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Capítulo 3

Por regla general, los Bautistas del Sur no bailan. En Beaufort, sin embargo, esa no era una regla que fuera estrictamente cumplida. El Ministro que estuvo antes de Hegbert – no me pregunten cual era su nombre – tomó la decisión de que podían ir a los bailes de la escuela mientras que fueran con chaperon, y debido a eso, los chaperones se harían una tradición en los bailes. Cuando llegó la época en que Hegbert empezó a ser Ministro, era demasiado tarde para cambiar esas cosas. Jamie era de las únicas que nunca había ido a un baile escolar y francamente, ni siquiera supe si sabía bailar en lo absoluto.

Admito que también tenía algunas preocupaciones sobre qué llevaría, aunque no fue algo que pensara decirle. Cuando Jamie iba a las reuniones de la iglesia – que eran apoyadas por Hegbert – ella llevaba un suéter viejo y una de las faldas de tartán que yo veía en la escuela todos los días generalmente, pero el baile de bienvenida se supone que era algo especial. La mayoría de las niñas compraban nuevos vestidos y los chicos llevaban trajes, y ese año llevaríamos a un fotógrafo para tomar nuestras fotografías en parejas. Yo sabía que Jamie no iba a comprar un nuevo vestido porque ella no era exactamente de la gente rica. Ser Ministro no es una profesión donde la gente hace mucho dinero, pero desde luego los Ministros no estaban en ello para el beneficio monetario, ellos estaban por gusto propio y amor a la profesión, ustedes saben lo que digo. Pero no quería que ella llevara puesta la misma cosa que llevaba a la escuela todos los días, tampoco. No tanto por mí – no soy de corazón frío – pero sí por lo que otros podrían decirle. No quería que las personas se rieran de ella o algo.

Las buenas noticias, si hubiera alguna, eran que Eric no hizo tanta burla a mis costillas por lo de Jamie porque él estaba demasiado ocupado en su propia cita. Estaba saliendo con Margaret Hays, que era la jefa de porristas de nuestra escuela. No era la bombilla más brillante sobre el árbol de Navidad, pero era bonita a su propia manera. Por bonita, desde luego, me refiero a sus piernas. Eric se ofreció a una cita doble, pero lo rechacé porque no quería que tuviera ninguna oportunidad para molestar a Jamie o algo así. Era un tipo bueno, pero podía ser un poco cruel y sin corazón a veces, especialmente cuando tenía algunos tragos encima.

El día del baile era en realidad un día muy ocupado para mí. Pasé la mayor parte de la tarde ayudando a decorar el gimnasio, y tuve que llegar por Jamie aproximadamente una media hora temprano porque su padre quería hablarme, aunque no sabía por qué. Jamie le había comentado sobre mí un día antes, y no puedo decir que estaba muy emocionado por eso. Pensé que iba a hablarme de la tentación y la ruta malvada a la que puede llevarnos. Pero si él sacara lo de la fornicación, yo sabía que moriría ahí mismo. Dije oraciones pequeñas todo el día con la esperanza de evitar esa conversación, pero no era muy seguro que Dios pondría mis oraciones como una prioridad, saben a lo que me refiero, debido a la manera en que había actuado en el pasado. Estaba muy nervioso con sólo pensarlo.

Después de que me duché me puse mi mejor traje, y pasé a la florería para recoger el ramillete de Jamie, para después ir en coche a su casa. Mi madre me había prestado el auto, y lo aparqué en la calle justo en frente de la casa de Jaime. No era muy tarde aún así que todavía estaba claro afuera cuando llegué allí, y caminé por el sendero que daba hasta la puerta. Toqué y esperé por un momento, entonces toqué otra vez. Desde atrás de la puerta escuché a Hegbert decir, "Estaré ahí enseguida", pero no era exactamente una carrera hasta la puerta. Debí haber estado de pie allí durante dos minutos o algo así, mirando la puerta, los moldeados, las pequeñas grietas en el piso. A un lado estaban las sillas en las que Jamie y yo habíamos estado sentados apenas unos días antes. En el que yo me senté todavía estaba justo como lo había dejado. Adivino que ellos no se habían sentado allí en los dos últimos días.

Finalmente la puerta chilló al abrirse. La luz que venía de la lámpara dentro ensombrecía la cara de Hegbert ligeramente y se reflejaba más bien a través de su pelo. Era viejo, como dije, setenta y dos años según mi cálculo. Fue la primera vez en que lo veía tan de cerca, y podía ver todas las arrugas sobre su cara. Su piel era realmente translúcida, justo como la había imaginado.

