40268.fb2 Tinta roja - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 61

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Pasó algo

La sala de redacción está vacía, como corresponde a un día domingo. Pocos reporteros de turno. Alfonso entra y deja el vaso de gaseosa en la mesa. Se fija en los ojos de Escalona, que están estáticos. La mesa de la sección está cubierta de fotos. En varias aparece Alfonso. Hay una en la que sale sentado en el parachoques de la camioneta, amarrándose un zapato.

– Pasó algo -le dice Escalona de repente.

Alfonso toma la foto y le responde:

– ¿Me la regalas? Está buenísima.

– Pasó algo, te dije.

– Llama al Camión. Yo estoy listo. ¿Algo bueno?

– Le pasó algo a Faúndez.

– ¿Qué?

– Está preso. Intento de homicidio.

– ¿Qué? ¿Dónde? ¿Estás loco?

– Cálmate y escucha. Tengo todo bajo control. Lo van a soltar de la comisaría de inmediato. La Roxana ya habló con sus amigos de la calle Bulnes.

– ¿Pero qué pasó?

– Mataron al Nelson.

La quijada de Alfonso cae.

– Lo atropellaron frente a su casa. Se azotó la cabeza contra un grifo.

– Todos los días reporteando la muerte, pero sólo se siente cuando te toca.

Ambos se quedan callados. Alfonso revisa un diario y toma un sorbo de la bebida.

– ¿Cómo fue? ¿Qué fue lo que pasó?

– La mujer de Faúndez dejó salir al Nelson a jugar a la plaza. De noche, como lo hacía siempre. Como lo conocían, no había cuidado. El cabro podía ser enfermo, pero lo habían enseñado. Sabía que no podía cruzar la calle.

– ¿Por qué la cruzó, entonces?

– Porque estaba drogado.

– ¿Qué?

Alfonso se levanta del asiento y se sienta en la mesa esperando una explicación.

– La Plaza Bogotá se ha ido transformando en un antro de traficantes -le explica secamente Escalona-. Y anoche los muy hijos de puta tuvieron la mala idea de bromear con el Nelson. Le dieron pasta base y unas pepas.

– …

– El pobre mongólico quedó loco. Se puso a correr por la plaza. Hasta que vio un auto que aceleraba y se tiró encima. Le gustaron las luces, no sé, no tengo idea, pero eso fue lo que pasó.

– ¿Y don Saúl?

– Dormía. Lo despertaron los gritos. Salió a la calle y alcanzó a llevar al Nelson a la casa. Murió en sus brazos. Un amiguito del Nelson le dijo lo que había sucedido. Entonces le bajó la ira y se fue detrás de los traficantes.

– ¿Qué pasó, Escalona? Cuenta.

– Agarró a varios y les exigió que le indicaran al líder. Entonces agarró al jefe de la pandilla y se desahogó contra él. Le reventó los ojos. Le quebró los dedos de la mano. Le torció tanto el brazo que se lo zafó. La policía tuvo que esposarlo para tranquilizarlo. Dejó al traficante inconsciente de tanto golpearlo contra la vereda. Según la Roxana, ya no corre peligro. El concha de su madre se va a salvar. Faúndez, en cambio, está en la comisaría y al Nelson lo están velando.