creo que le falta perspectiva. No es bueno escribir sobre el ahora… pero es divertido. Creo que va a perder sin las chuchadas, pero después lo puedes publicar entero. La vida tiene muchas vueltas.

– ¿Le gustó? ¿En serio?

– Sí, pero puedo darte un consejo.

– Todos, don Saúl. Todo me sirve.

– Por mucha que sea la tentación, es mejor escribir sobre uno, sobre lo que sabes, que escribir sobre los otros.

– Pero mi vida es demasiado fome.

– Cuéntame por qué, entonces. Ahí está el verdadero drama. En las cosas que nos hacen sufrir.