"Hola, reverendo", dije, soportando mi inquietud. "Estoy aquí para llevar a Jamie al baile de bienvenida".

"Por supuesto que sí", dijo. "Pero primero, quiero hablar contigo".

"Sí, señor, es por eso que vine temprano".

"Vamos, entra".

En la iglesia Hegbert era una persona que se vestía elegantemente, pero en ese instante parecía un agricultor, vestido con overol y una camiseta. Él me hizo una seña para que me sentara en la silla de madera que él había sacado de la cocina.

"Disculpa que tardé un poco en abrir la puerta. Estaba trabajando en el sermón de mañana", dijo.

Me senté. "Está bien, señor" no sé por qué, pero sin pensarlo le llame "señor". Y es que el tipo proyectaba aquella imagen.

"Muy bien, entonces, cuentame un poco sobre ti".

Pensé que era una pregunta bastante ridícula, con la historia tan larga que él tenía con mi familia y todo. Era también quien me había bautizado, a propósito, y me había visto cada domingo en la iglesia desde que había sido un bebé.

"Bien, señor", empecé, no sabiendo que decir realmente, "soy el presidente de la generación. No sé si Jamie le mencionó eso".

Asintió con la cabeza. "Lo hizo. Continúa".

"Y… bien, pues espero ir al Universidad de North Carolina el otoño siguiente. Ya casi he recibido la aceptación".

Asintió con la cabeza otra vez. "¿Otra cosa?".

Tengo que admitir, que me estaba quedando sin cosas después de eso. Una parte de mí quiso recoger el lápiz de la mesa y comenzar a equilibrarlo, dándole el valor que se merecen a los treinta segundos, pero él no era la clase de tipo que lo apreciaría.

"Supongo que no, señor".

"¿Te molesta si te hago una pregunta?"

"No, señor".

Él tipo se me quedó mirando fijamente durante mucho tiempo, como si pensara en ello.

"¿Por qué invitaste a mi hija al baile?" dijo él finalmente.

Me quedé sorprendido, y sé que mi expresión lo mostró.

"No sé a qué se refiere, señor".

"No estarás planeando hacer algo… que pudiera avergonzarla, ¿o sí?".

"No, señor", dije rápidamente, horrorizado por la acusación.

"De ninguna manera. Necesitaba a alguien con quien ir, y le pregunté. Es tan simple como eso".

"¿No le tienes ninguna broma planeada?".

"No, señor. No le haría eso…".

Esto siguió durante algunos minutos más – su interrogatorio sobre mis intenciones verdaderas – pero afortunadamente Jamie salió de la habitación trasera, y su padre y yo giramos nuestras cabezas al mismo tiempo. Hegbert dejó de hablar definitivamente, y yo di un suspiro de alivio. Ella se puso una falda azul bonita y una blusa blanca que nunca antes había visto. Afortunadamente había dejado su suéter en el ropero. No estaba tan mal, tuve que admitirlo, sin embargo sabía que su vestimenta sería poco comparado con otras en el baile. Como siempre, su pelo estaba agarrado por esa dona. Personalmente pienso que habría sido mejor si la hubiera dejado fuera de servicio ese día, pero ésa era la última cosa que quería decir. Jamie lucía bien… Bueno, Jamie se veía exactamente como se veía generalmente, pero por lo menos no estaba planeando llevar su Biblia. Habría sido demasiado para mí.

"¿No estarás dándole a Landon incomodidades, verdad?", le dijo ella alegremente a su padre.

"Sólo estábamos conversando", dije rápidamente antes de que tuviera una oportunidad de responder. Por alguna razón no pensé que él le hubiera dicho a Jamie sobre la clase de persona que él pensó que yo era, y no creí que fuera un buen momento para hablarlo.

"Bien, probablemente debemos irnos", dijo luego de un momento. Pienso que intuía la tensión en la habitación. Caminó hacia su padre y lo besó en la mejilla. "No te quedes levantado demasiado tarde trabajando en el sermón, ¿de acuerdo?".

"No lo haré" dijo suavemente. Incluso conmigo en la habitación, podría decir que él realmente la amaba y no tenía miedo de demostrarlo. Era como si sintiera que yo no era un problema.

Dijimos ¡adiós!, y ya camino al coche le di a Jamie su ramillete y le dije que le mostraría como ponérselo una vez que entráramos al coche. Abrí la puerta para ella y caminé alrededor hasta el otro lado, y abrí mi puerta. En ese espacio breve de tiempo, Jamie ya había puesto un alfiler en las flores.

"No soy tan tonta, sabes, sé que un alfiler va en el ramillete".

Puse en marcha el automóvil y fui hacia la escuela, con la conversación que acababa de tener con Hegbert repasando sobre mi mente.

"A mi padre no le agradas mucho", dijo, "creo que eso es lo qué estabas pensando".

Asentí con la cabeza sin decir nada.

"Piensa que eres un irresponsable".

Asentí con la cabeza otra vez.

"No le agrada mucho tu padre, tampoco".

Asentí con la cabeza otra vez.

"O tu familia". Entendí la situación.

"¿Pero sabes lo que pienso?" ella preguntó de repente.

"No realmente". Para entonces yo estaba ya bastante deprimido.

"Pienso que todo esto estaba en el plan del Señor de algún modo.

¿Cuál piensas tú que es el mensaje?" Aquí vamos, pensé entre mí.

Dudo que la tarde pudiera haber sido mucho peor, si ustedes quieren saber la verdad. La mayoría de mis amigos guardaron su distancia, y Jamie no tenía muchos amigos en primer lugar así que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo a solas. Incluso peor, resultó ser que ya no requirieron más de mi presencia. Habían cambiado la regla debido a el hecho de que Carey no pudo conseguir una cita, y eso me hizo sentir muy miserable tan pronto como me enteré. Pero debido a lo que su padre me había dicho, yo no podía llevarla a casa temprano, en ese momento, ¿o sí? Y más que eso, ella lo estaba pasando bien realmente; incluso yo podía ver eso. Adoraba los adornos que yo había ayudado construir, adoraba la música, adoraba todo sobre el baile. Ella me decía lo estupendo que era todo, y me preguntó si podría ayudarla decorar la iglesia algún día, para una de sus reuniones. Murmuré que me llamara sí quería que le ayudar, y aunque lo dije sin un solo rastro de ánimo, Jamie me agradeció por ser tan considerado. Francamente, yo estaba deprimido desde hacía al menos una hora, aunque ella no parecía notarlo.

Jamie tenía que estar en casa antes de las once, uno hora antes de que el baile terminara, lo cuál hacía las cosas un poco más fáciles para mí. Una vez que la música comenzó golpeamos el piso, y resultó que ella era una bailarina bastante buena, considerando que era su primera vez. Ella me siguió bastante bien por aproximadamente una docena de canciones, y después de eso nos dirigimos a las mesas y teníamos lo que parecía una conversación ordinaria. Seguro, ella usó palabras como "la fe" y "la alegría" y hasta "la salvación", y habló de la ayuda a los huérfanos y de sacar bichos de la carretera, pero ella era tan malditamente feliz, así que no era tan difícil estar así pasando el tiempo.

Y pues las cosas no eran demasiado terribles al principio y definitivamente no tan malas como lo esperaba. Fue hasta que Lew y Angela aparecieron que todo empezó a ponerse no muy agradable.

Aparecieron unos pocos minutos después de que llegamos. Él llevaba esa estúpida camiseta, sus cigarros en la manga, y un montón de gel sobre su cabeza. Angela se le colgaba desde el principio del baile, y uno no tenía que ser un genio para darse cuenta de que había tomado algunas bebidas antes de llegar allí. Su vestido era realmente llamativo – su madre trabajaba en un salón y estaba enterada de las últimas tendencias de la moda – y note que había tomado ese hábito propio de una mujer mayor, ese llamado goma de mascar. Ella de verdad trituraba esa goma, mascándola casi de la misma manera que una vaca mastica su bolo alimenticio.

Bien, pues el buen y viejo Lew le puso alcohol a la ponchera, y algunas otras personas empezaron a ponerse alegres. Antes de que los profesores se enteraran, la mayor parte del ponche ya había desaparecido y las personas estaban obteniendo esa expresión vidriosa en sus ojos. Cuando vi a Angela arribar por su segunda copa de ponche, sabía que tenía que mantener la vista sobre ella. Aunque me había dejado, no quería que nada malo le pasara. Ella fue la primera muchacha a la que yo le había dado un beso francés, y aún cuando nuestros dientes sonaron como metal chocando la primera vez que lo intentamos tanto así que yo vi estrellas y tuve que tomar una aspirina cuando llegué a casa, yo todavía tenía sentimientos hacia ella.

Tan así era, que yo estaba sentado con Jamie, apenas escuchando como ella describió las maravillas de la escuela de Biblia, y aparte mirando a Angela de reojo, cuando Lew me descubrió mirándola. En un movimiento frenético él agarró a Angela alrededor de la cintura y la arrastró a la mesa, dándome una de aquellas miradas, que significan "así está la cosa". Ustedes saben de lo que estoy hablando.

"¿Estás mirando a mi chica?" preguntó, ya poniéndose tenso.

"No".

"Sí, lo hacía", dijo Angela, apenas pudiendo decir esas palabras. "Me estaba mirando fijamente. Éste es mi ex novio, sobre el que te hablé".

Sus ojos se convirtieron en pequeñas líneas, justo como Hegbert lo hacía. Supongo que tengo ese efecto sobre muchas personas.

"Así que tú eres ese", dijo, mirándome desdeñosamente.

Ahora, yo no era ni soy un gran peleador. La única pelea verdadera en la había estado fue en el tercer grado, y perdí cuando empecé a llorar incluso antes de que el tipo me diera un puñetazo. Por lo general yo no tenía muchos problemas por cosas como esas debido a mi naturaleza pasiva, y además, nadie se metía conmigo cuando Eric estaba alrededor. Pero Eric se fue con Margaret a algún lugar, probablemente detrás de las graderías.

"No la estaba mirando fijamente", dije finalmente, "y no sé qué te dijo ella, pero dudo que fuera verdad".

Sus ojos se pusieron más estrechos. "¿Estás llamando a Angela mentirosa?" y me miró repulsivamente.

Ooops

Pienso que él me habría golpeado en ese mismo instante, pero Jamie de repente intervino en la situación.

"¿No te conozco?" dijo alegremente, mirándolo. A veces Jamie parecía ajena a la situación que estaba ocurriendo justo en frente de ella. "Espera – sí, claro. Tú trabajas en un taller mecánico en el centro. El nombre de tu padre es Joe, y tu abuela vive en la calle Foster, junto al cruce de ferrocarriles".

Una mirada de confusión cruzó la cara de Lew, como si tratara de armar un rompecabezas con demasiadas piezas.

"¿Cómo sabes todo eso de mí? ¿El te dijo eso sobre mí?".

"No", dijo Jaime, "no seas absurdo". Se río ella sola. Solamente Jamie podía encontrar la gracia en una situación como esa. "Vi tu fotografía en la casa de tu abuela. Pasaba por su casa caminando, y ella necesitaba ayuda para llevar los comestibles desde la tienda. Tu fotografía estaba sobre la repisa de la chimenea".

Lew miraba a Jamie de una manera extraña como si no sirvieran bien sus oídos.

Mientras tanto Jamie se estaba abanicando con su mano. "Bien, pues nosotros sólo nos sentamos para tomar un respiro del baile. Se pone caluroso realmente ahí. ¿Les gustaría unirse con nosotros? Tenemos un par de sillas. Me encantaría escuchar cómo está tu abuela".

Parecía tan feliz por eso que Lew no supo qué hacer. A diferencia de aquellos de nosotros que estábamos acostumbrados a este tipo de cosas, el nunca antes se había topado a alguien como Jamie. Él estuvo de pie allí durante un momento, tratando de decidir si golpearía al tipo que estaba con la muchacha que había ayudado a su abuela. Si parece confuso para ustedes, imaginen qué estaba sintiendo Lew con su cerebro dañado por el petróleo.

Él finalmente salió sin responder, y llevándose a Angela consigo. Angela probablemente había olvidado cómo empezó toda la cosa, debido a la cantidad que había bebido. Jamie y yo los miramos salir, y cuando él estaba una distancia considerablemente lejos, exhalé. Yo hasta ese momento no me había dado cuenta que había estado sosteniendo el aliento.

"¡Gracias!", dije murmurando con vergüenza, comprendiendo que Jaime era quien me había salvado de daños corporales graves.

Jamie me miró de una manera extraña. "¿Por qué?" preguntó, y cuando exactamente no tenía palabras para explicarle, ella volvió a su historia sobre la escuela de Biblia, como si nada en absoluto hubiera ocurrido. Pero esta vez me decidí a escucharla de verdad, por lo menos con una de mis orejas. Era lo menos que podía hacer.

Resulta que no era la última vez que vimos a Lew y a Angela esa noche. Los vasos de ponche realmente habían hecho algo de daño a Angela, y ella vomitó por todas partes en el baño de las damas. Lew, siendo el tipo elegante era, partió cuando la escuchaba hacer arcadas, se escabullo más bien de la misma forma en que entró, y ésa era la última vez que lo vimos esa noche. Jamie, como el destino lo quería, era quien encontró a Angela en el baño, y era obvio que Angela no estaba demasiado bien. La única alternativa fue limpiarla y llevarla a casa antes de que los profesores se enteraran de eso. Ponerse borracho era un asunto grave en ese entonces, y estaría al borde de la suspensión, o la tal vez incluso de la expulsión, si la atrapaban.

Jamie, con su bendito corazón, lo lamentaba más que yo, aunque yo hubiera pensado de otra manera si ustedes me lo preguntaran, de antemano debido al hecho de que Angela era una menor y en violación de la ley. Ella también había roto otra de las reglas de Hegbert para el comportamiento apropiado. Hegbert vio con buenos ojos la infracción de la ley y la bebida, y todos nosotros sabíamos que él era muy recto, y asumimos que Jamie pensaba del mismo modo que él. Y tal vez lo hacía, pero su instinto de ayuda debe haber prevalecido. Probablemente echó un vistazo a Angela y tal vez pensó "pobre bicho herido" o algo así y de inmediato se hizo cargo de la situación. Salí y localicé a Eric detrás de las graderías, y aceptó soportar la guardia en la puerta del baño mientras Jamie y yo entramos para ordenarlo. Angela había hecho un trabajo maravilloso, de verdad se los digo. El vómito estaba por todos lados excepto en la taza del baño. Las paredes, el piso, el lavabo, sobre el techo, no me pregunten cómo hizo eso sin embargo lo hizo. Allí estaba yo, a gatas, limpiando el vómito en el baile de bienvenida vestido con mi mejor traje azul, que era exactamente lo que yo había querido evitar en primer lugar. Y Jamie, mi cita, a gatas también, haciendo la misma cosa exactamente.

Saben, yo podía escuchar la risa chillona y molesta de Carey en alguna parte a lo lejos.

Terminamos por movernos hacia la puerta de atrás del gimnasio, manteniendo a Angela de pie y andando por todos lados. Ella siguió preguntando donde estaba Lew, pero Jamie le dijo no se preocupara. Tenía una manera verdaderamente calmada de hablarle a Angela, aunque Angela estaba totalmente ida, dudo si supo siquiera quién le estaba hablando. Cargamos a Angela y la pusimos en el asiento trasero de mi automóvil, donde se desmayó casi inmediatamente, aunque no antes de que hubiera vomitado otra vez sobre el piso del auto. El olor era tan horrible que tuvimos que bajar las ventanas para evitar vomitar nosotros, y el camino para la casa de Angela parecía durar mucho tiempo. Su madre respondió a la puerta, echó un vistazo a su hija, y la metió sin muchas palabras de agradecimiento. Pienso que estaba avergonzada, y no teníamos mucho que decirle de todos modos. La situación hablaba por sí sola.

Cuando la dejamos eran diez cuarenta y cinco, y conduje directamente de regreso a casa de Jamie. Estaba muy preocupado cuando llegamos allí debido a la manera en que ella se veía y olía, y dije una oración silenciosa esperando que Hegbert no estuviera despierto. No quería tener que explicarle esto.

Ah, él probablemente escucharía a Jamie si ella fuera la que le dijera sobre ello, pero tenía la sensación de que encontraría la manera de criticarme de todos modos.

Así que camine con ella hasta la puerta, y estuvimos de pie afuera bajo la luz del pórtico. Jamie cruzó sus brazos y sonrío un poco, se veía como si entrara de un paseo vespertino donde habría observado la belleza del mundo.

"Por favor no le digas a tu padre sobre esto", dije.

"No lo haré", dijo. Siguió sonriendo cuando se giró hacia mí. "La pase muy bien esta noche. Gracias por llevarme al baile".

Ahí estaba ella, después de limpiar vómito, agradeciéndome por una linda tarde. Jamie Sullivan podía conducirlo a uno a la locura a veces.